Cambiar un domingo libre por ensayos (por más de seis meses) no es un sacrificio para ellos, quienes solo se concentran en preparar un show de primer nivel, que enamore e irradie magia.
Son desinteresados y no esperan recibir nada a cambio, se conforman con el cariño del público y el crecimiento profesional como actores, cantantes y bailarines que combinan con su trabajo y sus estudios.
Ellos buscan cómo financiar por su propia cuenta el vestuario, el maquillaje y los pequeños detalles que conlleva la presentación de una obra de teatro; lo mismo ocurre con la parte técnica, que incluye desde el montaje, hasta el sonido y las luces: ellos confían en que siempre habrá alguien que los ayude a que sus presentaciones sean exitosas.
Tampoco tienen un lugar donde ensayar, pero se conforman con que alguien les preste una casa.
Esa es la realidad del Colectivo Iriria, un grupo de teatro musical costarricense que desde hace tres años presenta obras de teatro y toda la taquilla la donan a obras de bien social.
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“Nosotros no tenemos patrocinadores, a nosotros nos donan cosas para venderlas o rifarlas; también hacemos ventas, tenemos una alcancía y ahí vamos ahorrando. Esa es como nuestra esencia”, afirmó Katherine Umaña, directora general del proyecto.
El colectivo nació en el 2016, cuando fueron contratados por una empresa para presentar la obra de teatro La historia mágica, que tenía como fin ayudar a la fundación Hogar casa de pan, sin embargo, cuando ya estaba todo listo, la compañía cambió de planes y ya no podía apoyar la actividad benéfica. La agrupación sintió la necesidad de concluir con el proyecto y continuaron de forma independiente.
Este es un hogar conformado por aproximadamente 40 niños en riesgo social, que son adoptados por dos adultos mayores y con el dinero recaudado, (alrededor de ¢1 millón) el colectivo cambió los colchones de los pequeños, se compraron camas y otros implementos que necesitaban con urgencia.
“Desde el inicio estuvimos ligados a las obras de bien social, porque nunca tuvimos la idea de ganar algo a cambio cuando presentamos la primera obra. Vimos que a la gente le gustó nuestra propuesta y a nosotros nos llena, nos hace sentir feliz poder ayudar a la gente”, afirmó Castillo.
Pero el proyecto no quedó allí y en el 2017 presentaron Huellas en el tiempo y este 2018 debutaron con Alameda de los sueños, obras con las que han logrado ayudar a la fundación Hogar de la esperanza, un lugar para personas con VIH (Sida) en condición de calle; al Hogar de Ancianos Madre Teresa de Calcuta; a Dani León, quien recibió hace poco más de un año, un trasplante de médula y más recientemente a la Fundación Pro Cuidados Paliativos Pediátricos en la construcción de un nuevo edificio en el centro de San José, que albergue a la población que más lo necesita.
“Toda donación ha sido buena y ha estado en el momento justo para cada fundación o cada persona y para mí es un honor poder manejar este proyecto y llegar a ayudar y tener sonrisas a cambio. Realmente en el país nadie hace esto y a cada uno de los que estamos aquí nos llena poder dar un poquito de las cosas que tenemos”, añadió Umaña.
Debido a la limitación económica, por año solamente hacen dos o tres presentaciones entre setiembre y octubre: en el 2016 y 2017 lograron un buen descuento en el Teatro Eugene O’Neill y este 2018 se presentaron en el Auditorio Nacional, donde también consiguieron una importante rebaja.
Artistas reconocidos. Cada año el colectivo busca contar con una figura reconocida, que les aporte su conocimiento y experiencia, pero que también les ayude a generar un acercamiento con el público.
“Creo que contar con artistas de tanta trayectoria es un honor, porque además le transmiten tanto conocimiento a muchachos que se convierte en un proceso muy enriquecedor y a la vez, es muy curioso porque al final ellos aprenden de nosotros también”, aseveró Ureña.
Por ejemplo, el año anterior fue el experimentado actor Rodolfo Araya quien se sumó a la obra junto a la actriz Sofía Chaverri, para presentar el musical Huellas en el tiempo.
“Hay una entrega por la causa y es de lo más maravilloso que he vivido en esta vida, es algo del alma, muy puro y muy alegre. Fue un trabajo de meses y durante el proceso no hubo nadie que hiciera mal gesto, fue algo divino”, dijo el actor que ya tiene 52 años en el teatro y más de 150 obras presentadas.
Araya añadió que esta obra que presentó tres funciones en el Teatro Eugene O’Neill lo marcó no solo por el fin que tenía, sino por la temática de la puesta en escena y la pasión con la que todo el elenco asumió el proyecto.
Para este año otra que dijo sí a unirse al equipo como parte de la obra Alameda de los sueños, fue la reconocida actriz Yesenia Artavia, quien detalló que, aunque su tiempo es limitado, no dudaría en volver a participar en proyectos con fines benéficos. ya que esa es una de las mayores satisfacciones que le deja su trabajo.
“Yo vivo de todo lo relacionado a la actuación, entonces a veces no es fácil pero creo que sí se puede sacar el ratito y sí, debería haber más teatro benéfico. Yo no sé si el día de mañana yo voy a necesitar de la ayuda que ellos dan, entonces este tipo de propuestas son muy humanas y valoro el hecho de que muchachos tan jóvenes sacrifiquen su tiempo libre y sus domingos en proyectos como este”, comentó Artavia.
Crecimiento.
A lo largo de tres años Umaña, Castillo y Campos han visto como el proyecto del Colectivo Iriria se ha ido consolidando y perfeccionando su trabajo en escena. Para ellos, este era uno de los principales objetivos pero, a su vez, un gran reto.
Al hacer teatro musical, el grupo debe concentrarse no solo en la actuación, sino también en formar a los cantantes y a los bailarines para que la magia fluya en conjunto sobre el escenario. El primer año por ejemplo, hicieron playback (no cantaron en vivo) y para la presentación de este 2018 debieron hacer incluso un casting con el fin de definir los actores.
Alameda de los sueñosTe invitamos a ver un poco del proceso del montaje de este año!
Posted by Colectivo artístico Iriria on Wednesday, August 29, 2018
El crecimiento ha sido tal que a la fecha, el Colectivo Iriria está conformado por 30 artistas entre los 17 y 35 años.
“Yo nunca pensé que el proyecto iba a crecer tanto, el nivel de artistas que hay es impresionante y el aprendizaje entre nosotros también. Seguiré apoyando este proyecto y haré todo lo posible para que cada día crezca más”, afirmó Campos.
Ahora el grupo de teatro forma artistas y les enseña los valores de actuar, bailar y cantar con pasión, entrega y amor para ayudar a quienes más lo necesitan.