“ Solo el amor puede salvar la profesión teatral”, afirmó Ana Poltronieri Maffio justo antes de su penúltimo homenaje en el Teatro Nacional, el 22 de abril . Poltronieri le entregó a la escena papeles en 48 obras ; formó parte de grupos pioneros, como el Teatro Arlequín y el Teatro Universitario; enseñó a sus sucesores con lecciones de carisma, inteligencia y alegría.
Este jueves, Poltronieri falleció a los 86 años , aquejada por una enfermedad pulmonar y otras afecciones.
Una de las grandes actrices de la “época de oro” del teatro costarricense fue homenajeada por amigos, colegas y familiares en el vestíbulo del Teatro Nacional . Fue el honor adecuado para una artista que consagró su vida a tantos montajes teatrales, series televisivas (la tía Etelgive en La Pensión ) y películas ( La Segua ).
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El funeral de la Poltro, como era conocida, se realizó a las 3 p. m. en la iglesia de barrio Don Bosco, en San José; sus restos descansan en el Cementerio General.
Cuatro veces ganadora del Premio Nacional como mejor actriz (1968, 1970, 1971 y 1988), nació en 1929 en una familia italiana. “Puedo tener sangre italiana por todo lado, pero soy de Costa Rica”, afirmó una vez.
La zapatera prodigiosa , La casa de Bernarda Alba , La Segua , La casa , Las fisgonas de Paso Ancho , Farsa de alcoba , Ni mi casa es ya mi casa y Las sillas fueron algunos de los múltiples montajes en los que estampó un estilo caracterizado por la picardía, el vigor y el conocimiento profundo de los textos.
Imponente, animada conversadora, con una voz profunda y ritmo musical (ideales para la comedia, maleables para el drama), es recordada como una fuerza natural sobre las tablas.
Atenta a las personas y las cosas, le confesó a Aurelia Dobles en Áncora : “A veces me dicen, ¿por qué no escribís? No, porque me tendría que encerrar a escribir y me pierdo las cosas de la calle: todo lo que aprendo de los otros”.
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Talento. El seudónimo de Ana era Paula Duval, así su mamá jamás se enteraría de su vocación teatral. Su madre siciliana no quería que subiera a escena, pues le parecía peligroso. Sin embargo, en 1952, conoció el teatro al aire libre y pronto se decidió por este oficio de amor.
“Yo hice el trabajo que tenía que hacer porque me lo dictaba el corazón”, afirmó la Poltro en una entrevista. Lucio Ranucci, pionero del Teatro Universitario , fue quien le dio su primer papel en Topaz . “Cuando yo me di cuenta, ya estaba trepada en el escenario”, recordaba.
No se bajó. En una disciplina que, poco a poco, se consolidaba en el país, se convirtió en la Poltro, maestra, amiga y artista. “Ella me tomó desde muy pequeña en el Castella. Fue mi profesora de teatro y nunca más nos separamos”, recuerda la actriz Roxana Campos.
“Era una mujer muy inteligente. Tenía mucha fuerza en el escenario; recuerdo su entrega y el amor que le tenía al teatro”, añade Campos.
A lo largo de los años 70 y 80, con la profesionalización del teatro tico y la abundancia de montajes, se lució en montajes de la Compañía Nacional de Teatro, del Teatro Arlequín (desde 1955) y del Teatro del Ángel, entre otros grupos.
En la generación de Jean Moulaert, Guido Sáenz, Lenín Garrido, Kitico Moreno, José Trejos, Anabelle de Garrido , Óscar Castillo, Sara Astica y Daniel Gallegos, entre otros, destacó como gran intérprete de papeles dramáticos y cómicos.
En aquellos años, el público aprendió a enamorarse del teatro gracias a los constantes esfuerzos de estas generaciones, que forjaron su talento en colaboración e incipientes escenarios.
Así, se presentó en Centroamérica, México, España, Venezuela y Colombia. De la época, se recuerdan montajes como La loca de Chaillot , La visita de la vieja dama (que le dio uno de sus Premios Nacionales), , Danza macabra y Tartufo , entre otros clásicos ticos y universales.
“Toda la vida me llevó a vivir en el teatro a raíz de una creencia de que esto se hace con solo amor”, contó en una entrevista con Rolando Trejos, de la Compañía Nacional de Teatro, previa a su homenaje de abril .
Poltronieri estudió en la Escuela Julia Lang y en el Colegio Superior de Señoritas. Ingresó a la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Costa Rica, donde se graduó como maestra en 1949. Trabajó en la Escuela de Cinco Esquinas de Tibás y en la Escuela Nueva Laboratorio.
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Fue profesora en Artes Dramáticas de la UCR, y allí formó a múltiples generaciones de teatreros. “Fue maestra de muchos de nosotros, ya sea porque efectivamente nos dio clases, o por su talento y personalidad. Verla actuar era una clase”, dijo la ministra de Cultura, Sylvie Durán.
“Ana es la actriz por excelencia de este país, una actriz de talla mundial, con una enorme fortaleza actoral, belleza escénica y una voz privilegiada”, expresó su colega Gladys Catania.
“La más grande actriz que ha dado el teatro costarricense”, comentó el actor Óscar Castillo.
“Qué difícil es ser pionera, qué difícil es hacer camino al andar... pero lo hiciste fácil con tu carácter, con tu humor y por ese talento que brotaba a raudales de tu persona”, escribió en Facebook Leonardo Perucci, quien compartió con ella en tres montajes.
“Era una entrañable amiga que me enseñó mucho. Siempre nos vimos como amiguísimos y compartimos escenario; sin ella, mi vida hubiera sido diferente”, afirmó el actor Álvaro Marenco.
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Legado. En el 2001, el Instituto Internacional del Teatro la homenajeó en México como “una de las mejores actrices del continente”, consignó Marta Castegnaro en Viva .
La Municipalidad de San José la declaró Hija Predilecta y bautizó con su nombre la avenida de la urbanización Rohrmoser que pasa frente a su casa.
Posteriormente, no regresó al teatro. No obstante, se incorporó al programa La Pensión , por el cual las generaciones más jóvenes quizás la recuerden : Etelgive, tía de doña Tere (interpretada por Eugenia Fuscaldo).
A lo largo de cuatro años, participó en 30 episodios como aquella elegante y regañona señora, “algo nunca visto y jamás contemplado”.
Apoyaba a los jóvenes artistas del teatro, una profesión para la cual, advertía, se requería amor y compromiso (“Que lo hagan con amor, con dignidad, que crean en las personas”, decía).
“Me hace falta, sí, el teatro. No puedo negarlo porque siento una pasión por eso y, ahora que van a dar La Segua , con mucha más razón”, comentó en abril , antes del montaje que revivió la obra de Alberto Cañas en cuyo estreno y versión fílmica participó.
Ayer, ante la noticia, el equipo de La Pensión expresó: “Fueron grandes años de aprendizaje y camaradería que compartimos con esta actriz de primerísima línea. La maestra de muchos y tía de todos”. Así se sentía en escena y desde las butacas.
Colaboraron Alejandro Méndez y Diego Castillo