
Trabajar en jets privados va mucho más allá del buen trato al cliente. Así lo relató Sara Hervás, quien ha trabajado durante una década como tripulante de cabina en aeronaves de lujo.
Su experiencia la ha llevado a atender a jeques, empresarios y celebridades en vuelos alrededor del mundo, con solicitudes poco comunes y un entorno de máxima confidencialidad.
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En conversación con un pódcast, explicó que este tipo de vuelos personalizados puede costar entre €10.000 y €80.000, dependiendo del destino y de los servicios incluidos. Señaló que para algunos clientes de alto perfil esa cifra representa apenas una propina.
Los pasajeros pueden ser desde propietarios de aeronaves con tripulación fija hasta quienes alquilan la nave por placer o por necesidad específica.
En uno de los vuelos que atendió, un grupo árabe alquiló un jet únicamente para trasladar halcones, cada uno con su asiento y su cuidador. Para ese viaje, todo el interior del avión se cubrió con plástico, debido a que las aves no usan los baños.
En otro caso, un cliente exigió una marca específica de plátanos, por lo que la tripulante recorrió Las Vegas para conseguirlos, con solo ocho horas de anticipación.
Según sus palabras, no hay excusas en ese trabajo: si algo no se consigue, hay que buscar la forma de hacerlo posible, incluso confeccionarlo a mano.
Exigencias extremas y respeto profesional
Hervás explicó que, pese al lujo, los vuelos privados no son sinónimo de trato sencillo. Por el contrario, el proceso de selección es sumamente riguroso: de cada 1.000 aspirantes, solo 20 logran obtener una plaza.
La preparación incluye entrenamientos en emergencias, evacuación, asistencia en partos, natación, manipulación de balsas y conocimiento técnico por tipo de avión. Este nivel de exigencia garantiza una respuesta rápida ante cualquier eventualidad en el aire.
Pese a las elevadas demandas, la profesional indicó que el respeto hacia la tripulación suele ser mayor en este ambiente que en vuelos comerciales. No obstante, reconoció que el poder de los pasajeros se manifiesta más a través de su actitud y lenguaje que por el dinero.
Aunque no ha vivido experiencias incómodas de manera directa, reconoció que el entorno puede tornarse tenso ante presiones verbales o exigencias inesperadas.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
