
Los delitos informáticos avanzan con rapidez y, en muchos casos, aprovechan métodos cada vez más difíciles de detectar. Uno de los temores más comunes es que un simple clic en una página web provoque un robo de cuentas bancarias o datos personales.
Este tipo de afirmación se escucha con frecuencia en redes sociales y conversaciones cotidianas: “Entré a un sitio y me vaciaron la cuenta”. Aunque los ataques en línea han evolucionado, los expertos aseguran que no es tan fácil ser hackeado solo por abrir una página web.
Los navegadores y sistemas operativos actuales cuentan con múltiples mecanismos de defensa. Estos sistemas bloquean descargas automáticas y el uso de código malicioso sin permiso del usuario.
Entre los mecanismos más importantes están el aislamiento de procesos, la verificación de certificados y las políticas de contenido. Estas medidas dificultan que una página ejecute código sin que el usuario lo autorice.
Sin embargo, los especialistas advierten sobre ciertos escenarios donde sí puede haber riesgo. Algunos sitios logran explotar vulnerabilidades en navegadores o complementos no actualizados. A estos ataques se les conoce como drive-by downloads.
Cómo operan los ataques sin clic
Estos métodos maliciosos funcionaron con más frecuencia en el pasado, pero todavía existen. Se detectan en campañas dirigidas o sitios legítimos que han sido comprometidos.
El atacante introduce un script que revisa el navegador y los complementos del usuario. Si encuentra una falla sin corregir, descarga e instala código malicioso en segundo plano. Esta infección puede incluir desde spyware hasta troyanos bancarios.
Otro método común es el malvertising, una técnica que aprovecha la publicidad digital. El atacante inserta un anuncio malicioso en una red legítima. El código puede ejecutarse incluso sin hacer clic, apenas al cargar la página.
También existen herramientas conocidas como exploit kits. Estos se alojan en sitios comprometidos y analizan el entorno del visitante. Con esa información, lanzan un ataque adaptado. Si tiene éxito, instalan ransomware, troyanos u otros tipos de malware.
Para que un sitio infecte un dispositivo sin intervención, debe existir una falla no corregida. Por esta razón, los expertos insisten en mantener el sistema y las aplicaciones actualizadas.
Cada vez que los desarrolladores detectan una vulnerabilidad, lanzan un parche de seguridad. Si el usuario no lo aplica, deja abierta una puerta que los atacantes pueden aprovechar.
Actualmente, sistemas como Windows 10, Windows 11, Android y iOS incluyen protecciones como sandboxing, que aíslan procesos y evitan que se propaguen amenazas.
Lo mismo ocurre con navegadores como Chrome y Edge. Estas plataformas separan cada pestaña en entornos independientes con permisos restringidos. Esto reduce el riesgo de ejecución de malware.
Un equipo actualizado reduce de forma significativa el riesgo. Pero los especialistas advierten que ninguna solución es infalible. Existen amenazas conocidas como vulnerabilidades de día cero. Estas fallas aún no han sido corregidas y pueden aprovecharse en ataques dirigidos.
El nivel de protección es alto, pero siempre existe una superficie de ataque activa, especialmente en los navegadores y motores JavaScript.
Los especialistas recomiendan instalar una solución de seguridad confiable que complemente las defensas del sistema. De esta manera, se reduce aún más la posibilidad de sufrir un ataque silencioso.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
