San José.
Los autores de música juzgan que las plataformas de servicios musicales de descarga de archivos y en streaming infravaloran sus creaciones por lo cual recomienda una participación para los titulares de los derechos igual o superior al 80% de los ingresos brutos procedentes de todas las fuentes por el uso total de música desde servicios de transmisión en línea.
Así lo plantea una coalición internacional de creadores quienes han unido fuerzas en aras de unas normas más equitativas y más transparencia en el reparto de derechos por los servicios de música digital.
Las propuestas se hallan en un nuevo informe titulado “Una remuneración justa para los creadores de música en la era digital”, publicado por el Consejo Internacional de Creadores de Música (CIAM), con el apoyo de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), Music Creators North America (MCNA) y la Sociedad de Compositores, Autores y Editores de Música de Canadá (SOCAN).
El estudio se divulgó esta semana en el marco del Congreso del CIAM 2014 en Nashville (Tennessee, EE. UU.) y supone la primera vez que los creadores se unen para expresar su preocupación con respecto a las prácticas comerciales en el sector de la música digital y al reparto de derechos por el streaming y servicios de descarga en la red. Segun CIAM, el documento aporta "datos exhaustivos empíricos que sugieren la urgente necesidad de adoptar una alternativa a las actuales prácticas comerciales".
Entre otras conclusiones, el estudio redactado por Pierre-E. Lalonde plantea que el nivel actual de ingresos abonados por los servicios de streaming a todos los titulares de derechos se sitúa entre el 60 y el 70%. En opinión del investigador, esta suma infravalora la música.
"Puesto que dichos servicios están en posición de ser el modelo predominante de consumo de música en el futuro, la remuneración debería revisarse en favor de los titulares de derechos", concluye Lalonde, quien además indicó que el nivel actual de remuneración es insuficiente dada la dependencia de estos servicios respecto de los contenidos musicales.
Hoy los principales sellos discográficos reciben hasta 97% de los ingresos que fluyen hacia todos los titulares de derechos musicales, dejando sólo 3% disponible para repartir entre los compositores, editores de música y otros titulares de derechos.
Una razón para esto es que los servicios de streaming a menudo sólo negocian con los principales sellos discográficos, quienes se supone que representan a todos los titulares de derechos. En algunos casos, no obstante, las discográficas son también accionistas de los servicios de streaming, lo cual sitúa claramente en conflicto sus intereses con los de los artistas, compositores y otros titulares de derechos que dicen representar.
Esta división 97/3 sesga el valor relativo de los dos componentes principales en una grabación musical: la interpretación grabada de una canción, y la canción en sí.
El análisis del estudio sobre música con licencia para su uso en cine, televisión y publicidad amerita por lo tanto cambio hacia "una métrica justa del mercado" que sea compatible con una división 50/50 de los ingresos entre la parte del compositor (que incluye los intereses de la editorial de música), y el rendimiento del artista (que incluye el registro los intereses de la etiqueta).
El texto también lanza un dardo hacia las disqueras al señalar que "ninguna discusión sobre cómo se comparte los ingresos en la industria de la música se puede hacer caso omiso de los principales problemas de la industria de la música con la transparencia".
Para ilustrar, añade el informe, la Comisión Phéline en Francia señaló que los principales sellos discográficos han recibido grandes avances de dinero no recuperable de los servicios de streaming de música. Sin embargo, no hay evidencia de que estos avances se hayan compartido con artistas, compositores y otros titulares de derechos en Europa, los Estados Unidos, o en otro lugar.
Esta falta de transparencia y la opacidad de muchos otros aspectos de la cadena de valor actual, dejan a gran parte de las listas de artistas y compositores en la oscuridad. Del mismo modo, los consumidores tampoco tienen manera de saber qué porción de sus cuotas de suscripción terminan en los bolsillos de sus músicos y compositores favoritos.