La muerte de Ana Camacho Sandí, una mujer querida y respetada en el barrio 15 de Agosto, en Tirrases de Curridabat, sacudió a toda la comunidad. Esta pequeña comerciante, de 56 años, es la más reciente víctima colateral de las luchas entre grupos criminales en el país.
Camacho falleció la mañana de este martes en el Hospital Calderón Guardia, tres días después de haber sido alcanzada por una bala en las afueras de su bazar. Ella iba saliendo de su propiedad justo cuando ocurría un tiroteo.
LEA MÁS: Sicarios en moto atacan a transeúntes en Tirrases

Además de doña Ana, otras dos mujeres resultaron heridas. Una de ellas falleció el mismo día del ataque y la tercera se recupera en un centro médico.
El hecho ocurrió el pasado sábado 19 de julio, en plena vía pública, cuando sujetos a bordo de motocicletas dispararon de forma indiscriminada en una alameda de ese barrio.
La primera víctima mortal fue Jazmín Cordero Hernández, de 39 años, quien falleció en el parqueo de la Clínica Marcial Fallas en Desamparados, a donde fue llevada de emergencia.
Camacho Sandí, conocida cariñosamente como “Anita”, luchó por su vida hasta el martes. Durante esas 72 horas sus familiares, allegados y vecinos se unieron en oraciones y la búsqueda de donantes, un reflejo del cariño que le prodigaban a la señora.
Vecina de todos, pérdida de todos
Desde el momento cuando se supo que la comerciante estaba grave, la comunidad reaccionó con una oleada de solidaridad.
El grupo de Facebook Unidos por Tirrases publicó el domingo una petición urgente de donadores de sangre para ella, con un llamado claro: “Se necesitan 45 donadores para Ana Camacho Sandí en el Calderón Guardia”. Horas después, cientos respondieron.
“Son muchísimas las personas que hacen fila para donar sangre. Miles de bendiciones”, reportó el mismo grupo ese día por la tarde.
La respuesta fue tan abrumadora que incluso la familia de Ana luego expresó su agradecimiento público en el mismo espacio ese mismo día.
Por desgracia, el panorama se tornó más sombrío conforme pasaban las horas.
El lunes por la noche y madrugada del martes, las publicaciones en Unidos por Tirrases se convirtieron en cadenas de oración. A las 6:12 a. m. de este martes, la noticia golpeó a todos: Ana había muerto.
“Comunicamos el fallecimiento de Ana Camacho Sandí. Unidos por Tirrases y toda su familia agradecen a todas las personas que estuvieron cada minuto pendientes de ella. QDEP”.
“Siempre estarás en mi corazón”
La tristeza se reflejó en decenas de mensajes que vecinos, amistades y antiguos clientes compartieron tras la noticia.
“¡Qué triste noticia! Que descanse en paz. Excelente persona, mucha fuerza y resiliencia para la familia. Es increíble cómo la gente buena y trabajadora paga las consecuencias de los demás”, escribió Ginger Norori Espinoza.
“Una persona que uno vio mientras crecía y que siempre lo atendió con mucho cariño... que Dios le dé fortaleza a su familia”, expresó por su parte Raquel Araya.
Aracelly Meza le dedicó unas palabras: “Dios la reciba en sus brazos y le dé fortaleza a Álvaro y a su familia. Anita, un ser maravilloso. Siempre estarás en mi corazón”.
Para muchos, Anita era más que una comerciante. Era una figura familiar, símbolo de cercanía y calidez en medio de una comunidad golpeada por la violencia.
“Una persona muy servicial y excelente ser humano. Nos reímos tanto cuando me dijiste que mi hija era muy hablantina y que qué dicha que la tenía para no aburrirme nunca...”, compartió Priscila Medrano con nostalgia.
La Nación contactó al esposo de Ana Camacho Sandí, pero este declinó brindar declaraciones sobre lo ocurrido. Eso sí, solicitó respeto, privacidad y comprensión para él y el resto de la familia por el duelo que ahora los envuelve.
El caso de Anita es un reflejo de la creciente violencia que afecta a barrios como Tirrases. Personas atendiendo sus asuntos, como ella el sábado, quienes simplemente estaban en el sitio equivocado, terminan pagando el mayor precio de todos en disputas ajenas.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) continúa investigando el caso, el cual ya suma dos muertes y una mujer herida.
Mientras tanto, Tirrases llora a una vecina querida y trabajadora, quien ahora ensancha la estadística de víctimas colaterales que actualiza el OIJ. Con ella, son 18 las personas que han perdido en actos de violencia armada en lo que va del año en tales circunstancias.
Hasta este 23 de julio, Costa Rica acumulaba 493 homicidios dolosos; 9 más respecto a los 484 registrados al mismo mes del año anterior.
