
El viernes 26 de septiembre era un día como cualquier otro para Leandro Mangas. Su madre lo recogió de la guardería y caminó a su lado bajo un intenso aguacero de regreso a casa, en Purral, en Goicoechea. Ese día iba acompañado por dos hermanos suyos y dos primos, todos menores de edad.
El agua corría con fuerza por los caños y su madre hacía lo posible por guiarlos, mientras las corrientes también se desbordaban sobre la acera. Todos se tomaron de las manos al cruzar la calle y, una vez seguros, sobre la siguiente acera, Leandro se adelantó solo unos pasos.
Pisó lo que parecía ser la continuación de la acera, completamente cubierta por el agua, pero su pie entró en una alcantarilla sin varillas, sin tapa y con el tamaño suficiente para que la corriente lo arrastrara con fuerza en cuestión de segundos.
Su madre intentó sujetarlo, pero no alcanzó a llegar a él.
El pasado jueves, tras siete días de labores, la Cruz Roja Costarricense suspendió la búsqueda de Leandro, quien cumpliría seis años en menos de dos meses. Casi 200 cruzrojistas participaron en el operativo, que se extendió desde la alcantarilla en Purral hasta el río Tárcoles, atravesando quebradas y afluentes.
En adelante, un nuevo despliegue de socorristas dependerá de cualquier indicio o alerta sobre la posible ubicación del menor.
Tras la noticia, sus familiares atraviesan un dolor que las palabras no alcanzan a reflejar. Así lo manifestó Everilda Mangas, tía del menor, a La Nación. La familia permanece en vilo y no pide ayuda económica ni material, sino el apoyo de la población y de las autoridades para hallar al pequeño.
“Nosotros no estamos pidiendo nada, porque ni siquiera tenemos el bebé. La única ayuda que nosotros necesitamos es que ojalá viniera otro grupo a ayudarnos a buscar al bebé (...) La única ayuda que nosotros estamos solicitando es que nos ayuden a seguir buscando al niño”, manifestó.
Leandro caminaba sonriente, como todo niño debería hacerlo. Así se le ve en videos difundidos por sus familiares, tomado de los hombros de su primo, de una edad similar, con quien pasaba las horas y compartía tardes de juego.

La noticia de su accidente estremeció a los vecinos de la zona y el impacto trascendió al resto del país. El pasado miércoles, vecinos y allegados del niño organizaron una vigilia en el sitio donde fue arrastrado por la corriente. Con globos blancos y candelas encendidas sobre la acera, pidieron por su alma y suplicaron, en un acto de fe, que regrese a su familia y descanse en paz.
Tras la partida de Leandro, la alcantarilla fue sellada con barrotes de metal para evitar que ocurra otra tragedia similar. ¿Quién se hará responsable por la muerte del niño? La familia aún no está preparada para enfrentar un proceso judicial, según afirmó Everilda, tía del menor.
La madre de Leandro solicitó apoyo psicológico para ella y sus otros hijos, quienes todavía no logran asimilar la pérdida.
Everilda añadió que quizá en el futuro, cuando esté lista, la madre acudirá a presentar una denuncia, pero por ahora, su único interés es encontrar a su hijo.
