
Keyna Calderón, corresponsal de La Nación en Cartago y vecina de barrio El Carmen, en la Vieja Metrópoli, fue testigo de cómo un sujeto sustrajo señales de tránsito el domingo 3 de abril por la noche, cuando la ciudadanía esperaba los resultados de las elecciones nacionales y nadie estaba atento a lo que ocurría en las calles de su comunidad. Este es el relato del robo, ocurrido apenas dos días después de que instalaran la demarcación:
El viernes 1.° de abril y debajo del fuerte sol que imperaba en el centro de Cartago, unos trabajadores (supongo contratados por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes) terminaban de colocar las últimas señales de tránsito, ya que días atrás venían también pintando las calles aledañas al Asilo de la Vejez y el Centro Educativo Dr. Carlos Sáenz Herrera (conocido como la escuela de Niños Sordos), todo esto es entre los 200 y 300 metros al norte del Mercado Municipal de Cartago. El cambio en la señalización era necesario porque varió el sentido de unas calles aledañas y por las cercanías de la escuela, donde asisten desde bebés con sus familiares, hasta niños de 12 años.
“El viernes pasadas las 4 de la tarde dos muchachos estaban terminando de colocar las señales, una de ellas a la par de mi casa. Como el sol estaba tan pesado, la botella de agua de ellos estaba caliente y me ofrecí a que agarraran agua fresca y limpia de un tubo que tenemos en la cochera. Justamente le dije a uno de ellos que ojalá amanecieran porque todo se lo roban... Y él me contestó: ‘Cállese, viera cómo se las están robando’.
Al día siguiente bien temprano vimos que todas estaban, pero no nos acordamos más. El domingo en la tarde veníamos de las votaciones, cuando una cuadra antes de llegar a la casa escuchamos a unos vecinos comentando que una de las señales no amaneció y que la acera quedó despedazada. Cuando llegamos a nuestra calle vimos que hacía falta una de ellas también, que decía No virar a la izquierda.
Mi esposo llegó antes de las 8 p. m. ya que venía de colaborar en las votaciones y me comentaba que quién sería el que se robaba esas señales, pero que había un hombre en la esquina frente a la escuela y que al rato era ese. Yo le dije: ‘ay no creo, porque deben ser varios’. A los dos minutos que me asomé, vi que ese mismo hombre aprovechó que a esa hora había poco tránsito de carros y paso de personas y estaba empuje y empuje la señal. Mi esposo se iba a ir a gritarle, pero le dije que mejor no porque uno no sabía que hubiera represalias después.
Llamé al 911 y expliqué todo y me dijeron que iban a pasar el reporte a Fuerza Pública. Como nadie llegaba y la Comandancia está a escasos 300 metros de donde esto ocurría, me pude comunicar con uno de los jefes de Fuerza Pública de Cartago que de inmediato me dijo que enviaría una patrulla.
El hombre prácticamente ya tenía en el suelo la señal de Alto y cuando vio la patrulla salió corriendo pero lo lograron agarrar, sólo que minutos después lo soltaron. Los policías optaron por llevarse la señal de Tránsito para resguardarla por prácticamente ya estaba arrancada.
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Ayer lo vimos en la casa de uno de los vecinos, que también le contó a los policías lo que ocurría, nos imaginamos para reclamarle por acusarlo.
Según datos de Ingeniería de Tránsito, el promedio de reposición de una señal completa es de ¢105.000 (plantilla y poste) y cuando es solamente la plantilla es de ¢55.000.

