Sebastián Bodden, de 35 años, lleva el mismo nombre de su padre, de 72, fallecido en un incendio el 7 de setiembre. Aquel fue un golpe por partida doble pues la tragedia también cobró la vida de su madre, Flory Valverde Coghi, de 70.
Un fallo en la instalación eléctrica de su casa, en Cuatro Reinas de Tibás, fue el origen de la conflagración al inicio de la mañana.
El hijo mayor de la pareja nunca olvidará la llamada que recibió de sus vecinos mientras se encontraba en su trabajo, en Alajuela, para decirle que la casa se estaba quemando. Cuando llegó a Tibás se enteró de que sus padres murieron atrapados en la vivienda.
“Se quemó la casa, pero lo que más me duele y no supero es la muerte de mis papás”, narró este lunes, 52 días después de la tragedia.
Según el Cuerpo de Bomberos, dramas como ese se repiten con alguna frecuencia sin que la mayor parte de la ciudadanía comprenda que a cualquiera le puede ocurrir y que algunas medidas sencillas pueden marcar la diferencia.
“El tico es muy confiado. No somos conscientes del riesgo. Hace falta tomar conciencia para pasar a acciones concretas de prevención”, dijo Héctor Chaves, jefe de Bomberos.
Como narró Bodden Valverde, su casa tenía más de 35 años, fue construida en tiempos en que no existía Código Eléctrico, que rige desde el 2012 y en el cual se establecen requisitos como cables eléctricos entubados así como uso de materiales y equipos de calidad.
“Siempre pensamos que eso no nos va a pasar a nosotros”, afirmó.
El problema de instalaciones eléctricas en malas condiciones es común en gran cantidad de barriadas con décadas de fundadas, por esa razón, posiblemente, también se vuelve una causa común de incendio.
Según los datos de Bomberos, este año fue el origen del 37% de las emergencias por fuego. Históricamente se repite como la principal.
En el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) le dijeron a Sebastián Bodden que la causa del incendio que mató a sus padres fue un cable que se recalentó en la habitación de su hermano Andrés, de 33 años. Andrés había salido de la casa hacia el trabajo 15 minutos antes de que se desatara el incendio, que comenzó a las 6 a. m.
Aunque sus padres estaban despiertos a esa hora, el fuego comenzó en la parte frontal de la propiedad y como la puerta principal era la única de entrada y salida, no pudieron escapar.
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La rápida llegada de los bomberos de Tibás para extinguir las llamas impidió que estas alcanzaran los cuerpos de los dos adultos mayores, pero no pudo evitar la asfixia por el humo. Ella quedó en la sala y él en el pasillo.

El jefe de Bomberos recordó que cuando hay niños y adultos mayores en viviendas, se deben extremar las medidas de prevención, pues a ellos se les hace más dificil evacuar.
Entre las medidas básicas que se deben tomar, está la instalación de detectores de humo que son de fácil instalación y cuestan entre ¢8.550 y ¢15.500. Esos dispositivos trabajan con baterías y alertan con un sonido fuerte y una luz cuando detectan humo, lo que permite a los ocupantes de la casa ganar valiosos minutos para salir a tiempo en caso de incendio y salvar sus vidas.
“Ahora todo el mundo vive encerrado como en jaulas, por temor a robos. Todas esas casas tenían patio, pero las fueron cerrando por miedo. Si yo pudiera devolver el tiempo hubiera cambiado la instalación eléctrica y tomado otras previsiones”, agregó Sebastián Bodden.
A partir del incendio que vivieron, dice, algunos vecinos compraron extinguidor y otros reactivaron las pólizas para prevenir situaciones como las que ahora afrontan él y su hermano, que quedaron solos y sin recursos para levantar su casa, donde todavía están en labores de escombreo, pues incluso el pick- up de su padre se quemó y todo lo demás se dañó por el fuego y el agua.
“La vida no tiene precio. Esto no se supera de la noche a la mañana, no se olvida, pero hay que echar para adelante”, expresó.
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Este año 21 personas han fallecido por incendios. El caso más reciente ocurrió en Peñas Blancas de San Ramón, Alajuela, donde un niño de tres años murió al incendiarse su casa. Dos días después, en el Hospital San Juan de Dios, también perdió la vida su abuelo, Eduardo Ballestero, de 53, producto de las quemaduras sufridas cuando intentó rescatar al menor.
Ya la cifra superó el total de fallecidos del año pasado, que cerró con 14. Al sumar los muertos en incendios del 2010 hasta hoy la cifra llega a 154.

El jefe de Bomberos dijo que en los últimos años se usa el fuego para tratar de ocultar evidencias en asesinatos y por eso aparecen cuerpos quemados en cajuelas de carros y otros sitios.
Por eso en las estadísticas de víctimas en incendios, en algunos casos deben esperar la autopsia para descartar la posibilidad de que las víctimas hubiesen fallecido por otra causa.
Cuando los restos lo permiten, los médicos forenses analizan las vías respiratorias o residuos en sangre de algunas personas que aparecen en incendios. Ello para determinar si respiraron los gases o no. Si no hay residuos tóxicos se concluye que esa persona estaba muerta antes de que comenzara el incendio.
Los datos también evidencian que más del 90% de las personas fallecidas en incendios se asfixiaron por respirar los gases antes de que las llamas las alcanzaran.
Los gases calientes y tóxicos llegan a temperaturas de hasta 600 grados Celsius en una habitación.
Igual ocurre en la creciente ola de muertes por accidentes de tránsito, donde deben determinar si las personas fallecen por el impacto o por un posterior incendio.
Las bombas molotov son otro dispositivo que ha cobrado relevancia en los casos de incendios provocados. A veces por venganzas los delincuentes las tiran contra viviendas o locales.
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Humo que desorienta
En un incendio, los niños tienen a meterse debajo de las camas o en un clóset, sitios donde muchas veces los encuentran los bomberos al controlar el fuego. Otras personas aparecen en la ducha, porque no saben que el fuego calienta hasta vaporizar el líquido y destroza las tuberías de agua con las que pretenden salvarse.
Si el fuego se inicia lentamente, la persona comienza a respirar el monóxido y entra en estado de narcosis que la desorienta. Los bomberos han encontrado personas detrás de las puertas, con las llaves en la mano, pero que ni siquiera pudieron introducirla en la cerradura por la pérdida de conciencia, desesperación y nervios.
Los bomberos insisten en nunca dejar solos a los niños, adultos mayores o personas con alguna discapacidad, pues en las escenas de incendio son los más afectados.
A veces, después de la tragedia, llegan los responsables del cuido destrozados y lamentando que solo salieron unos minutos a hacer un mandado.
En algunos casos, incluso los han dejado encerrados y cuando los bomberos llegan batallan contra puertas de hierro, alambre navaja, rejas, cercas electrificadas y otros elementos que dificultan su entrada y hasta deben usar equipos hidráulicos para entrar.
“Cuando se perciba olor a quemado, destellos o mal funcionamiento de equipos se debe dejar de usarlos. Toda familia debería conocer las rutas de evacuación, el número a que llamar (9-1-1) y asegurarse de que todos salgan”, dijo Chaves.
Casas en lo alto
En la última década, en Costa Rica se han incrementado las construcciones verticales. Las torres de apartamentos son el hogar de miles de familias.
Para visar los planos, el Cuerpo de Bomberos exige que todos los edificios de más de tres pisos tengan escalera de emergencia. Si el área supera los 2.500 metros cuadrados debe tener un sistema de gabinetes con mangueras contra incendios.
Si esos edificios se usan para hospitales, centros comerciales o cines deben tener rociadores de agua, un método que tiene más de 100 años y que permite detectar y extinguir el fuego al mismo tiempo.
"En esas edificaciones la gente cree que vamos a llegar con las plataformas, pero no siempre es así. La estrategia es combatir el fuego por dentro, pues la plataforma si acaso llegaría al piso 8”, explicó Chaves.

Incluso, dijo, en Estados Unidos, donde hay rascacielos, usan plataformas más pequeñas, pues la teoría lleva a controlar el fuego desde dentro y debe haber facilidades para los bomberos y los ocupantes.
“En cualquier incendio en edificios altos, la prioridad es apagar el fuego, más allá que evacuar, lo que es diferente en una casa, donde la prioridad es sacar a los ocupantes.
De no ser así en las torres, el edificio puede llegar a colapsar y los que estén arriba del fuego morirían.
“Esto nos ha obligado a generar lineamientos y hacer simulacros porque en un edificio alto la velocidad de propagación del fuego es mucho mayor, ya que el calor siempre tiende a subir” dijo.
En construcciones verticales la primera llama que sale comienza a precalentar y rápidamente todo se convierte en una chimenea, por eso se pide crear compartimentos entre pisos. Esos elementos estructurales impiden el paso del fuego.
Chaves puso el ejemplo de una candela, aunque usted la vuelque, la llama siempre va hacia arriba y el calor también. “Si uno acerca el dedo a la llama por un lado casi no se percibe el calor, pero al ponerlo en la parte de arriba quema”, dijo.
Todos los ductos eléctricos y mecánicos deben estar sellados con una pasta especial en cada piso. La idea es que en caso de incendio el ducto no sea un mecanismo por donde pase de un piso a otro con facilidad.
En los ventanales también se construyen parapentes o divisiones para evitar que el fuego pase de un piso a otro.
Ahora no se permiten construcciones tipo piramidal, como la del edificio de la Contraloría General de la República, en Sabana, pues, en un incendio, el fuego se desplaza con gran facilidad de un piso a otro por la disposición no alineada de los ventanales.
“Son complicados, son de mayor riesgo, pero si se construyen adecuadamente no tienen porque representar problemas. Vea el caso de Estados Unidos, que está lleno de edificios así, pero hay normativa”, concluyó.

