A dos semanas de la tormenta que provocó estragos a lo largo de la ciudad de Cartago y alrededores, Milagro Brenes y su padre, Rafael Brenes, siguen alertas ante cualquier lluvia que caiga sobre su comunidad, en el distrito de Aguacaliente, pues temen que se vuelva a inundar su casa como ocurrió el 8 de junio.
“Ayer (jueves 20 de junio) llovió muy fuerte también, con viento y todo. Entonces, ya uno se pone a subir todo y tratar de tener todo en alto, porque en cualquier momento uno nada más ve que el agua viene para adentro. Ya está uno con esa inquietud cada vez que va a llover”, reconoció Milagro, quien vive con su papá, dos hijas y dos nietos.
Ella contó a La Nación este viernes que su casa fue de las más afectadas por el desborde del río que pasa cerca y que también inundó varias viviendas en el barrio.
Ese día, el agua empezó a subir media hora después del inicio de las lluvias, y en cuestión de segundos dañó sus roperos, un colchón, la refrigeradora, la lavadora, cocina, trastes y ropa.
“Los roperos se desarmaron por el agua. Las puertas de los cuartos también se desarmaron y hay paredes que están dañadas”, detalló.
Ese sábado, sus nietos lloraban asustados y tuvieron que trasladarlos a la casa de un hermano de ella, en un segundo piso, para mantenerlos tranquilos y a salvo.
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Los daños ascendieron a al menos ¢2 millones. De momento, han recibido comida y trastes por parte del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), así como un colchón prestado por un vecino. Aún siguen a la espera de recibir la colaboración suficiente para comprar nuevos electrodomésticos.
Agregó que esta es la segunda vez que les pasa esto, pues fuertes lluvias en el 2015 también provocaron inundaciones en la localidad.
Don Rafael indicó que una de las razones por las que el río se desbordó es por la construcción de un puente que dejó poco paso al agua, y cuando el caudal aumentó, el pasado 8 de junio, el agua subió hasta la carretera y se metió a las casas.
El vecino también se mostró descontento por lo que consideró inacción de la Municipalidad de Cartago ante ese problema.
“Si usted no paga el agua, vienen y la cortan; si no paga la luz, meten la cuchilla, pero hay que estar pagando impuestos. Ellos no ven eso, ellos no lo ven. ¿Qué vamos a hacer?”, cuestionó.
Al menos 100 casas dañadas
La Municipalidad de Cartago estimó que al menos 100 casas sufrieron algún tipo de afectación por la tormenta, mientras que los daños totales ascendieron a los ¢2.000 millones, de los cuales cerca de ¢100 millones corresponden a infraestructura pública que debe ser reparada por el municipio.
El 8 de junio, aguaceros con ráfagas y granizo provocaron inundaciones, cortes de luz y caída de árboles en varios puntos de Cartago, incluyendo el desprendimiento del techo del Estadio José Rafael Fello Meza mientras un grupo de personas se resguardaban después de ver un partido.
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En algunos lugares, como cerca del centro comercial Paseo Metrópoli, se observaron carros atrapados en medio de una inundación a lo largo de la carretera. Además, en los Diques de Taras hubo deslizamiento de tierra.
De igual forma, en el Hospital Max Peralta se reportó ingreso de agua, pero las autoridades del centro médico señalaron que la situación se mantuvo bajo control y la atención de los pacientes continuó con normalidad.
El alcalde de Cartago, Mario Redondo, afirmó que luego de estos hechos se reunió con la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) para buscar que se declarara como emergencia lo ocurrido ese día. No obstante, en esa entidad le indicaron que la magnitud de los daños no fue suficiente como para hacer la declaratoria, lo que limita la cantidad de recursos que se pueden girar para las reparaciones.
“Quedamos en habilitar una mesa de trabajo en la que estamos invitando al la Dirección de Aguas y la de Geología y Minas. Tuve también una reunión anteayer (martes) con la gente de la Comisión de Emergencias aquí en Cartago y los del Quebrador Ochomogo, que tienen el deslizamiento Banderillas”, agregó.
Redondo detalló que los procesos de reparación pueden ser complejos, pues se requiere realizar varios trámites ante diferentes instituciones antes de derribar árboles riesgosos y dragar ríos. Añadió que el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), encargado de varias de estas gestiones, tiene personal muy limitado, lo que dificulta la reconstrucción.
Otro reto para el país es la falta de infraestructura moderna que se adecúe a las nuevas condiciones climáticas, consideró el alcalde.
“En varios lugares tenemos alcantarillados pluviales o sistemas de evacuación que están obsoletos o que son relativamente viejos. Si usted suma al hecho de que esos alcantarillados eran insuficientes en condiciones de lluvia normal, ahora, con el cambio climático, es mucho peor”, afirmó.