"Salí de Paso Canoas a las 4:30 p.m. del miércoles con apenas dos personas; de camino, se fue subiendo más gente. Llovía demasiado desde que salí de Canoas (...) En Pérez Zeledón llamé al Tránsito (para conocer sobre el Cerro de la Muerte) y la respuesta fue 'no sabemos , de momento está abierto'. Para ese momento, ya eran cerca de las 9 de la noche"
Así inició su relato vía telefónica Andrey Alonso Solís Castro, chofer del bus número 37 de la empresa Tracopa, que viajaba el miércoles en la noche entre Paso Canoas y San José con 12 pasajeros y un bebé, y que quedó atrapado en el Cerro de la Muerte cuando la Tormenta Nate produjo derrumbes en la Interamericana sur.
El sábado en la mañana cuando conversó con La Nación aún seguía atrapado entre los derrumbes. Los pasajeros fueron rescatados el viernes, pero el conductor aún esperaba que la maquinaria terminara de limpiar los terraplenes para poder salir de ese lugar con el automotor. Según dijo, a esa hora ya se podían escuchar las máquinas trabajando a pocos kilómetros. Por la tarde el representante de la empresa, Alfredo Villalobos confirmó que Andrey ya iba en el bus rumbo a Pérez Zeledón.

"Cuando empecé a subir, me topé una fila de tráileres parados porque había obstáculos de barro. Los logré pasar. Cuando llego a la vuelta de las Monjas, llamé a Edwin, mi compañero que venía de San José y me dice que le acaba de caer un derrumbe a dos metros del bus. Ya ellos estaban atrapados, así que pedí autorización para devolvernos", relató.
Dar vuelta en un bus de 58 pasajeros en el angosto tramo de la Interamericana Sur no era tarea sencilla, por lo que para regresar también debía buscar un lugar seguro.
"Buscamos un lugar donde pudiera dar la vuelta, mi preocupación era la gente. Cuando llegué despúes de El Jardín, me encontré otro derrumbe cayendo en ese momento. Eché para atras, no tenía dónde dar vuelta, las piedras caían y se escuchaba un estruendo muy fuerte de material cayendo, retrocedí hasta encontrar un lugar seguro donde no estaban cayendo piedras", contó Andrey sobre el momento en que quedaron atrapados.

Así empezaba una de las peores noches de su vida. Según recuerda, por momentos la gente deseperaba y el temor los acompañaba, pero en la mayoría del tiempo procuraron mantener la calma.
"La primer noche fue terrible, todo el mundo temblaba de frío, a la bebé le dimos cobijas, camisas, todo lo que teníamos para que tuviera una noche tranquila y estuvo bien, la bebé no lloró en toda la noche, se portó a la altura".
"Pasamos todo el jueves metidos en el bus porque llovía demasiado. Busqué un vecino que nos ayudó con café y comimos galletas, agua y lo que teníamos en el bus. En un momento, la mamá del bebé entró en pánico, pero luego se mantuvo la calma. El jueves en la noche, entre unos pasajeros y yo conseguimos que le dieran posada a ella y al bebé en una de las casas vecinas", recordó.
Al final del día, conforme mermaba la lluvia también surgía la solidaridad, pues además de la cama para la mamá y su bebé, los mismos vecinos también compartieron café y "gallitos" con los pasajeros atrapadados.
"La segunda noche se quedaron en una casa la mujer y la niña de tres meses. Las otras mujeres (cinco en total) se quedaron en las otras dos casas vecinas, que les dieron posada. Nos quedamos en el bus solamente los hombres (...). Si yo le digo que he dormido es mentir, al principio el agotamiento le puede a uno, pero la primer noche no dormí porque estaba con miedo, llovía mucho, la segunda noche logré dormir de 10 de la noche a 1 de la madrugada. Después de esa hora ya nadie podía dormir por el frío, estabamos a 6 grados", dijo.
El viernes en la mañana, los vecinos les prestaron baños y les dieron café y tortillas con queso. A eso de las 10 a. m., llegó el primer grupo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) con víveres que los habitantes de esas casas aledañas les prepararon para el almuerzo.

Pasada la 1 p. m., el personal de la Comisión comenzó a evacuar a los pasajeros y conductores de los vehículos que también habían quedado atrapados entre al menos seis deslizamientos.
LEA: Rescatan a pasajeros atrapados en bus, tras 42 horas en el cerro de la Muerte
En el lugar había tres camiones, un cisterna con gasolina y varios vehículos livianos. Algunos de los conductores al igual que tres pasajeros del bus optaron por irse caminando horas antes de que llegara la CNE.
La noche del viernes, Andrey durmió solo en el bus. Aunque el frío siempre ataca en la madrugada, la experiencia fue menos trágica que las dos anteriores. Los vecinos nuevamente salieron al rescate y les prestaron cobijas a él y tres traileros que también se quedaron con sus vehículos.
"Hoy está haciendo un día hermoso, ya se escucha la maquinaria como a cinco kilómetros de donde estoy en esta loma, me preocupa mi compañero (el del otro bus que quedó atrapado unos kilómetros más arriba), ellos (CNE) me dicen que está bien, le están llevando comida mediante una moto, él se quedó entre La Auxiliadora y División.

Andrey cuenta que su esposa y sus dos hijos están preocupados, pero agradece a la empresa de buses para la que trabaja que lo ha apoyado tanto a él como a su familia.
El chofer con más de 14 años de experiencia asegura que aunque en ocasiones anteriores ya había atravesado el Cerro de la Muerte en medio de tormentas, nunca había vivido algo similar.
Nota actualizada a las 3:42 p.m. con la información de que el bus pudo iniciar el regreso a Pérez Zeldón, tras la limpieza de algunos derrumbes.