“A Randall, ese tipo de cosas siempre le molestaban mucho, ver que asaltaran a alguien.
“En algún momento habíamos hablado, porque una vez alguien que quiso ayudar a una persona, murió. Y entonces yo le decía a él: ‘uno no se puede meter en esas cosas (...) porque uno no sabe cómo anda la otra persona, si anda armada o no’. Lamentablemente por bueno, no lo pensó...”
Rosibel Aguilar Corrales, esposa de Randall Ulloa Acuña, quien murió el jueves al recibir una puñalada en el pecho cuando defendió a una mujer que era asaltada en La Sabana, San José, recordó este viernes que su compañero sentimental era una persona que siempre le gustaba ayudar a la gente “le agradecieran o no.
"No le importaba. Él decía que uno hacia las cosas porque quería, no porque le agradecieran nada”.
El asesinato de Ulloa se produjo el jueves a las 6:05 p. m. luego de que este ingeniero en sistemas de computación bajó de un autobús que lo transportó de su lugar de trabajo, la empresa Advision Development, en Santa Ana.
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"Él venía de trabajar. Se bajaba ahí en La Sabana y caminaba hacia un apartamento en Nunciatura (al oeste de La Sabana), donde vivimos. A él le encantaba pasar caminando por La Sabana, era parte de sus cosas. Llegaba a las 6:20 p. m. De hecho ya habíamos coordinado porque lo estaba esperando, con una amiga para comer.
"Como a las 5:15 p. m. me dijo que ya venía por el Country Club (Escazú). Cuando se dio la hora y no llegaba, salimos ahí a comprar helados.
"En eso venía una indigente gritando cosas y entre las cosas que gritó es que habían matado a una persona en La Sabana.
“Como estábamos cerca de mi casa, le dije a mi amiga que fuéramos a sacar el carro porque sabía que Randall caminaba por ahí. En un momento pensé que le había pasado algo, o se quedó ahí ayudando. Jamás de que me lo iba a encontrar a él.
"Saque el carro, le di la vuelta a La Sabana y fue cuando llegué a donde estaba...”
Entrenaba en La Sabana
Randall Ulloa, de 39 años, oriundo de San Rafael de Oreamuno, Cartago, era una persona que le gustaba el atletismo y junto con su esposa Rosibel Aguilar salían a entrenar, regularmente en La Sabana.
"Nosotros somos corredores de maratón desde hace mucho. Yo corría con él a las 2:30 a. m., bueno a esa hora era que salíamos.
"A esas horas en que hemos salido nunca nos intentaron hacer nada. Los que están ahí son los muchachos de las grúas. A esa hora no pasa nada.
“Cuando se dio que estaban violando mujeres o intentándolas tocar pusieron patrullas. Se parqueaban ahí, aunque sea a mensajear. Cuidan una, dos o tres semanas y se van.
“En este país, la gente ve que le están robando a alguien y se hacen de la vista gorda. Lamentablemente se va haciendo muy fría. No ayuda, bueno, siempre aparece gente como Randall que no le importa nada, tuvo la oportunidad de ayudar y no lo pensó”.
Randall Ulloa había participado recientemente en la maratón de Tamarindo y antes había participado en la de Indianapolis, en Estados Unidos. Para el año entrante pretendía estar en la de Berlín, Alemania.
El funeral de Ulloa se realizará este sábado a las 9 a. m. en San Rafael de Oreamuno.