Venus, la diosa romana del amor, la belleza y la fertilidad, dormía plácidamente en sus aposentos. El travieso Cupido (que se cree que es hijo de la deidad con Marte, el dios de la guerra), jugueteaba a su alrededor hasta que involuntariamente una de sus flechas salió disparada y cortó las uñas de Venus.
Asustado por lo que había hecho, Cupido esparció los restos de las uñas de Venus por la arena de las playas de la Tierra. Al ver tremendo error, Las Parcas (dueñas del destino de los hombres y de los dioses) decidieron convertir los restos de las uñas de Venus en las piedras preciosas que hoy conocemos como Onix, para que ninguna parte de la diosa muriera.
Desde la mitología romana con Venus, Cupido y Las Parcas como protagonistas, o bien, desde la griega con Afrodita, Eros y Las Moiras; la historia del arte de la manicura también está llena de románticos relatos.
Las uñas de Venus se convirtieron en algo hermoso para la vista, lo mismo ha pasado con el arte de la manicura con el pasar de los años.
De hecho, la historia antigua nos lleva también a Babilonia, Egipto, Roma, Turquía y los tiempos bíblicos donde hay registro de que los guerreros pintaban sus uñas antes de los combates o que las mujeres teñían no solo sus cabellos sino también sus uñas con pétalos de rosa hervidos, cera de abeja, clara de huevo o jugo de henna.
Así las cosas, el Art Nail (como se le conoce) ha estado presente en la vida de los seres humanos desde siempre. Ahora no solo se trata de un tema de estética, sino que abarca la higiene y la sanidad de las manos, que al final de cuentas, son nuestra principal herramienta de trabajo.
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Profesionalización
Los tiempos cambian, las tendencias también. Atrás quedaron las formas rústicas de adornar las uñas para darle paso a técnicas complejas que han llevado al oficio a convertirse en un arte completo que implica talento y especialización.
Los métodos pasaron rápidamente de aquellas florecitas blancas hechas con palillos de dientes sobre el famoso color rojo pasión a diseños creados en tercera dimensión complementados con adornos de diminutos cristales o muñecas dibujadas finamente a mano. Las uñas son un lienzo para el arte en miniatura.
¿Se acuerda de cuando se pegaban uñas postizas (y de paso las yemas de los dedos) con la famosa “goma loca”? ¿O cuando había que agitar al viento las manos por al menos una hora para que el esmalte no quedara pegado en las cobijas? Lo peor era golpear la uña en algún lado y tener que empezar de nuevo el proceso del pintado. Todo eso está en el olvido.
La manicura se ha encargado de embellecer y cuidar las manos de las mujeres –y también de los hombres– que sacan al menos tres horas de su tiempo para que dedos y uñas se vean hermosos y saludables.
No solo se trata de especializarse en diferentes tratamientos higiénicos, sino en llevar al máximo la creatividad para cumplir con las últimas tendencias de la moda y las exigencias de las clientas.
Aunque en su mayoría son las mujeres las que van a “hacerse las uñas”, también es recomendable para los hombres realizarse cada cierto tiempo un buen tratamiento para evitar enfermedades.
Actualmente hay tantas técnicas como colores, esta es la razón por la cual las manicuristas realizan constantemente cursos para mejorar sus habilidades y ampliar sus conocimientos porque los cambios son muchos.
Por ejemplo, ya no se usan aquellos paquetitos de uñas de plástico para hacerlas ver más largas; ahora se moldean directamente sobre la base de las originales con productos como acrigel, gel, acrílico o porcelana. Antes de esto se debe de realizar una limpieza profunda del área: cutícula, manos, dedos o uñeros. El proceso es meticuloso, de cuidado, y debe de realizarse con utensilios especiales que van desde limas, aceites, cortaúñas, paletas, pinceles y brochas de todo tipo y tamaño.
“Es importante que el área de trabajo esté completamente limpia. La manicurista debe de utilizar guantes desechables para aplicar los productos y de paso evitar algún tipo de contaminación en la uña tanto de la clienta como en las manos propias”, explicó la manicurista Rebeca Delgado, quien hizo de esta profesión su trabajo diario hace más de seis años.
Las especialidades de esta artista son el diseño y la decoración, pero también aplica otras como el 3D, encapsulado, cristales, craquelado y tantas otras técnicas disponibles en el mercado. Para lograrlo, invierte también en productos especiales como esmaltes semipermanentes, aparatos de secado, accesorios, polvos, geles e instrumentos. No se vale escatimar porque en su accionar está la salud y la belleza de las manos de otros.
“Si se sabe manejar las uñas largas, estas no estorban. Con las técnicas actuales se puede hacer de todo: lavar platos, cocinar, trabajar con maquinaria, de todo; siempre y cuando se haga con cuidado”, recomendó Delgado. Uno de los secretos para el cuidado de este arte en miniatura y de la salud de las manos es realizar mantenimientos al menos cada 15 días.
Una pasión
Que si largas, pequeñas, cargadas de adornos, sencillas, con brillos, de un solo color o multicolores. Lo que la clienta desee se le cumple.
Las preferencias son tan variadas que se dice que las uñas reflejan la personalidad de cada una. “Considero que es una cuestión más allá de la estética, podemos apuntar más a la mejora de la autoestima que genera el verte bien arreglada”, explicó la manicurista Annia Quirós, oriunda de Limón, pero que vive y trabaja en Pérez Zeledón.
Annia se comía las uñas y para dejar ese hábito decidió pintárselas ella misma, así comenzó con su pasión: primero eran las familiares y después las vecinas las que se acercaban para que les arreglara las uñas. “Estaba sin empleo y mi papá me recomendó que me inscribiera en un curso básico, así comenzó todo. Ahora me hace mucha gracia ver los diseños que hacía antes, pobrecitas mis clientas en ese tiempo”, dijo la artista que se especializa en los relieves en tercera dimensión.
Con su trabajo como manicurista, Annia mantiene su hogar y también le ayuda a sus papás. “Para la salud también es importante mantener las manos arregladas. Estamos a diario en contacto con todo tipo de bacterias, productos de limpieza y artículos en el trabajo”, agregó Quirós.
La manicurista Jogebeth Padilla, vecina de Alajuelita, también encontró en este arte su manera de subsistir. “Comencé a pintar cuando tenía como 11 o 12 años. Recuerdo que cobraba como ¢100 por hacerlo y ahí descubrí que tenía talento y que me gustaba. Años más tarde retomé el trabajo, me especialicé y ahora es mi oficio”, recordó Jogebeth.
Para ella la mayor satisfacción es ver a sus clientas felices con los resultados. Esta artista gusta de realizar lo que se conoce popularmente como “bling bling” que es básicamente cargar las uñas con todo tipo de brillos, diseños y muchos colores.
“Las mujeres, por ejemplo, hablamos mucho con las manos, hacemos muchos ademanes, y llevar las uñas arregladas también es una manera de mostrar nuestra personalidad”, comentó la joven manicurista.
Para gustos los colores y para extravagancias también. El mundo de la manicura está lleno de creatividad elevado al talento de grandes artistas que muestran sus obras en lienzos diminutos.