
“Mis hijos están tan asustados. Mi hija está asustada de ir a la escuela. Me dijo: ‘Mami, ¿me van a disparar?’, dice una madre de la secundaria Marjory Stoneman Douglas, en Parkland de Florida, en un video de redes sociales del canal de Al Jazeera AJ+.
“Los chicos no se van a detener. Hablan con elocuencia, están determinados. Esta es la masacre que conseguirá los cambios que necesitamos tan desesperadamente en el país”, asegura la mujer.
Memorial For School Shooting VictimsListen to this mother's powerful words on why kids are our hope for gun reform.
Posted by AJ+ on Tuesday, February 20, 2018
Las secuelas del último tiroteo mortal en un centro educativo estadounidense son 17 fallecidos, 14 heridos y una efervescente polémica por las políticas laxas de posesión de armas en el país.
Se convirtió en la masacre escolar más sangrienta de la historia de Estados Unidos y reemplazó el lugar aleccionador que antes tenían las 15 víctimas mortales de la de Columbine (1999).
Tras días de manifestaciones en Parkland y el llamado a una protesta nacional el 20 de abril para conmemorar los 19 años de Columbine, el presidente Donald Trump se sentó en uno de los comedores de la Casa Blanca a escuchar a los sobrevivientes.
La tarde del miércoles pasado, Trump sostuvo en su mano una tarjeta con las frases que repitió frente a amigos, familiares y profesores de los muertos de la secundaria Stoneman Douglas.
“¿Qué es lo que más quieren que yo sepa de su experiencia?”
“¿Qué podemos hacer para que se sientan mejor?”
“Los escucho”.
Pero los reclamos y peticiones que Trump escuchó son parte del mismo discurso al que se opuso en su campaña presidencial.
“Me levanté con las noticias de que mi mejor amigo había muerto. No entiendo cómo es que podemos ir a una tienda y comprar un arma de guerra como un fusil de asalto. ¿Cómo es que es tan fácil comprar este tipo de arma? ¿Cómo es que no lo detuvimos después de Columbine? ¿Después de Sandy Hook?”, dijo el estudiante Samuel Zaif frente al presidente de Estados Unidos.
Las 17 víctimas


Fueron 17 chicos y adultos los que murieron en el tiroteo de Parkland en Florida.
Siete de los estudiantes tenían 14 años. El mayor de los fallecidos tenía 49 años y trabajaba como el director de atletismo del colegio.
Cuatro muchachos –Nicholas Dworet, Joaquin Oliver, Helena Ramsay y Meadow Pollack–, eran estudiantes de último año. Se habrían egresado antes del próximo 20 de abril.
La mayor de los estudiantes asesinados era Pollack, con 18 años, y planeaba ir a la Universidad Lynn en la ciudad de Boca Ratón.
“Le dispararon nueve veces en el tercer piso del colegio”, dijo su padre Andrew Pollack frente Trump en la Casa Blanca.
“Como país, les fallamos a nuestros niños. Esto no debería ocurrir (...) ¿Cuántas escuelas y cuántos niños tienen recibir disparos? Se detiene aquí , con esta administración y conmigo. No voy a dormir hasta que esté arreglado”, aseguró el padre.
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Alaina Petty (14) y Peter Wang (15) formaban parte de un grupo escolar de liderazgo dirigido por cadetes retirados de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
Cara Loughran, Alyssa Alhadeff, Alex Schachter , Gina Montalto (todos de 14 años) y Carmen Schentrup (de 16 años) formaban parte de clubes académicos, deportivos y artísticos.
Jaime Gutenberg (14), Martín Duque Anguiano (14) y Luke Hoyer (15) eran estudiantes queridos por sus compañeros y profesores.
Un día después de los asesinatos, el 15 de febrero, la policía detuvo a su ejecutor Nikolaz Cruz, un adolescente de 19 años.

Cruz había sido expulsado de la secundaria Stoneman Douglas por “razones disciplinarias”. No tenía antecedentes policiales, pero su madre solía llamar a los oficiales para mantener su mal temperamento a raya.
“Nos dijeron el año pasado que no se le permitiría el ingreso al campus mientras portara un salveque encima. Hubo problemas con amenazas contra los estudiantes”, dijo al Miami Herald el profesor de matemática Jim Gard, quien protegió a seis estudiantes en su aula, a 15 metros del asesino.
Otros profesores también movilizaron a los muchachos del colegio hacia las aulas del edificio.
Cruz le disparó a Scott Beigel, de 35 años, mientras el profesor de geografía intentaba cerrar la puerta del salón con un grupo de muchachos adentro.
El tercer adulto que fue asesinado fue un entrenador de fútbol –Aaron Feis de 37 años– que se lanzó frente al arma para proteger otro grupo de las balas, según le dijo una fuente a CNN.


Cruz usó para la masacre un rifle AR-15, un arma ligera y semiautomática que se usa para competencias de tiro y en actividades de caza.
Puede disparar hasta 100 balas sin necesidad de recarga. Los chalecos antibalas que utilizan los oficiales de la policía estadounidense no los protegen completamente contra sus disparos.
El AR-15 es el mismo modelo que usó Omar Mateen para matar a 49 personas en el club gay Pulse de Florida, el 12 de junio del 2016.
También el mismo que usó Adam Lanza para asesinar a 20 niños y seis adultos de la primaria Sandy Hook en Connecticut.
Desde el 2012, al menos siete matanzas memorables se cometieron con el AR-15, asegura BBC.
Antes del 2016, se vendieron 1,5 millones de estas armas en Estados Unidos. Sin restricciones oficiales, muchos de ellos las compraron en Internet con precios entre los $600 y los $1.100.
En el luto de las 17 víctimas de Florida, un propietario neoyorquino del rifle publicó en Facebook un video de sí mismo destruyéndolo con una sierra.
Entre el sábado 17 y el jueves 22, el video tenía poco más de 25 millones de reproducciones.
“La gente va a decir que si cambiamos las leyes los criminales igual van a conseguir las armas, ¿por qué vamos a castigar a los propietarios legales como yo?
“Nicolas Cruz era un propietario legal. Stephen Paddock, que asesinó 58 personas en Las Vegas, era un propietario legal. Todos los propietarios legales son capaces de cometer un crimen horrible, incluso sin ninguna enfermedad mental”, dice Scott Pappalardo en el vídeo.
“Hoy decidí que esta arma no será capaz nunca de quitar una vida. El barril de este rifle nunca le apuntará a nadie. Piénsenlo: ¿el derecho a poseer esta arma es más importante que la vida de una persona?”, se pregunta Pappalardo antes de destruirla. “La gente dice que hay tantísimas de estas afuera. Ahora hay una menos”.
Llamado al desarme
Estados Unidos tiene 88 armas por cada 100 habitantes, según datos del proyecto Small Arms Survey.
El segundo país con más propietarios de armas es Yemen, que tiene 55 armas por cada 100 habitantes.
Yemen es el país más pobre del Oriente Medio y está sumido en una guerra civil desde el 2014. Según las Naciones Unidas, el país con más población en necesidad de ayuda humanitaria (21,2 millones).
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“Los Estados Unidos tienen más armas en sus manos que cualquier otro país desarrollado. Tiene también la incidencia más alta de asesinatos y suicidios con armas de fuego. La relación no tiene que ser de causalidad pero, ya que los estadounidenses no estamos dramáticamente más locos que otras nacionalidades, ¿cuál es la explicación?”, escribió el periodista Bret Stephens para la sección de opinión de The New York Times.

En las vísperas de la matanza, Trump se resistió a visitar Florida. Como es usual, se comunicó con sus seguidores de Twitter y se enfocó en fustigar el estado mental del asesino de Florida e instar a denunciar a quienes tengan “mala conducta o comportamiento errático”.
En sus largas tiradas de mensajes, ha mencionado que quiere mejorar los estudios de antecedentes de quienes compran armas y, tras la reunión del miércoles, sugirió que una solución sería armar al personal de las escuelas y colegios.
“Maestros y entrenadores con entrenamiento de alto nivel, capaces de manejar un arma, podría resolver el problema en el instante, aún antes de que llegue la policía”, escribió en la mañana del jueves 22 de febrero.
Asociaciones de educadores no respondieron bien a la idea, aún cuando reiteró , a su manera de ofrecer siempre lo superlativo, que se armaría “solo al mejor 20% de los maestros”.
Por otro lado, los activistas han pedido aumentar a 21 años el límite de edad para las compras de rifles y pistolas (ahora es de 18 años).
Por ahora, la propuesta ya fue rechazada por la National Rifle Association (NRA), la misma organización que invirtió $11 millones en apoyar la campaña de Trump y $20 millones en atacar la carrera de la demócrata Hillary Clinton (según cifras de ABC News).
Pese a la negativa de NRA, la hostilidad de los senadores republicanos a considerar los límites de la Segunda Enmienda y la propia terquedad de Trump, los únicos que tienen una oportunidad de dinamizar la discusión sobre las armas del país son los nuevos jugadores del ambiente político.
Los mismos estudiantes estadounidenses, víctimas potenciales de futuras catástrofes, convocarán a marchas de aquí y hasta el 20 de abril, en el 19.° aniversario de Columbine.
Nuevos activistas
Tras la masacre ejecutada por Cruz en su vieja secundaria, los activistas que se oponen a las libertades laxas aseguradas por la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, han sido aún más tajantes. Las posturas más extremas piden su abrogación.
En la causa cuentan con nuevas adhesiones: los sobrevivientes de Florida y otras secundarias del país.

Los grupos pro armas –que apoyaron a Trump en su candidatura mientras prometió protección de las seguridades individuales con la tenencia de armas– se volvieron en su contra para llamarlos “títeres” de la izquierda estadounidense.
Los provocadores más crueles van más allá con a ataques personales y acusaciones sin base. Los han acusado de ser "actores" que no estuvieron presentes durante la masacre. También, se han difundido noticias falsas que aseguran que quienes aparecen en discursos y manifestaciones fueron contratados por la prensa.
“No soy un actor. Soy alguien que tuvo que ser testigo y vivir esta tragedia, todavía tengo que hacerlo. El que los estudiantes de la secundaria Stoneman Douglas estemos mostrando más acción política que nuestros oficiales electos es un testamento de cuán desagradable y roto está nuestro sistema político. Pero estamos intentando arreglarlo”, dijo el estudiante David Hogg en una entrevista con CNN.
La conspiración incluso fue apoyada por el hijo de Donald Trump, Donald Jr., quien dio me gusta en Twitter a varias publicaciones que desacreditaban a Hogg.
"El hecho de que esta gente se niegue a creer que estoy pudo haber pasado es algo que nosotros no quisiéramos creer pero la triste verdad es que es real", le dijo Hogg a CNN.
