
Todo se dio muy “orgánico”, le dijo Xavier Font a las locutoras de la emisora colombiana W Radio. Ellas reían y recordaban junto al fundador de Locomía, cómo el estrambótico grupo español cambió, sin proponérselo, la escena musical pop de finales de los 80.
Es imposible dejar en el olvido a este cuarteto español; es cierto, desapareció repentinamente luego de un éxito brutal, pero olvidarlo jamás. Por más mala memoria que tengamos, las grandes hombreras, las zapatillas puntiagudas, los diseños extravagantes, pero sobre todo los inmensos abanicos, marcaron para siempre una generación que los vio surgir con un electropop inolvidable.
Recientemente, al grupo lo sacaron del baúl de los recuerdos cuando su dueño y fundador, el señor Font hoy con 55 años, anunció con bombos y platillos que el estrafalario concepto regresaba con nuevos aires y nuevos integrantes. Medios españoles dicen que habrá película y libro. Eso está por verse.
Además, en medio del duro confinamiento que sufrió España por la covid-19, muchos chicos y chicas en sus balcones cantaban y bailaban como los de Locomía. Necesitaban olvidar, entre los movimientos de los abanicos, la pesadilla que estaban viviendo, encerrados en sus pequeños apartamentos por semanas y semanas.
El anuncio de Font trajo consigo a la luz pública un sinnúmero de anécdotas y recuerdos, que con los años se convirtieron en “mitos urbanos” y alimentaron los escándalos y los infortunios que han envuelto a la agrupación.
En el 2018 Locomía fue de nuevo noticia por la muerte de dos de sus integrantes: el más conocido para Latinoamérica, el rubio Santos Blanco, de la primera generación del grupo, murió en junio circunstancias que aún no han quedado claras. Su cuerpo fue encontrado en un centro para personas que no tiene hogar, en Asturias, España.
El “de la mirada angelical”, como muchos lo reconocían, murió por causas naturales según informaron sus familiares, quienes aclararon que el artista no tenía problemas económicos y que se encontraba ahí para ayudar pues había tomado “el camino espiritual”.
Unos meses después, Locomía volvió a acaparar los titulares de medios del espectáculo por otra tragedia: el sorpresivo fallecimiento de otro integrante, Frank Romero. En Latinoamérica Romero no fue tan popular porque no perteneció a la primera generación de Locomía, la que desató todo el furor del grupo por estos lados, pero en España fue un reconocido actor, cantante y compositor.

Días después de la noticia trascendió que Romero murió debido a una infección por una bacteria. “La trágica noticia no ha dejado indiferente a la comunidad LGTBI, pues Romero defendía sus derechos como homosexual y participó activamente en los desfiles del orgullo gay en Madrid”, detalló El Universal de México en su momento. El mánager, Paco San José, dijo a Europa Press que Romero, de 46 años, era un hombre saludable y que no tenía ningún vicio. De hecho, su representante asegura que todo lo que comía era macrobiótico.
Encuentros únicos
El regreso de Locomía fue, sin duda, la oportunidad perfecta para que Font revelara cómo surgió el grupo, diera a conocer interesantes anécdotas que vivieron junto a David Bowie y Freddie Mercury, y reconociera la homofobia de la que fueron víctimas algunos de sus integrantes y que provocó la repentina desaparición del cuarteto en medio de su gran éxito.
También fue inevitable traer de nuevo a colación el tremendo escándalo en el que se vió envuelto Font en el 2012 cuando fue a prisión por tráfico de drogas.

Pero empecemos con eso de “orgánico” que dijo Font sobre el origen de Locomía. En la entrevista que dio para W Radio, como en otros encuentros con periodistas, el inventor de este concepto musical contó que su intención nunca fue crear un grupo de música. Lo que quería era ser diseñador y para ello se mudó de Barcelona a Ibiza en 1984. En esa década, Ibiza era el epicentro de todo... ¡de todo!
En la capital catalana sus extravagantes y extraños diseños no fueron tan populares como cuando llegó a Ibiza, donde irrumpió en la escena discotequera con sus trajes de grandes hombreras, zapatos puntiagudos y abanicos. Aquellos diseños renacentistas pasaron de su tienda a mostrarse en atractivos bailarines que se presentaban en las discotecas, donde fueron un éxito total.
Pronto se convirtieron en el grupo de bailarines más famoso de la isla de la pachanga, les quemaron la casa donde guardaban todos sus atuendos y conocieron a estrellas que quedaron cautivadas con sus bailes. Uno de ellos fue Freddie Mercury que, según Font, frecuentaba los antros más famosos de Ibiza, y con quien tuvo un casual encuentro para su cumpleaños 41.

“Sé que nos limitamos a hacer un par de bailes a su lado, para las fotos, y, como no sabía qué regalarle, le di un par de zapatos de punta, de los que diseñaba yo”, contó Font a El Clarín de Argentina. “Al día siguiente, con toda la resaca, se presentó Freddie Mercury en la tienda, y se llevó dos chaquetitas por un valor de $2.200. Además, me dijo que le habían gustado mucho mis zapatos, que los iba a usar”, agregó.
Mercury cumplió su palabra, pues después los lució en el video de la canción de Queen I’m Going Slightly Mad.
Con David Bowie tuvieron una relación más “profesional”. Cuando aún eran conocidos como diseñadores y no cantantes, el equipo del artista los contrató para animar su gira Spider Glass, en 1987. Si le echan un mirada al espectáculo visual de esa gira de Bowie, se darán cuenta por qué los Locomía eran perfectos para calentar el ambiente antes del espectáculo.
¡Pero no fueron los únicos! Los Pet Shop Boys y Duran Duran también utilizaron la imagen de los llamativos bailarines españoles para algunas de sus presentaciones. En YouTube hay un show en vivo de los Pet Shop Boys para la Televisión Española cantando uno de sus mayores éxitos: Domino Dancing. Los cantantes están rodeados por los bailarines de Locomía que encajan de buena manera con el ritmo de la música.
Años después, Font reconoció que en todo este concepto que creó, había también una mujer involucrada: Lurdes Iríbar.
Iríbar fue una diseñadora vasca que cuando conoció a Xavier Font en 1983 supo de inmediato que sus destinos estarían unidos. “Nos conocimos en una discoteca en Lérida, varios años antes de que se formase Locomía. Íbamos los dos con estilismos casi iguales, incluso con nuestro maletín para cambiarnos, y nos dimos cuenta de que aquello no podía ser normal”, relató al periódico chileno La Tercera.
El estilismo que ella y Font crearon para Locomía, lo describen como una combinación psicodélica del ‘glam’ de Bowie con la moda más en boga de la Florencia del siglo XII.
Sin embargo, el salto a la fama mundial de Locomía –y contradictoriamente también su desgracia– se dio cuando Font conoció a José Luis Gil, un reconocido productor musical que dirigió las carreras de artistas como Raffaella Carrá, José Luis Perales y Miguel Bosé.
Así recuerda Gil en sus memorias, también publicadas por el periódico La Tercera, su primer encuentro con Locomía en una discoteca de Ibiza: “De repente comenzaron a aparecer de las sombras unos personajes ataviados con ropajes sorprendentes y zapatos de estilo renacentista, de manera cadenciosa y sugerente, como si se tratase de los celebrantes de una danza sufí, que me hipnotizó a mí y a los que me rodeaban.
”Según se sabían admirados, la aceleración rítmica de los movimientos y los requiebros fue en aumento. Poco a poco, todo el mundo que estaba bailando se paró y empezó a arremolinarse en un enorme corro para admirar a esos jóvenes juglares que con profusión de brocados, terciopelos y grandes hombreras, que daban un aspecto cubista a las proporciones de los cuerpos completamente fuera de época y estación, estaban dejando boquiabiertos a los más modernos del mundo”.
Gil quedó impactado con la imagen de Locomía y estaba decidido a mostrársela al mundo. Una vez que convenció a Font para que lo dejara manejar todo el concepto a su antojo, comenzó su rápido camino al éxito. Lo primero que hizo fue seleccionar a solo cuatro de los 16 integrantes del grupo de baile Locomía: Xavier Font, Manuel Arjona, Gard Passchier y Luis Font. Pero antes de que lanzaran su primer disco, el conjunto cambió a Gard y Luis por Carlos Armas y Juan Antonio Fuentes.
Con esa formación lanzaron su primer sencillo, titulado Locomía, que en pocos días se convirtió en un exitazo en Europa. De la noche a la mañana el pegajoso electropop se hizo infaltable de las fiestas. Con ese primer sencillo se hizo evidente que ninguno de los artistas cantaba bien pero, ¿a quién le importó? Eran lo suficientemente guapos y estrafalarios para opacar cualquier cosa... ¡hasta sus voces!
Seamos sinceros: en la música techno pop de finales de los ochenta y principios de los noventa lo más importante para la industria era la imagen que transmitía un artista en un videoclip, al punto de en algunos casos esconder y suplantar con modelos a los verdaderos cantantes, como sucedió con Milli Vanilli, Black Box y Technotronic (solo en su primer sencillo Pump Up the Jam).
Sin embargo, cuando Gil se apropió y comenzó a decidir todo lo que hacían, decían, cantaban, vestían y hasta “sentían” los integrantes de Locomía en público, Font se hace a un lado y deja el grupo. Él, simplemente, no quería ocultar su homosexualidad.

Font asegura que desde el comienzo Gil les prohibió “comportarse como gais”, similar a lo que le ocurrió a Miguel Bosé cuando también manejaba su carrera y, según dicen, le pedía no cantar su tema Don Diablo. “La ambigüedad es comercial; lo definido, sea lo que fuere, limita y reduce el público”, decía siempre el productor.
“Gil era uno de los mejores mánagers de España, de eso no cabe duda, pero a mí me quitó la ilusión. Perdí mi derecho a comportarme como lo que soy, una persona gay, dejé de poder llevar mis trajes por la calle, porque me paraban constantemente... y tampoco pude refugiarme en la creación de nuevos diseños, porque Gil nos impuso ir cada uno de un color y con el mismo traje todo un año”, le confesó muchos años después Font a El Clarín.

Como la espuma
Fue de esta manera como se consolidó la más famosa de todas las alineaciones de Locomía: Manuel Arjona, Carlos Armas, Juan Antonio Fuentes y Francesc Picas, en lugar de Font.
El olfato de Gil fue el que logró el éxito de los temas más populares de Locomía: Rumba, samba, mambo, Taiyo y Locomía, que los hicieron reyes de las discotecas y radios. Para los últimos meses de 1989, su disco era uno de los más buscados en todas las tiendas del mundo. Esos temas tuvieron cuerda, y junto con otros sencillos que lanzaron por esos años, como Niña y Locovox, en 1992 fueron la sensación en el Festival de Viña del Mar.
Fue durante 1992 que Juan Antonio Fuentes deja el grupo y es sustituido por Santos Blanco López.
En Latinoamérica, Locomía fue un gran suceso, como recordó Lurdes, especialmente en Argentina, México, Perú, Colombia y Chile. En Costa Rica también lideró las listas de popularidad de los programas Hola Juventud y populares emisoras juveniles como 103, Radio Uno y Universal.
Según cuenta el medio español El Confidencial, la diseñadora Lurdes acompañó al grupo en una gira por Argentina: “Lo pasé mal. La gente nos esperaba en el aeropuerto, en la puerta del hotel, nos seguía en sus coches... y todos los teatros y salas donde actuábamos estaban abarrotados, era una locura”, recuerda. “Mi problema es que eran casi todo chicas jóvenes y, en cuanto yo salía al escenario, me insultaban y me amenazaban, se creían que era la novia de alguno”, contó. “Y no me extraña, porque eran todos tíos altos y guapos, pero claramente gais”.

Ya para ese momento, era evidente que el grupo se quería desligar de su imagen “gay” y convertir a sus integrantes en unos casanovas. La mayor prueba de ello fue su último gran éxito musical: Niña, un tema romántico en cuyo video se muestra a cada uno de los chicos flirteando con una joven muy guapa en una discoteca.
Sin embargo, el proyecto se empezó a derrumbar cuando Gil tomó la decisión de irse a vivir a Miami con todo el grupo y el equipo de producción para conquistar el mercado anglosajón. Fue durante ese período que Xavier se dio cuenta que Gil ya había cobrado más de $600.000 como adelanto de su próximo disco y comenzó una férrea batalla del productor con el dueño de la marca.
Al final, ninguno de los dos ganó. Ambos perdieron todo: mientras las canciones eran propiedad de Gil, el nombre y el concepto le pertenecían a Font y sin un acuerdo de por medio, el grupo murió sin más remedio. Aunque por unos meses coexistieron dos agrupaciones, los fanáticos nunca entendieron cómo un nuevo grupo de desconocidos cantaba los éxitos de Locomía, mientras los originales estaban vetados porque el productor contactó a empresarios para que no los contrataran.
Incluso, el nuevo Locomía de Gil hasta fue abucheado en Siempre en Domingo durante su primera presentación, cuando sus fanáticas mexicanas reclamaban a los integrantes originales, lo cual desató la furia de su presentador Raúl Velasco.
Aunque Font luego recobró todos los derechos del grupo, la locura de Locomía ya se había esfumado. Sin embargo, su música y su look continuaron intrigando a generaciones de jóvenes que aún hoy se maravillan y divierten con su ritmo y sus movimientos.
Años después, específicamente en el 2012, Locomía volvió a ocupar los titulares de los medios en el mundo por una razón nada agradable: Xavier Font fue acusado de traficar con popper y éxtasis. Aunque alegó que la droga que se le encontró en su casa era para consumo propio y para compartirla con amigos, fue condenado a tres años de prisión (solo estuvo recluido unos cuantos meses).
Y si bien es cierto esta no es la primera vez que se anuncia con bombos y platillos el regreso de Locomía (pues se ha relanzado en varias oportunidades desde el 2010 y protagonizado algunos anuncios), como que la nostalgia de su pasado ha calado más profundamente este 2020 tan enigmático y contradictorio. De todos modos la moda retro está de regreso y parece que la locura de Locomía también.
