
A Jerry Lobo se le conoce por ser el protagonista de un video en el que sufre una estrepitosa caída en bicicleta, el cual se volvió un fenómeno viral por la frase ‘Qué duro, Jerry’ que sazona las imágenes y se convirtió casi en un dicho popular.
Lo que casi nadie conoce es que aquella caída no está ni cerca de ser el golpe más duro que recibió Lobo en su vida. El arquitecto de profesión conversó con ‘La Nación’ sobre la difícil historia que está detrás de su momento de viralidad.
“A veces me topaba con un comentario de alguien y quería responderle ‘este hijueputa porque está hablando pestes mías si ni me conoce’. Pero bueno, la gente qué va a saber, yo creo que ni saben de qué trata esa carrera”, declaró.
Otro dato desconocido por muchos, es que la caída sucedió cuando Lobo estaba finalizando la Ruta de los Conquistadores, una carrera de ciclismo de alta exigencia. Este arquitecto, quien desde niño es fiebre de las bicicletas de freestyle, comenzó con el ciclismo de ruta y montaña en 2012. Su motivación inicial fue bajar de peso pues había tenido un accidente grave con un toro en una fiesta de trabajo y la recuperación lo había tenido sedentario durante unos meses.
Conforme pasaron los años se tomó más en serio el ciclismo, buscó grupos para hacer rutas y empezó a hacer este deporte parte de su rutina. Posteriormente, vio que el equipo del Ciclo San Rafael se inscribía a la Ruta de los Conquistadores y decidió unírseles.
“Yo a la ruta de los Conquistadores la veía como un reto desde que estaba en el colegio. Yo veía las noticias y decía ‘yo un día voy a hacer eso’, pero sabía que tenía que prepararme porque sino se sufre. Además la inscripción es muy cara como para ir a desperdiciarla”, comentó Lobo, quien tiene un negocio de venta de artículos automotrices.
Estuvo preparándose para esta carrera desde 2016, pero fue hasta dos años después que finalmente se sintió listo. Tres meses antes del tan esperado evento, tuvo que enfrentar un divorcio. Por esta razón, estuvo a punto de retirarse de la competencia, a pesar de que ya tenía la inscripción paga.
“Yo seguía entrenando pero con la cabeza en otro lado. Uno va con cólera, llorando, no exageradamente, pero se me salían lágrimas de tristeza, impotencia y todo tipo. Al final dije ‘voy a hacer esto para demostrar que sí puedo’”, relató.
Así llegó el primer día de la Ruta de los Conquistadores, competición que se desarrolla durante tres días en diferentes partes del país. Desde esa primera etapa tuvo que luchar contra su mente, que trató de jugarle una mala pasada
“Yo iba dándole pero a la vez iba recordando cosas, entonces ya me dolía el pecho, ya como que me ardía el corazón. Me acordaba de mis hijos y los problemas que iban a venir después de eso. La ruta era un proyecto que quería terminar, pero no me podía concentrar”, explicó el arquitecto.

Apenas era el primer día y tuvo que lidiar con desperfectos mecánicos en su bicicleta, específicamente en la parte de los frenos y a pesar de que existen puntos de revisión mecánica, no hubo forma de reparar su bicicleta. “Yo veía a veces que llegaba gente en un pickup, montaban a un ciclista subían y se lo llevaban. Yo eso no lo iba a hacer, tanto que entrené aquí me aguanto”, añadió.
La segunda etapa la superó sin problemas, aunque sus frenos seguían estropeados y una de las llantas terminó en mal estado. Para el tercer día, a pesar de que calibran las bicicletas, los problemas volvieron y tuvo que continuar sin frenos, debido a aquella “brujería” que lo atormentaba.
Según narra, al final de esta tercera etapa iba “haciendo pique” con unos españoles y recordó que Gerardo, su entrenador, les había advertido que en la meta siempre había sacos. No obstante, esto no fue así y se topó con unas gradas que no supo sortear.
“Gerardo me estaba esperando en la meta y en ese momento es donde la llanta se me incrusta en la arena. Nunca se me olvida que la cervical me traqueó feísimo. Casi que me desnuco. Me logré levantar pero iba viendo estrellas del bombazo que me llevé, hasta tragué arena”, narró el vecino de Heredia.
Ese fue el recordado momento que su entrenador capturó en video y acompañó con la frase “Qué duro, Jerry, pero bueno, es parte de”. Con gran pena y dolor en el cuello, Lobo continuó pues le faltaban unos metros para terminar la carrera.
Posteriormente, en la noche, él y sus compañeros de equipo fueron a cenar para celebrar el hito conseguido. Entre birras y tragos, todos lo vacilaban con la caída, pero como una broma interna. En ese momento, su preparador le mostró el video y le pidió permiso para compartirlo en un grupo de Whatsapp.
“Él siempre ha sido una persona muy correcta y me dijo que si yo no quería ahí moría. Yo internamente estaba bravo por todo, es que de tras de cuernos palos. Le dije ‘mae Gerardo, haga lo que quiera’ y me dijo que entonces no. Ya luego accedí. Nunca me olvido que me dijo ‘vea que si envio este video se puede hacer viral’ y yo le dije que sí, que lo enviara y así lo hizo”, relató Lobo.
Al otro día llegó por la tarde a su casa, se bañó y se fue a dormir. La mañana siguiente lo recibió con una sorpresa y mientras se alistaba para dirigirse al trabajo, vio la gran cantidad de mensajes en su Whatsapp y se percató de que lo habían etiquetado en videos de Facebook.
“Tenía tanta vergüenza que no quería salir de mi casa ese día. Yo me quedé callado y no le dije nada a mi familia, porque para mí eso era una burla. A los días vi el video en las noticias, estaba tomando café, me lo tragué y me metí al cuarto de la vergüenza. No pude esconderme de semejante cosa”, confesó el apasionado del ciclismo.

Jerry sentía que todas las situaciones adversas se le juntaban y la vergüenza lo consumía. Claramente, no tardaron en contactarlo los medios de comunicación y marcas que lo querían para realizar anuncios publicitarios.
“Aún así yo estaba bravo porque lo sentía un poco con burla, pero a la vez daban plata entonces acepté. Siempre me dijeron que sacara camisas o tazas con la frase, pero nunca hice nada de eso porque en esos momentos estaba bravo”, reveló.
Asegura que lo más común era que lo reconocieran al andar en bicicleta y no en el resto de sus actividades diarias. Eso sí, sus amigos solían echarlo al agua y contarle a la gente que él era el protagonista del video.
Como es un mal generalizado en nuestros tiempos, los comentarios despectivos y las burlas se empoderan en las redes sociales. No obstante, Lobo asegura que en la calle nunca le faltaron el respeto.
“Ya en vivo a la gente le da miedo, porque no crea, yo a veces estaba con cara de perro. Yo decía: ‘ay que se ponga este de artista’. Pero la verdad es que no hay mal que por bien no venga, le saqué alguna platilla y hay gente que puso buenos comentarios”, aseguró con humor.
Hoy se siente en paz con su vida y su situación. Se toma bien los comentarios graciosos de la gente y ya no tiene problema con aquel episodio. Cada tanto alguna situación cotidiana le recuerda que “todavía no murió el ‘Qué duro, Jerry‘”.
“Ya estoy más tranquilo y lo tomo bien, porque ya se solucionaron los otros problemas. Mis hijos llegan de la escuela y me enseñan: ‘tengo estos stickers que son suyos y yo les cuento que es usted, entonces quieren una foto’”, comentó con tranquilidad el empresario.
Jerry Lobo se dedica a su negocio en Heredia y continúa andando en bicicleta. Además, una de sus pasiones es el motociclismo, actividad que realiza con bastante constancia. Como su historia lo testifica, Jerry no tiene miedo a los golpes.
“Si no es porque él tiene el teléfono y dice la frase, nada de esto hubiera pasado. Si volviera a ese momento en que me preguntó si lo podía mandar, lo acepto de nuevo porque es parte de algo que yo quise terminar. Toda esa carrera fue una constante de problemas desde el principio, pero nunca agaché la cabeza”, afirmó.
¿Quién no ha sufrido una caída en bicicleta? La fábula que deja esta historia de matices cómicos y dolorosos se resume excelente en la frase del video, que podría tomarse como filosofía de vida. Ante los momentos difíciles de la vida a veces hay que parar, repetirse: “Qué duro, Jerry, pero bueno, es parte de” y continuar.