América Latina tiene las páginas abiertas para la ilustración y, entre ellas, hay una innegable presencia de líneas incisivas. El espacio que se le ofrezca, sin embargo, varía considerablemente según cada nación.
Hablamos de esa caricatura “reinvindicadora”, como la llama el mexicano Armando Gámez Padrón al referirse al papel que debe cumplir después de los atentados al semanario Charlie Hebdo .
El azteca, ilustrador de la publicación El Chamuco, asegura que él y sus colegas deben tomar los implementos artísticos para levantarse tras el golpe que recibió el polémico medio francés.
“Si callamos gana la violencia, la intolerancia, la censura y por ello se ha respondido con mucho humor, humor y más humor. La mejor manera de defender de la libertad de expresión es ejerciéndola en todos los medios posibles”, dice.
El tico Arcadio Esquivel, quien después de 20 años en medios locales, pasó a ser un “legionario” de la caricatura opina que lo que ocurrió en París inevitablemente le da un nuevo aire a la caricatura y la herramienta gráfica para la crítica, pero es enfático al diferenciar el contexto francés del costarricense.
“Si el espacio en Costa Rica se abre más, no es para ese tipo de caricatura como el de Charlie Hebdo , pues el costarricense no es tan reaccionario. Ni siquiera los colegas de izquierda fueron así en su momento, es una cuestión cultural. No llevamos las mismas vidas de esos caricaturistas franceses, y por una cuestión cultural reaccionamos distinto”, comenta.
Actualmente, el costarricense es el caricaturista de La Prensa de Panamá, pero además publica en Humor Político (Brasil), Segovia Al Día (España), Cartoon Movement (Holanda) y Currier International (Francia), medio para el que tuvo que reaccionar con celeridad la semana pasada, al calor del atentado a Charlie Hebdo.
La clave para las viñetas mejor logradas son la información sustentada. En palabras de Esquivel, el conocimiento es una herramienta fundamental para hacer un buen trabajo altener que dibujar con fisga.
“Asumimos que el caricaturista tiene humor y que es crítico, pero si no manejamos bien la información de lo que sucede y se quiere retratar, la caricatura pierde peso y se vuelve un material al que se le pierda el respeto”, comenta aceptando que el panorama de Costa Rica también es muy lejano al de otros países de la región.
Presencia firme
El azteca Armando Gámez Padrón explica que, en su país, hay una rica tradición de caricatura política que va de la mano con el periodismo crítico.
Juntos, han contribuido a ganar y defender espacios para el ejercicio de la libertad de expresión en momentos difíciles en la historia, aunque eso conlleva riesgos.
El tipo de humor y sátira política que caracteriza a sus colegas mexicanos dista mucho de los caricaturistas de la revista Charlie Hebdo pero, de todas formas, el humor como crítica, invariablemente significa un llamado de atención y una invitación a la reflexión.
“Cada país tiene sus propios demonios y en el nuestro andan muchos desatados”, comenta al explicar que, si bien nunca ha sido amenazado o censurado por su trabajo, sabe que en su país el ejercicio periodístico y crítico cada vez conlleva más inseguridades.
En otro punto del continente, un caso de rechazo a una ilustración crítica tuvo como protagonista al caricaturista ecuatoriano Bonil (Xavier Bonilla).
En diciembre del 2013 una de sus obras publicada en diario El Universo molestó al presidente Rafael Correa, lo que derivó en una denuncia y una investigación.
“Me nutro de varios insumos comunicacionales para hacer una caricatura, mi trabajo es un proceso que implica informarse y luego recibo la percepción de los lectores, porque yo soy responsable de lo que digo y tú de lo que interpretas”, dijo en su defensa en una audiencia en Quito.
Derecho o incitación
El argentino Miguel Repiso (alias “Rep”), en más de un ejemplar fue invitado en Charlie Hebdo , y conoció personalmente al director Charb y al caricaturista Wolinsky, ambos víctimas del atentado del 7 de enero.
En su perspectiva, al analizar el contenido de dicha publicación, hay que distanciar la realidad francesa con lo que se ve en otras partes del mundo, en especial de Latinoamérica.
“Aquí las obras están más basadas en temas concretos como la política de todos los días, no las religiones. En cambio, sí las costumbres, como un derivado de lo que dicta la agenda diaria. En Latinoamérica existen revistas como Pasquim, Satiricón, Humor Registrado, Chamuco o The Clinic ... es una lista larga con matices entre sí, pero pocas sobreviven”, dice.
En su país, en su perspectiva, son solo dos los espacios en los que se permite la mordacidad ilustrada: Página 12 (donde él labora) y el semanario de humor periodístico Barcelona .
La misión del caricaturista (o humorista, como llama él) implica perturbar: “Hay distintas maneras de molestar, ya vemos lo que ocurrió en la matanza de Charlie . Ese es un hito fundacional. Creo que ya nunca más el humor será inocente. Tuvimos nuestro bautismo en fuego”.
El chileno Alberto Montt, quien ocasionalmente toca temas controvertidos, asegura que después del atentado en Francia, quedó claro que, sin lugar a dudas, la pluma es más fuerte y le reafirma el poder al humor como transmisor de ideas.
“Uno puede o no estar de acuerdo con las líneas editoriales, pero es necesario que existan. Son un termómetro de la salud política de una sociedad”, comenta.
En cuanto al material de crítica con humor que ha salido con sello latinoamericano, Montt asegura que es de un alto contenido social y, en algunos preciosos casos, con una fineza y soltura que los vuelven universales. Entre esos exponentes menciona a Quino, Boligán, Rius, Palomo y Liniers.
Sobre su propio trabajo, que ha plasmado en su blog Dosis Diarias , y en varios libros, asegura que él no anda dibujando con el afán de herir susceptibilidades. Las únicas veces en que ha recibido quejas “violentas” ha sido cuando ha hecho ilustraciones que tocan las fibras de los veganos y defensores de animales.
“No hay una intención de provocar gratuitamente. Intento siempre ver las cosas desde otro lado y, si algo me parece que funciona, lo comparto. Es el mismo tipo de humor, literatura y cine que me gusta consumir, aquel que me cambia la perspectiva”, explica.
El periodista argentino Daniel Riera, editor de Barcelona entre los años 2003 y 2013, dice en una entrevista del blog Factor , que considera que la libertad de expresión presupone un derecho a burlarse de las creencias de los demás de manera inalieble: “Te puede parecer de mal gusto, torpe, bruta, injusta, ‘jodida’, lo que quieras, pero su existencia es fruto de un estado de Derecho y debe ser respetada”.