Quienes crecimos en la década de 1970 sabíamos que, en aquellos años dorados en los que los televisores a colores y los teléfonos fijos en las casas eran la gran innovación, había noticias que colapsaban las conversaciones de nuestros padres y sus amigos, en una suerte de cuentos virales a la antigua.
Infaltables entre aquellos temas “trending topic” eran las semanas de expectativa que generaba cada pelea que protagonizaría un joven atlético boxeador negro, quien apenas en sus veintes ya era furor en Estados Unidos, en el resto del continente y en gran parte del planeta.
Se trataba de Mohammed Alí o Cassius Clay, el nombre con el que nació en Louisville, Kentucky, en 1942, y del que renegaría poco más de dos décadas después, cuando estando en la cima del deporte de los puños, se convirtió al Islam y, hasta su muerte, en el 2016, exigió a propios y extraños que desterraran su nombre de nacimiento. Prácticamente, así ocurrió, solo pregúntele a las nuevas generaciones quién es el uno o el otro: casi nadie lo conoce como Cassius Clay.
En contexto, Mohamed Alí fue tres veces campeón del mundo del boxeo; su imagen, como la de John F. Kennedy, Marilyn Monroe, Elvis Presley o Los Beatles, estará por siempre asociada a una época: los años 60 y 70, tal como lo reseñó La Nación en la nota de su obituario, tras su fallecimiento el 3 de junio del 2016.
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Alí, además, fue campeón olímpico de los semipesados en 1960. Disputó 61 combates como profesional, con un resultado de 56 victorias y 5 derrotas.
El caso es que, en una sorpresa comparable con aquellos ganchos tremebundos con los que Alí noqueaba a sus contricantes, la cadena HBO, por medio de su plataforma de streaming, HBO GO, arrancó su temporada de documentales de lujo en mayo pasado con What’s My Name, Mohammed Alí, un verdadero nocout que nos asombró y maravilló por igual a quienes pensábamos que de Mohammed ya lo sabíamos todo. Craso error.
A partir de acá se impone la advertencia para el lector sobre los consabidos spoilers, aunque hay que acotar que nada que se diga en este artículo reemplazará la experiencia de ver la vida del campeón protagonizada por sí mismo, pues la gigante cadena se hizo con centenares de videos, muchos de ellos inéditos y construyó una monumental pieza en la que uno no sabe si admirar más al Alí del cuadrilátero, que al tipo rapidísimo de mente que apenas pasaba de los 20 y ya hacía trizas tanto a sus oponentes, con sus puños, como a los periodistas o políticos, asido a su verbo brillante y a la velocidad de la luz.
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El ingenio, la rapidez mental, la inteligencia de sus respuestas y el pragmatismo de su filosofía con razón lo fueron colocando en el podio planetario hasta convertirlo, ya en sus últimos lustros de vida, en una leyenda mundial, más allá del deporte, por su compromiso político y social.
Pero bueno, estos calificativos posiblemente están arraigados por la memoria histórica que se conserva alrededor del gran campeón. Sin embargo, aquí estamos de vuelta con lo nuevo, nuevísimo que nos cuenta HBO sobre un personaje del que, se supone, ya se había dicho todo.
El audiovisual atrapa de inmediato porque arranca con un Cassius Clay (aún se llamaba así en aquel momento) apenas saliendo de la adolescencia pero con un físico fundido a hierro, y una lengua tan rápida como sus puños, pues desde su más temprana juventud exhibía tal seguridad en sí mismo y en sus palabras fuera del ring –ya en el ring, ni qué decir– que generaba asombro y hasta hilaridad entre quienes lo escuchaban.
Esto ocurría especialmente con las decenas de periodistas que lo encimaban para “jalarle la lengua”, fascinados de que el tipo no solo les iba a dar insumos relacionados con sus peleas y sus rivales, sino que les soltaba una metralleta de frases que pronto le daban la vuelta al mundo.
Antes de seguir con esta fascinante historia –no solo la de Alí– si no la de cómo se construyó esta extraordinaria pieza de HBO, hay que decir que Mohammed hizo casi todo lo que quiso en su vida, incluso en el 2015, un año antes de su muerte, logró publicar una autobiografía que tituló The Greatest: My Own Story.
Sin embargo, de acuerdo con un artículo de la cadena ESPN, en relación con el documental, uno de los sueños que no coronó fue el de contar su historia en una película.
Nunca lo sabremos, pero es posible que HBO haya logrado lo que ni el mismo Alí, sobre todo porque cuando acaeció su muerte, ya los estragos del Mal de Parkinson que padeció durante sus últimas tres décadas prácticamente lo tenía en la lona.
Sin embargo, Alí falleció hasta los 76 años, siendo que médicos de todo el planeta le pronosticaban una vida mucho menos longeva por todos los golpes que sufrió sobre todo en la cabeza y que, en teoría, propiciaron su enfermedad, aunque en su momento hubo doctores que negaron que una cosa estuviera relacionada con la otra.
Dirigido por Antoine Fuqua y producido por Maverick Carter y LeBron James (el astro del baloncesto) What’s My Name?/ Muhammad Alí logró compilar al menos 1.000 horas de imágenes de video y audio. Prácticamente, cuenta la vida de Alí, dentro y fuera del cuadrilático, en sus propias palabras.
La destreza del deportista como comunicador, impresiona. Más allá de la excelencia de la producción, Alí se vuelve un protagonista que mira a la cámara con frecuencia y casi sin pestañear, lanza lo que se le viene a la mente como si se lo estuviera diciendo al espectador.
Se genera una conexión mágica porque, hay que decirlo, los últimos recuerdos de Mohammed Alí que tenemos quienes crecimos siguiendo la leyenda, fueron los del campeón envejecido, un poco fuera de este mundo, luchando férreamente contra el Parkinson.
Pero entonces, el documental devuelve la historia a los momentos en que Alí, sin cumplir aún los 30 años y todavía en el pináculo del deporte y de la juventud, afirma sin ambages mirando duramente a un periodista que le cuestiona haber subido un poco de peso con respecto a sus primeros años, 24 o 25: “Lógicamente, todos cambiamos, tengo tres años sin entrenar ¿cómo pretende que tenga el mismo cuerpo? De todas maneras todos envejecemos, nadie puede ser el mismo de años atrás”, le espeta mientras entrena para retornar al ring tras ser despojado de su título mundial por negarse a integrar las filas del Ejército de Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam.
Justamente, el documental de HBO fue estrenado en mayo pasado, en el 52 aniversario de la negativa de Alí de convertirse “en un asesino de gente inocente en su propio país” como decía él.
Otro elemento interesantísimo que se rescata y que, a no dudarlo, estaba perdido en los anales del tiempo, fue la cercana amistad que tuvo el púgil con Malcom X y Martin Luther King Jr., activistas por los derechos civiles de los afroamericanos y quienes fueron asesinados en 1965 y 1968, respectivamente, justo en la época del reinado de Alí.
Sin embargo, tal como afirma ESPN, todo el documental (que se divide en dos partes de 85 minutos cada cada una) tiene como hilo conductor el lente del boxeo e incluye (en foto) lo que jocosamente llaman el primer golpe de Alí, cuando tenía dos años y quebró uno de los dientes de su madre de un golpe accidental. También muestra lo que sería su último golpe en el ring, cuando perdió ante el jamaiquino Trevor Berbick, en 1981.
Alí tenía 40 años y Berbick apenas 27; este venía de una seguidilla de triunfos con 10 nocauts en sus 11 primeras peleas. La pelea fue en Nassau, capital de Bahamas, y tal como ocurrió en la vida real y como se muestra en el documental, finalmente había llegado el momento varias veces postergado por el boxeador más grande de todos los tiempos. “Alí estaba completamente disminuido. Ya no volaba como una mariposa ni picaba como una abeja. Padecía síntomas de degeneración neuronal y cardíaca, incluso era lento hasta en sus conferencias de prensa. Perdió por puntos, en un combate para nada emparentado con su brillante carrera” resume el portal argentino Infobae.
Una reveladora entrevista realizada por ESPN al director Antoine Fuqua, demuestra cómo el cineasta se mimetizó con la historia de Mohammed al punto de que lograra no solo plasmar la vida de Alí desde sus tempranos 20′s, sino que, en un ejercicio surrealista devuelve al espectador a aquellas épocas, incluso con detalles como observar a un ya algo envejecido Sammy Davis Jr. –legendario músico y actor– sentado en primera fila, para luego salir abrazado con el triunfante Mohammed, en alguna de sus peleas.
“Estábamos bastante claros (Fuqua y sus productores). Todos lo amamos. Todos amamos lo que él representaba, y el hombre que era. Todos acordamos ser honestos sobre el viaje, su viaje. Eventualmente, todos llegamos a la conclusión: tiene que ser de su voz. Alí tiene que contar su propia historia; evita tanto hablar como sea posible a menos que sea él quien hable. Ha habido muchos documentales, algunos documentales bien hechos, pero nunca ha habido uno en el que Alí esté contando toda su historia. Hubo cosas que discutimos que pensamos que eran importantes, que finalmente fueron para demostrar su grandeza, pero también para mostrar algunas de sus debilidades”.
El título del filme es memorable para quienes vimos la escena que lo propicia. Una jugada un tanto arriesgada, si se quiere, puesto que fuera de contexto, no dice mucho: What’s my name? (¿Cómo me llamo?). Pero ya dentro del mundo de Alí, todo tiene significado, pues mientras el espectador se muerde las uñas y se mesa los cabellos de la congoja (porque en serio, ver el docu es como vivirlo en tiempo real), un furioso Mohammed enfrenta a su próximo oponente, Ernie Terrell quien, en los previos promocionales de la pelea, bota a Alí de su habitual empoderamiento y lo pone contra las cuerdas al sacarlo totalmente de quicio cuando lo llama por su nombre original, Cassius Clay.
Se armó un entrevero verbal entre ambos, Alí le gritaba que ese no era su nombre, que lo llamara por su nombre real, Mohammed Alí, pero el otro aprovechó el golpe de suerte al haber enfurecido al campeón e insistía burlonamente en llamarlo Cassius Clay. Entonces Alí repitió varias veces “¡¿Cómo me llamo?!”, la negativa de Ernie persistió y Alí le dijo, como un miura y con vos de trueno: “¡Ya me dirás cómo me llamo cuando te haga trizas en la pelea!”. Alí ganaría ese combate, por decisión unánime.
Uno de los aspectos más desconocidos –o menos recordados– sobre el astro mundial del boxeo, era el humor convertido en dardos, de nuevo, provenientes de la prodigiosa rapidez de su mente. Cuando correspondía, lo utilizaba para dejar en ridículo a sus contrincantes o detractores, pero también se reía de él mismo. Hay tractos de genialidad que provocan risas dignas del mejor stand up comedy, como lo han señalado algunas reseñas del documental.
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Los productores, han dicho en varias entrevistas, también se consumieron en el filme como si se hubieran devuelto más de medio siglo en el tiempo.
“A pesar de que sabías el resultado, es decir, la historia ya estaba escrita, mientras hacíamos el documental hubo muchos días en los que me sorprendí sentado allí sudando, como si gritara desde dentro ¡‘Vamos, Alí’! Fue un viaje tan hermoso. Encontramos imágenes que nadie ha visto antes. Nada en su vida me decepcionó. Hasta sus puntos bajos fueron inspiradores” acotó el director al medio Hollywood Reporter.
Clay nació en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, el 17 de enero de 1942. Según sus biógrafos, su llegada al boxeo se produjo a los 12 años, cuando entró de la mano de un policía y entrenador aficionado, Joe Martin, en un gimnasio, poco después de que le robaran la bicicleta y dispuesto a que, la próxima, defendería sus pertenencias.
Aquella fechoría de un ladrón, a la postre marcaría la senda de una vida impensable para el entonces preadolescente Cassius Clay.
Hasta 1959 había conseguido en el campo aficionado numerosas victorias; entre ellas, seis Guantes de Oro de Kentucky, dos guantes nacionales en Nueva York, y dos campeonatos norteamericanos.
No tenía más que 18 años cuando en los Juegos Olímpicos de Roma ganó la medalla de oro de los semipesados, como ya se mencionó, y decidió su paso al profesionalismo.
Se le llamaría, por cuenta del deporte y también de sus posiciones, “El más grande”, “El campeón del pueblo” y “El Campeón de Louisville”.
El que la película de su vida haya salido a flote por cuenta de HBO en las últimas semanas, ha volcado el interés de miles en la verdadera historia de Mohammed Alí. Incluso tras ver los documentales y leer todo lo habido y por haber del ya fallecido campeón, da la impresión de que, con el calibre de historia de Alí, nunca es suficiente.
El director de este desde ya laureado documental, lo resume en una de sus frases finales durante la entrevista con ESPN.
"Una de sus debilidades era perseguir la grandeza, siempre. Eso no es una debilidad, pero él estaba en un lugar donde solo querían que dejara de pelear. ¿Pero cómo le dices eso a alguien como Alí? Él tiene ese gen en él, y creo que eso es lo que lo hace tan increíble. Como la escena en la que tiene la antorcha en la mano y el Mal de Parkinson está en su peor momento, levanta la antorcha dos veces. No tuvo que hacerlo, lo hizo, la multitud se volvió loca, bajó, lo hizo de nuevo. Cada vez que veo la película me hace sonreír. Creo que en última instancia, colectivamente, nos alejamos pensando, “qué maravillosa vida. Qué vida tan asombrosa y bien vivida”.
Las frases más memorables de Alí:
Posiblemente hayamos leído todas o algunas de estas frases famosas de Alí. Pero hay un mundo de diferencia cuando el espectador las ve y las escuchas proferidas por el mismísimo protagonista. Igual, en ellas se pinta bastante en cuerpo y alma, en lo que fue esa inolvidable leyenda llamada Mohammed Alí.
1. "Soy el más grande. Me lo dije incluso a mí mismo cuando no sabía que lo era".
2. “Me encantaría que todo el mundo quisiera al resto de la gente como me quieren a mí. El mundo sería un lugar mejor”.
3. “No voy a recorrer 10.000 kilómetros para ayudar a asesinar a un país pobre simplemente para continuar la dominación de los blancos contra los esclavos negros”.
4. "El boxeo es un montón de hombres blancos viendo cómo un hombre negro vence a otro hombre negro"
5. Yo fui el Elvis del boxeo, el Tarzán del boxeo, el Superman del boxeo, el Drácula del boxeo. El gran mito del boxeo"
6. "Yo soy tan rápido que anoche apagué la luz y me metí en la cama antes de que el cuarto estuviera oscuro"
7. "Él (Dios) me dio la enfermedad de Parkinson para mostrarme que era un hombre como los demás, que tenía debilidades como todo el mundo. Es todo lo que soy: un hombre"
8. "Odiaba cada minuto de entrenamiento, pero me decía 'no te rindas, sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón'"
9. "La pelea se gana o se pierde lejos de testigos, tras las cortinas, en el gimnasio y en la carretera, mucho antes de que me ponga a bailar bajo las luces del ring"
10. "Floto como mariposa y pico como abeja"
11. “Nunca cuento las flexiones que hago. Solo cuando empiezan a doler, esas son las que cuentan de verdad. Eso es lo que te hace ser un campeón”
12. "Deberían ponerme en un sello de correos para que pudieran pegarme"
13. "La amistad no se aprende en la escuela, pero si usted no sabe lo que es, es que no sabe nada"
14. "Cuando eres tan grandioso como yo, es difícil ser humilde"
15. "Soy rápido, soy guapo, soy el mejor"
16. "No cuentes los días, haz que los días cuenten"
17. "Un hombre que ve el mundo a los 50 igual que a los 20 ha perdido 30 años de su vida"
18. "El otro día luché contra un caimán, peleé contra una ballena, he esposado relámpagos, he metido en la cárcel a truenos, asesiné a una roca, he herido a una piedra, mandé al hospital a un ladrillo, soy tan duro que hago enfermar a la medicina"
19. "No es arrogancia si puedes sostenerlo"
20. “Soy doblemente grandioso. No solo los noqueo, sino que elijo el round”