
El sake está de moda, y no lo digo yo, sino los números: del 2021 al 2024, las exportaciones del licor de arroz japonés crecieron 70%. Esto ocurre en un momento en el que, globalmente, bebemos menos, pero queremos hacerlo mejor. Para conocer los placeres del sake, necesitamos un lugar que los sepa destacar, y para eso nació Kaiko Izakaya Sushi Bar.
Kaiko, ubicado en Curridabat, recién cumplió dos años y desde hace un tiempo ocupa su segundo local, un poco más grande que el primero. Pero el pequeño tamaño no es una restricción, sino parte de su identidad como taberna a la japonesa, inspirada en el izakaya japonés. Este tipo de local es un bar de tapas, diríamos en España: para beber y comer algunos bocadillos. La música es importante. La intimidad también.

En Kaiko, lo primero fue el sake, claro está. Presente en cócteles y para degustar por sí solo, en múltiples variedades y grados de refinamiento, el sake protagoniza un menú variado y conciso, enfocado en pasar un rato conversando y probando comida muy fresca.
Una noche reciente, pese al bullicio exterior, el interior de Kaiko parecía un punto y aparte. Decorado en discreto negro, con la barra protagónica y las mesas todas con rotulito de reserva, compartimos un rato charlando en torno a un generoso “barco” de sushi, con nigiri y sashimi. Éramos cinco y al inicio temí, pero un rollo complementario de hamachi —un pescado suave y fino— solucionó el problema.
¿Y qué más decir? Fue una cena generosa, con personalidades muy definidas en cada rollo y cada porción de pescado, fresquísimo; la velada concluyó, cómo no, con un trago de sake frío y redondo, con una progresión de acentos en el paladar que evitaron el shock inicial del que no conoce este licor de arroz y concluyeron con el delicado regusto del grano.

Para los dueños de Kaiko, la sensación relajada y la atmósfera más íntima es crucial para transmitir el mensaje del local. Debe ser más ligero, no fine dining, pero el servicio es completo, preciso y con la información suficiente para que funcione de anzuelo. Al escuchar detalles de la composición del sake, de la proveniencia y tratamiento de los pescados, y de las aspiraciones de Kaiko, uno quiere saber más.
En una zona poblada de oferta japonesa, destacar es difícil. Cada cual tendrá su preferida, pero Kaiko sirve su salmón y su atún y su highball y sus generosas porciones de cuidadosa cocina japonesa-internacional. Kanpai!



