
Para gustos: los pies. Sí, los pies.
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Christian es un hombre heterosexual de 47 años y para él la mujer ideal no tiene que ver con todos esos estereotipos que dicta la sociedad. A él no importa la estatura, ni el color de cabello, ni que una cintura sea diminuta o ancha. Para él la chica de sus sueños tiene pies grandes con dedos largos.
Ese es su gusto y también su placer. Christian ama los pies, los disfruta; y nos permite, a través de sus experiencias, conocer a profundidad lo que siente y vive un fetichista (más adelante ahondaremos en este término) de los pinreles del cuerpo.
Christian es un caso verídico de un hecho que antes nos ha presentado la ficción. Recordemos.
En la segunda temporada de la serie televisiva Sex and the City, Charlotte York, una de las protagonistas, visita una tienda en la que ofrecen costosos zapatos de lujo que a fin de cuentas a ella no se salen tan caros. El zapatero de la historia es un fetichista por los pies y cada vez que Charlotte se niega a pagar $800 por un par de tacones, él se los rebaja hasta $200 con tal de que ella le permita masajear sus pies. Incluso, ante la atracción que siente por esa parte del cuerpo de la espectacular actriz, él le regala los zapatos. Ella después decide que aquello no es correcto y devuelve el calzado.
Una producción más en la que vemos cómo se veneran los pies es en la película Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez. Una escena de la cinta muestra a una bailarina que deja caer sobre su pierna una bebida que finalmente un hombre toma de su pie, a la vez, él le lame los dedos.
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Adoración de pies
Christian tiene dos perfiles en todas las redes sociales: uno en el que revela su nombre real y otro en el que bajo un seudónimo conecta con personas que tienen su misma devoción por los pies.
Él cuenta que su gusto por esta parte del cuerpo lo acompaña desde que era muy pequeño. Rememora que tenía cinco años cuando empezó a notar que le gustaba mucho ver los pies de las mujeres, verlas caminar usando pantys o llevando zapatos que permitieran observar los dedos. El tiempo pasó y no entendía porqué tenía esa atracción.
Siendo mayor, Christian investigó y supo que había más personas que al igual que él reaccionaban al ver y tocar pies: era un fetichista.
“Yo tenía que buscar la manera de encontrar personas que lo hicieran. Trataba de inventar algo para que la persona me diera la oportunidad de poder tocar sus pies, sentirlos. Es como una muestra de cariño un poco diversificada”, dice.
Siempre teniendo en secreto de confesión su inclinación por los pies, él creó un perfil en el desaparecido servicio Messenger con el deseo de coincidir con mujeres que tuvieran su mismo gusto o que estuvieran dispuestas a vivir experiencias que involucraran sus pies.
“Por medio de las redes sociales y aplicaciones uno encontraba a personas con gustos similares y empezaba a contactarse y esas conocían a otras y todo ese gremio empezaba a crecer hasta que se fue formando todo”, confía Christian, quien tiene varios grupos en Facebook en el que se integran adoradores de pies. Él también creó la Asociación Nacional de fetichistas de pies de Costa Rica, la cual actualmente cuenta con unos 600 miembros.
Christian cuenta que en Costa Rica conoce a muchas personas que comparten su mismo gusto y otras que han encontrado un negocio a partir de la admiración que tienen otros por los pies. Él lamenta que, por lo que llama “doble moral”, el tema aún se considera tabú y así como él, la mayoría mantienen bajo candado esa preferencia.

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A Lily, de 28 años, no le gustan los pies, pero tampoco le molestan. Hace varios años ofreció servicios con esa parte de su cuerpo. Primero vendía fotos y luego daba servicios más privados en los que a cambio de una suma de dinero (por lo general entre ¢12.000 y ¢25.000) ella tenía encuentros con caballeros que le adoraban sus pies.
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¿Qué ocurre en un encuentro de estos?, le pregunto.
“Al principio de la sesión lo que hacen es que lavan los pies, unos te hacen pedicure. Después dicen qué tipo de pantys usar; hay otros a quienes les gusta un aroma específico en los pies, o que uno camine sobre tierra. A algunos les gusta que les pongan los pies en la cara o que los masajeen con los pies”, confía esta muchacha, quien ofrecía ese tipo de servicio solamente para ganar dinero. Lo hizo por unos cinco años.
Cuenta, además, que entre las personas que la contrataban había hombres que buscaban ese placer porque a sus novias y esposas no les gustaba involucrar pies en la intimidad.
¿Por qué dejó de hacerlo?
“Lo hacía solo por trabajo. El hecho de que le pasen a uno los dientes por los pies no es bonito. Lo dejé cuando empecé a trabajar. Con la mayoría de quienes he salido no tienen esa afición con los pies. Solo tenía un amigo al que le encantaban. Pero no sabía cómo reaccionar porque lo mío era negocio y lo de él por placer. La experiencia fue divertida. Una vez intenté hacer una página y era difícil porque para tenerla con contenido actualizado necesitaba zapatos y pantys que no podía costear”, explica Lily. Ella ahora trabaja en manufactura y admite que en esos trabajos eventuales en los que sus pies eran adorados, nunca mantuvo relaciones sexuales con los clientes.

Un fetiche
La psicóloga y sexóloga Marianela Arias explicó que un fetiche se da “cuando otorgamos a un objeto el valor de excitación sexual. También se utiliza en planos no sexuales. La raíz no es solo en ese plano, pero se aplica en plano sexual: la atribución de excitación y fijación hacia un objeto específico, en este caso por los pies”.
En cuanto al fetiche de pies, Arias detalla que las personas le otorgan a esta parte del cuerpo una característica de excitación o de deseo sexual y puede ser por la forma, el aroma, por admirar los pies en tacones altos; también por verlos cuidados o descuidados.
“Generalmente los fetiches se desarrollan en hombres. Dentro de los fetiches hay subfetiches, lo que significa que habrá quienes prefieran los pies con uñas largas, o las uñas cuidaditas, etcétera”, dijo la especialista. Christian confirma que en Costa Rica la mayoría de fetichistas por los pies son caballeros. Cuenta que en países como México y Brasil las mujeres son mayoría en cuanto a este gusto.
Especialistas consultados por la BBC Mundo describen el fetiche por los pies “como una parafilia que consiste en sentir excitación sexual por cosas, situaciones o partes del cuerpo que usualmente no se relacionan con el sexo”.
La psicóloga Marianela Arias lo confirma. “Las parafilias se conforman de cosas que producen placer o deseo. El fetiche es una parafilia a un objeto. Esa es como la diferencia”, explica.
El nombre para esta parafilia por los pies es podofilia (que se entiende como el placer que genera besar, tocar, acariciar, lamer y oler los pies).
Añade: “Hay que quitarle el tabú a este tema de fetiches y filias. Hay que quitarle ese morbo, mucha gente tiene capacidad de conectar con su placer pero les da vergüenza expresar a su pareja qué les gusta, qué podrían incorporar (...). Se retraen por el qué dirán.
La también sexóloga explica que cuando un gusto no produce daño, no se vuelve obsesión o corta libertades “no vemos mucho problema”.
“Se vuelve problema cuando ya no se pide consentimiento. Como un fetiche a los bloomer de las chicas que hay quien los anda robando y eso es cruzar una línea. En el caso de los pies, si te obligo no está bien o si ya no puedo excitarme si no hay un pie de por medio; pero mientras eso no pase, mientras no haya este tipo de características no se considera problema casi que ningún tipo de parafilia o ningún tipo de fetiche. Mientras contribuya al juego, a la excitación saludable, no comprometa tu libertad ni la de la otra persona, no hay problema. Así sean pies, globos, tacones, sea lo que sea no hay reserva”, explica la especialista.

Pies, “paraíso del placer”
Para Christian los pies son un paraíso y, protegiendo su identidad para no ser juzgado, este hombre - quien es músico de oficio- cuenta que cuando busca su placer individual, él no acude a videos pornográficos. Christian ve imágenes de pies.
Como contamos al inicio, Christian tiene un gusto de pies específico, por lo que su búsqueda reduce posibilidades: primero necesita encontrar a una mujer que se sienta cómoda con la adoración de pies, y adicional eso procura que esos pies sean del tipo que le gustan.
“Desgraciadamente los medios televisivos empezaron a decirle a la gente cuál era la persona ideal y perfecta, decían que tenía que ser de ese tipo específicamente. En el caso mío mi tipo de estereotipo fue creciendo con ese gusto que me lleva en busca de mujeres con un tipo de pies similar. Algo que no es como lo busco no me va a provocar lo que quiero, desde el inicio quedé marcado con ese tipo de pie: los pies grandes y de dedos largos.
Christian, ¿personalmente que es lo que disfruta de los pies?
El placer conlleva cosas diferentes. La adoración de pies no es solo tocarlos, sino uno los toca, los besa, los acaricia...
¿Por qué creó la asociación de la que habló al inicio?
Porque digamos que quería ver la posibilidad de encontrar a otras personas con los mismos gustos similares. A través de los años, desde el 2011 que la hice, han aparecido algunas muchachas que muestran fotos de sus pies y uno ha tenido oportunidad de hablar con ellas.
¿Cómo inicia el proceso para saber si alguien está dispuesto a dar “satisfacción de pies”?
Ellas comparten fotos, a él le gustan y él ofrece un pago para que le den ese placer de pies.
“Hay muchas que han hecho negocio vendiendo esos paquetes de contenido. Lamentablemente en estos tiempos en donde mucha gente está sin trabajo y no tiene dinero, hay muchas que por más que ofrezcan nadie compra nada. En internet usted encuentra fotos y videos hasta para tirar para arriba. Obvio la gente prefiere conseguir todo gratis”.
¿Alguna vez se ha sentido mal por este gusto que habrá quienes señalen como extraño?
Para mí es completamente normal. En mi mundo eso es normal porque estoy disfrutando de mi gusto, de mi pasión, de lo que me da placer.
¿Su familia supo alguna vez de su gusto?
Una vez mi mamá se dio cuenta, pero lo olvidó y prefiero que mi familia no sepa de esto.
¿También le gusta que adoren sus pies?
Hay muchas mujeres a las que les gustan los pies de los hombres.
“De las rodillas para arriba tienen prohibido subir”
María, de 35 años, dice que empezó ofreciendo servicio de placer con sus pies “por pura diversión”. Justamente Christian fue quien la invitó a conocer el mundo pédico.
Ella vende fotos de sus pies y también ofrece sesiones presenciales. María, quien pidió proteger su identidad, es cocinera en una cadena de comida rápida; pero en sus extremidades inferiores encuentra una oportunidad de generar ingresos. “Más a cómo están las cosas ahorita”, dice la mujer que ha visto sus finanzas afectadas por el debacle económico que suscitó la pandemia de coronavirus.
“Cuando empecé no sabía nada de eso. No sabía que existía. Un amigo me fue enseñando. Yo no soy fetichista. Tengo casi tres años de hacerlo”, dice María, quien cuenta que a veces “da fotos ‘a los chiquillos’ del grupo de fetichistas a cambio de recargas celulares”.
Ella dice que en los grupos cerrados de Facebook todos se ven como amigos.
Su experiencia ofreciendo sesiones pédicas son similares a esas de las que habló Lily.
“A los chicos le gusta demasiado acariciar pies, hacer masajes, interactuar con los pies. Al final es el footjob. Solo eso, nada más. De las rodillas para arriba tienen prohibido subir. Prohibido de las rodillas para arriba. Los que son más fetichistas lo saben”, enfatiza.
No es fetichista, reitera, pero ha aprendiendo a entender y respetar el gusto de sus amigos y clientes, e incluso, a disfrutar del proceso.
“En parte este trabajo es un poco incómodo porque hay muchas personas que ven el fetichismo como enfermedad, pero es algo que tienen los chicos. La ventaja de uno es que en mi parecer es bueno. A una la chinean mucho, le hacen masaje en los pies”, dice María.
Eso sí, ella admite que ha llegado a sentirse incómoda con las personas que no conoce bien.
Las sesiones de María se extienden por tres horas y cobra ¢12.000. Dice que los precios varían dependiendo de la mujer que ofrezca el servicio.
En este trabajo que mantiene oculto de la luz pública, María ha tenido varias experiencias, entre ellas, ha conocido mujeres fetichistas que se han interesado en sus pies. Comenta que han tenido conversaciones, pero no ha realizado sesiones, pues ella es heterosexual.
Sus amigos cercanos conocen de su trabajo alterno. Ha topado con reacciones de todo tipo, principalmente con quienes lo consideran “una locura”. Ella lo ve como un gusto común.
“En el trabajo les digo que tengo dos grupos fetichistas y dicen que eso es una enfermedad. Así lo ven muchas personas. Cuando he tenido parejas, trato de explicarles y ellos se interesan en el tema, pero no buscan placer en los pies”, dice risueña.
María se sincera y confía que actualmente tiene novio. Ella le explicó todo alrededor del fetichismo de pies, pero él le dijo “que con esos gustos nada que ver”.
Por eso, para gustos los pies, sí: los pies.

