Treinta y cinco años después de haber sido condenada por el supuesto abuso y asesinato de Brandi, su sobrina-nieta, de apenas cuatro años, Joyce Watkins, hoy de 74, logró ser absuelta y eliminada del registro de delincuentes tras comprobar que era inocente. Ella y su pareja de entonces, Charlie Dunn, fueron condenados por asesinato y violación con agravantes en un caso ocurrido en 1987 y juzgado un año después.
Los dos pasaron 27 años tras las rejas antes de que obtuvieran la libertad condicional en el 2015. Previo a su liberación, Dunn lamentablemente falleció en la cárcel. Por su parte Watkins, desde el principio de su encarcelamiento hasta que puso un pie en libertad, no descansaría hasta comprobar su inocencia, como ocurrió el pasado 12 de enero en una noticia que le está dando la vuelta al mundo.
El caso tiene tal calibre, que ya sobran quienes apuestan que muy pronto algún productor podría llevar la historia al cine o a algún canal de streaming.
El inicio del caso
Como ya se mencionó al principio de este artículo, Joyce y Charlie Dunn -su novio en ese momento- fueron condenados por el deceso y ultraje de la pequeña Brandi.
Según recopilaciones de medios internacionales como la cadena CNN, un día antes de la muerte de la pequeña, el 26 de junio de 1987, Watkins y su pareja fueron a buscar a su sobrina a su casa, en Kentucky. Al menos así consta en un informe –bastante ligero e incompleto-, presentado en su momento ante la Corte Criminal del condado de Davidson, en Tennessee.
A grandes rasgos, según reportó la prensa local en aquel momento, Brandi vivía con su otra tía abuela, Rose Williams, ya que su madre se encontraba en Georgia. Un día después de haber recogido a la niña, la pareja la encontró inconsciente y fue llevada por ellos al Nashville Memorial Hospital, donde los médicos detectaron varias contusiones, un traumatismo craneal y heridas vaginales. Un médico forense determinó que las lesiones se habían producido en las 10 o 12 horas que Brandi estuvo al cuidado de Watkins y Dunn, siempre según el parte forense de aquel momento.
Y a partir de ahí se decantó la pesadilla.
Los hechos
En enero de este 2021 han trascendido los asombrosos detalles de la muerte de Brandi. Se ha revelado la barbarie que vivió la pequeña víctima, a quien, según concluyó la justicia estadounidense, más bien estaba intentando ser protegida por la pareja que, a la postre, terminó purgando una injusticia capital.
De acuerdo con el portal estadounidense Afro.com y detalles adicionales publicados por la agencia AP en una reconstrucción de los hechos basada en la última revisión del caso, realizada el pasado 10 de noviembre por la Unidad de Revisión de Condenas del fiscal de distrito de Nashville, la pequeña Brandi, quien vivía en Georgia, se fue a vivir con una tía abuela llamada Rose Williams en Fort Campbell, Kentucky, en el verano de 1987.
Originalmente se suponía que se trataría de una visita de dos semanas, pero que se convirtió en dos meses. Durante ese tiempo, la chiquita de tan solo cuatro años sufrió una serie de lesiones y mostró comportamientos anormales, como beber agua de la taza del inodoro y vomitar espontáneamente en la mesa. Se negaba a bañarse y se quejó con Williams de dolores en el área vaginal, según la investigación posterior a su muerte. El reporte afirma que, incluso, la niña perdió el conocimiento en dos ocasiones.
En determinado momento el caso fue reportado de forma anónima por vecinos de Rose, la mujer a cargo de la niña, en el que se dirigió la alerta al Departamento de Servicios Sociales de Kentucky en el sentido de que la niña estaba siendo abusada físicamente. Hoy se sabe que el caso fue tomado con una impresionante ligereza, luego de que la trabajadora social asignada se conformara con la versión de Rose Williams, quien mintió y dijo que Brandi ya había regresado a Georgia.
Y aquí es donde aparece Joyce Watkins, quien también era la tía abuela la niña. Tras visitar a Rose en ese verano, regresó preocupada tras observar los comportamientos de la pequeña. Tomó cartas en el asunto y llamó en varias ocasiones a la madre de Brandi, instándola a que fuera a buscarla.
La madre, a su vez, quería que Watkins, que vivía a una hora de distancia en Nashville, recogiera la chiquita. Más tarde, Williams también comenzó a llamar por teléfono a Joyce, insistiendo en que Watkins fuera a buscar a Brandi. Fue así como el 26 de junio de 1987 Watkins y su novio Charlie Dunn fueron a buscar a la pequeña poco antes de la medianoche, después de que ambos hubieran terminado de trabajar en sus respectivos turnos de noche.
Tan pronto como regresaron a Nashville, Watkins notó sangre en la ropa interior la niña y de inmediato llamó tanto a la madre como a la abuela de Brandi.
Ambas le aseguraron que irían a recogerla y le insistieron en que no la llevara al hospital, pero como no llegaron a la mañana siguiente, Joyce y Charly tomaron la decisión de llevarla al hospital, pues el grado de lesiones y conductas que detectaron a simple vista era preocupante.
Poco después de su llegada al hospital a la niña la pusieron en soporte vital, pero sus lesiones le provocaron la muerte al día siguiente.
La niña solo había estado bajo la custodia de Watkins y Dunn durante nueve horas y al principio no eran sospechosos. Los detectives de Nashville comenzaron a investigarlos después de que los investigadores militares de Fort Campbell decidieron que la pequeña no pudo haber sido abusada en Kentucky. Se trató de una conclusión que la Unidad de Revisión de Convicciones calificó, ya en pleno proceso de apelación, como el resultado de una investigación “mínima, en el mejor de los casos”.
Hoy se sabe que el juzgamiento de la pareja se basó en gran medida en las declaraciones de Rose Williams, decires que se tomaron como verdades a pesar de sus mentiras anteriores ante los servicios sociales, las cuales habrían sido fácilmente detectables.
Además, el médico forense del estado, que inicialmente había dicho que las lesiones de la niña ocurrieron entre 24 y 48 horas antes de su muerte, cambió su testimonio 20 minutos antes del juicio y fechó las lesiones entre 12 y 14 horas antes de su muerte, justo cuando estaba bajo la custodia de Watkins y Dunn. La revisión del caso, que por fin se realizó en noviembre pasado, desacreditó el método del médico forense para fechar las lesiones y demostró que algunas de ellas debieron haber ocurrido antes de que la pareja recogiera al niño.
La pareja, como se dijo, siempre había mantenido su inocencia y, después de la revisión, la oficina del fiscal de distrito de Nashville, Glenn Funk, estuvo de acuerdo. El investigador judicial encontró “evidencia clara y convincente que establece que la Sra. Watkins y el Sr. Dunn fueron condenados por delitos que no cometieron”.
“Joyce Watkins y Charlie Dunn son inocentes”, remarcó Funk a CNN el pasado 12 de enero, agregando con evidente pena: “No podemos darles a la Sra. Watkins o al Sr. Dunn sus años perdidos, pero podemos restaurar su dignidad; podemos restaurar sus nombres. Su inocencia lo exige”.
La intervención de la organización Tennessee Innocence Project fue vital para que, en el caso de Watkins, los hechos se decantaran ante la gran injusticia: ellos acogieron el llamado de Joyce, quien no bien salió de la cárcel empezó a tocar puertas de organizaciones que pudieran ayudarle a revertir el tremendo revés. El abogado de la organización, Jason Gichner, expresó alegría por el resultado del caso.
“Ha tardado mucho en llegar”, dijo. “Estamos agradecidos por el fallo y celebramos el anuncio. En primer lugar, nunca debieron haber sido condenados y me alegro de que finalmente se limpien sus nombres”, expresó.
Según Sunny Eaton, de la Oficina del Fiscal de Distrito, Watkins es la primera mujer negra en ser exonerada en el estado y solo la tercera mujer en la historia de Tennessee.
Agravantes
Antes de que Watkins y Dunn recogieran a Brandi, un trabajador social visitó la casa de la tía abuela de la niña tras recibir un informe de supuesto abuso infantil. Rose Williams le dijo al trabajador social que Brandi había sufrido lesiones mientras estaba en el patio de recreo y el caso fue cerrado momentáneamente.
Sin embargo, en un informe posterior presentado ante el Tribunal Penal del Condado de Davidson, la misma Joyce Watkins declaró haber notado que Brandi tenía sangre en la ropa interior cuando ella y Dunn la llevaron a su casa en Nashville. El informe también incluyó el testimonio de la experta en pediatría, la Dra. Shilpa Reddy, quien cuestionó la metodología del médico forense para determinar que las heridas sufridas por la niña habían ocurrido durante el período que estuvo bajo el cuido de Joyce y su novio.
En el 2015, cuando Watkins recuperó su libertad pero de manera condicional, continuó luchando por demostrar su inocencia ante los tribunales.
Por fin, después de casi tres décadas, Joyce Watkins y Charlie Dunn fueron absueltos de sus condenas relacionadas con el asesinato y la violación de Brandi, cuyo caso por el momento se convirtió en un crimen sin resolver.
En cuanto al proceso que llevó a la cárcel a los dos inocentes, la oficina del fiscal de distrito dijo la semana pasada que esas condenas fueron el resultado de un enjuiciamiento agresivo y deshonesto.
Fue el 12 de enero que se llevó a cabo una audiencia donde la jueza Angelita Blackshear Dalton compartió su fallo para desestimar los cargos en contra de Joyce. Como resultado, Watkins ya no figura en el Registro de Delincuentes Sexuales de Tennessee.
Watkins y Dunn habían sido sentenciados a cadena perpetua por asesinato. Adicionalmente los condenaron a 60 años por violación agravada y las dos sentencias se cumplirían simultáneamente. Dunn murió a las puertas de la libertad, como ya se dijo, y su familia presentó la petición para reabrir su caso en su nombre, una batalla liderada por Joyce Watkins, quien recibió la libertad condicional por excelente conducta, pero que desde octubre del 2015, fecha de su liberación, siguió sujeta a reglas sumamente estrictas como delincuente sexual registrada.
De ahí que, ya fuera de la prisión, la valiente mujer, hoy objeto de homenajes y de decenas de reportajes que le están dando la vuelta al orbe, insistiera en dedicar el resto de su vida para limpiar su nombre y el de su ex, Charlie.
La fiscal de distrito, Glenn Funk, dijo: “Joyce Watkins y Charlie Dunn son inocentes. No podemos darle a la señora Watkins o al señor Dunn sus años perdidos, pero podemos restaurar su dignidad; podemos restaurar sus nombres, su inocencia lo exige”.
“Ha sido una lucha larga, pero quiero agradecer a la oficina del fiscal. Quiero agradecer al Sr. Gichner, al Tennessee Innocence Project y a todas las personas por sus oraciones y por ayudarme a salir de este lío que me costó la mitad de mi vida por nada”, declaró Watkins, visiblemente compungida.
Jackie Dunn, hija de Charlie, declaró en la audiencia que entendía la frustración de la Sra. Watkins, por todo lo que su padre perdió justo antes de morir.
“Es un día agridulce. Desearía que mi papá estuviera aquí para presenciar este día. Sabía que era inocente. Sabía que no cometió esos crímenes. Durante todos esos años en la cárcel mi papá perdió a su madre, a sus dos hermanos, a su hermana y a su hijo. Tanta gente amada y fallecida a la que él no pudo acompañar, siendo totalmente inocente. Lo que más duele es que haya muerto en un lugar en el que nunca se suponía que debía estar”, dijo Jackie, en un testimonio revestido de lágrimas propias y ajenas.
En medio de todo los jueces destacaron el papel del Tennessee Innocence Project, que ayudó a reabrir el caso, así como la labor de la Unidad de Revisión de Convicciones del Fiscal del Distrito (CRU, por sus siglas en inglés), que analizó la evidencia de los años 80. El abogado Jason Gichner dijo que nada de esto hubiera sido posible sin la colaboración continua con la CRU.
“Este tipo de casos, en los que las personas son condenadas injustamente, no deberían ser contradictorios. Damos la bienvenida a la oportunidad de trabajar con los fiscales de todo el estado para identificar y hacer algo al respecto de las condenas injustas”, dijo Gichner.
El mes pasado, nuevos expertos testificaron que los médicos forenses originales utilizaron métodos desacreditados que no tienen sus raíces en la ciencia. Lo peor es que utilizaron dichos argumentos para sugerir que Brandi estaba al cuidado de Watkins y Dunn cuando fue violada.
Un informe de 44 páginas de la CRU y el abogado Sunny Eaton, continuó mostrando que hubo testimonios poco confiables, hechos tergiversados ante el jurado y conclusiones médicas defectuosas. Aparte del hecho de que Dunn era un hombre cercano a Brandi, poco antes de su muerte, “no hay absolutamente ninguna evidencia que sugiera la culpabilidad del señor Dunn”, según el informe.
El juez Dalton estuvo de acuerdo en que no había evidencia científica convincente de que Watkins y Dunn cometieran los crímenes y que el informe médico en ese momento era inexacto.
Antes de desestimar las condenas, el fiscal de distrito de Nashville, Glenn Funk, le dijo a la Corte que está claro que las personas equivocadas estuvieron tras las rejas durante todos estos años.
“El mandato de la oficina del fiscal de distrito es siempre hacer justicia. En un sistema diseñado y dirigido por humanos, debemos reconocer que ocurren condenas injustas”, dijo Funk.
La familia Dunn y Watkins ha estado unida desde el principio, pero aún más desde noviembre pasado. Fue entonces cuando escucharon, por primera vez, que a Watkins le ofrecieron un trato para testificar contra Dunn y evitar la prisión. Ella se negó. Cuando se le preguntó por qué, su respuesta fue tajante: “Porque Charlie era inocente. Nosotros éramos inocentes”.
“Siempre supieron que eran inocentes. Sus familias sabían que eran inocentes y hoy, todos saben que son inocentes”, dijo Gichner.
Este hecho ya empezó su efecto dominó, pues logró que cinco condenas hayan sido anuladas por la Unidad de Revisión de Convicciones de Nashville desde que comenzaron a revisar el caso de Joyce, en 2017. Estas unidades en Tennessee están investigando la posible exoneración de otras 35 personas.
Con el caso tan fresco, se ignora si Joyce Watkins o los familiares de Charlie Dunn emprenderán ahora un proceso en busca de una indemnización. Consultados por diversos medios estadounidenses, varios bufetes de abogados ya se han puesto en contacto con las víctimas de tan tremenda infamia, aunque aún es muy pronto para saber qué decisión irán a tomar.