Los Mundo viajan en un cámper que adquirieron en el 2017, un año antes de iniciar la aventura. Foto: Los Mundo para LN.
Hace dos semanas Dhara cumplió seis años. Su ilusión era celebrarlo en las playas de Guanacaste jugando con sus hermanos y cómplices Tao y Erik. Sin embargo, las fuertes lluvias no permitieron que los niños españoles disfrutaran del mar y la arena.
En su lugar, Dhara tuvo una pequeña fiesta a la tica con música, una corona, pastel y piñata, en un ágape que organizó una familia guanacasteca, la cual ha acompañado y apoyado a los hermanos y a sus padres Daniel Gimeno y Marta Bruyel.
Ellos son Los Mundo (como se autodenominan) una familia de Madrid, España, que desde el 2018 recorre América en un cámper.
Dhara ya se está acostumbrando a celebrar sus cumpleaños fuera de España. Este es el segundo que festeja lejos de sus abuelos pero rodeada de nuevos amigos. El año pasado, la celebración fue en Ecuador.
La familia disfruta de la naturaleza, principalmente de la playa, donde los niños corren y juegan por horas. Foto: Los Mundo para LN.
No obstante, no ha sido la única con festejos memorables. Por ejemplo, Marta, su mamá, celebró un cumpleaños en Ushuaia, en Argentina y llegó a sus 39 en las islas San Blas, en Panamá. Daniel, su papá, cumplió 43 años en Ecuador; mientras que su hermano mayor, Tao, celebró sus siete años con una familia indígena de Colombia.
“Ha sido una experiencia buenísima. El continente americano tiene unas cualidades únicas. La naturaleza es imponente y tienes de todo: desde glaciares, lagos gigantes, y montañas, hasta desierto, volcanes y selva y hemos tenido celebraciones en lugares tan diferentes que estamos emocionados”, afirma Marta.
Los Mundo llegaron a Costa Rica en febrero, como parte de su recorrido. En un principio la idea era quedarse entre dos meses y medio y tres meses, sin embargo, la pandemia los obligó a pausar su viaje y quedaron atrapados en territorio nacional.
Durante el mes que pudieron recorrer el país sin ninguna restricción, visitaron Osa, Manuel Antonio, Cahuita y Puerto Viejo. Los niños vieron lapas, perezosos, mapaches, bucearon con tortugas, disfrutaron de un espectáculo de ballenas y recorrieron los cafetales de Dota.
“Costa Rica nos estaba gustando un montón. Lo que pasa es que para nosotros es caro, porque viajamos con un presupuesto que no estamos de vacaciones, sino que vivimos del viaje. Entonces, al vivir viajando, Costa Rica no es barato pero como nos estaba gustando mucho, pensamos que queríamos acabar los tres meses de visado”, explica Marta.
Entonces llegó marzo, y con él, la pandemia. En ese momento estaban viajando hacia la Fortuna de San Carlos. Allí comenzaron las restricciones, los cierres y el confinamiento era obligatorio.
Durante su trayecto hacia la zona norte, se encontraron con el hotel Los héroes , que les dio hospitalidad y los adoptó durante los cuatro meses siguientes, ya que las autoridades costarricenses les extendieron la visa hasta noviembre de este año.
“Solo salíamos a comprar como una vez a la semana y el que salía era Dani, con los dueños del hotel que se organizaban para ir a comprar con otro grupo de europeos que también quedaron atrapados. Pero fue bonito, los niños conocieron dos hijos de trabajadores de la finca del hotel, con ellos jugaban, había vacas y se entretenían con eso”, añade.
La familia Gimeno Bruyel está integrada por Daniel, Dhara, Tao, Marta y el pequeño Erik. Foto: Los Mundo para LN.
A finales de julio volvieron a arrancar el cámper y desde entonces disfrutan de las playas de Guanacaste. Eso sí, respetan los horarios y las restricciones de la policía, que les ha aconsejado donde estacionarse y quedarse sin que haya problema.
Esa amabilidad no solo de las autoridades, sino de los costarricenses, los ha enamorado más de Costa Rica, sabían que los ticos eran agradables pero no se imaginaban que iban a encontrar tanta generosidad en el país.
Por ejemplo, recuerdan que los primeros días de recorrido, en febrero, muchos curiosos se les acercaban para preguntarles sobre el cámper y el viaje.
“Lo que más nos ha gustado de Costa Rica son los ticos. Cada sitio tiene lo suyo pero en Costa Rica han sido muy amigables. Digamos que la gente tiene algo: es más abierta, amigable, se te acerca y te habla y quiere saber. También nos animan, nos dicen que si necesitamos cualquier cosa, que ahí están, que vayamos aquí, que vamos allá, que visitemos esto, lo otro y que nos apoyan y que todo lo que necesitemos que les digamos”, detalla.
También hay muchos ticos que ya conocen su historia y que saben que están atrapados en el país y les escriben para que los vayan a visitar. Así es como han hecho muchos amigos costarricenses.
No obstante, ahora tienen mucha cautela por temor a contagiarse del virus, pues aunque cuentan con un seguro médico, prefieren no utilizarlo.
Tao, Erik y Dhara han conocido niños a lo largo del continente que se han convertido en sus amigos y Costa Rica no ha sido la excepción Foto: Los Mundo para LN.
“Ahora mismo podemos ir a cualquier lado que tenemos invitaciones. Lo que pasa es que con la pandemia estamos yendo muy despacio y no le estamos diciendo que sí a todo el mundo, pero sí quisiéramos ir a cada casa. La gente es alucinante. Nos dicen ‘Vengan a mi casa, yo tengo un lugar dónde aparcar’ o ‘tengo una casa en la que se pueden quedar’. Es impresionante”, cuenta Marta mientras los niños juegan y Daniel soluciona cosas del camión y de su celular, que están fallando.
De hecho, ahora se encuentran cerca de playa Avellana, en unas cabañas que les han prestado para dormir.
“De repente vemos que nuestra vida se ha hecho mucho más cómoda y ahora parece como que cuesta volver a arrancar a la vida nómada. Ahora también nos han dejado un lugar donde aparcar y tener agua cerca y tener electricidad es lo máximo para la vida cámper”, comenta.
Otra de las razones por las que les gusta estar en Costa Rica, durante la pandemia, es su sistema de salud. Aunque desde que empezaron el viaje en el 2018, los niños solo se han enfermado una vez cada uno (Erik tuvo bronquitis, a Dhara le dio dolor de estómago y la semana pasada llevaron a Tao al dentista), prefieren mantenerse en un lugar en el que se sientan seguros.
“Aquí realmente nos sentimos protegidos por todo: por la gente, por el sistema sanitario, sentimos que en Costa Rica no nos va a pasar nada malo. Si necesitamos algo, tenemos gente a la que acudir”, explica.
De hecho, Marta confiesa que espera que en noviembre les amplíen el permiso para quedarse más tiempo en Costa Rica, no solo por la estabilidad que el país les da, sino porque de lo contrario tendrán que buscar opciones para continuar por el continente, pues en las fronteras, como la de Nicaragua, que sería su próximo destino, les piden una prueba covid-19 negativa y su presupuesto no permitiría costear las cinco pruebas en cada una de las fronteras de América.
La familia arrancó su recorrido en Argentina en diciembre del 2018, desde entonces viven conociendo país por país. Foto: Los Mundo para LN.
Por ello, barajan varias opciones. Una de ellas es que Daniel viaje con el cámper hasta México; mientras Marta y los niños vuelan a territorio azteca, sin embargo, siguen a la espera de lo que ocurra con la pandemia.
Sin importar lo que vaya a pasar, la madre afirma que hasta ahora han logrado su objetivo: conocer el mundo y conocerse a ellos mismos, unos de otros. En este tiempo han pasado por diferentes etapas y aunque lo que más extrañan es a su familia en España, se sienten complacidos por todo lo que les ha enseñado el viaje.
“Uno de los aprendizajes más importantes de este estilo de vida es aprender a vivir con poco. Te das cuenta de que lo importante es estar juntos, sanos y felices. Vivir experiencias en lugar de poseer cosas”, enfatiza Marta.
El camión, por ejemplo, ha sufrido algunos daños: tiene un par de goteras y la ventana se dañó, sin embargo, lo ven como un arreglo más que deben hacer, al igual que en una casa.
A lo tico
Marta todavía recuerda el día en que ingresaron a Costa Rica y veía pulperías cada 100 metros. Estaba sorprendida pues nunca había escuchado que en el país habían tantos sitios dedicados a “preparar pulpo”.
Sin embargo, un costarricense le explicó que en Tiquicia las pulperías son en realidad “tiendas pequeñas”, a diferencia de Galicia, en España, donde se refiere a restaurantes especializados en la preparación de platillos de pulpo.
De la misma manera les sucedió con las gasolineras, o como dirían los ticos: las bombas.
En estos siete meses la familia ha ido conociendo de las costumbres de Costa Rica, sus dichos, sus comidas e incluso ya identifican algunos de los costarriqueñismos. Tal es el caso de ‘chiva’, ‘tuanis’, ‘chunche’ y por supuesto, el ‘pura vida’.
“Ya hasta mi hijo pequeño, Erick, aprendió. Y allí, con sus tres añitos, le va diciendo a todo el mundo por la calle ‘Pura vida, mae’ y se gana a toda la gente”, afirma Marta entre risas.
Con la comida les ha ido bien, cada vez que un costarricense los invita a comer les preparan platillos típicos, empezando por el gallo pinto. Y aunque esta es una opción agradable, nada se compara a la olla de carne.
Los Mundo han celebrado sus cumpleaños en sitios y de formas que nunca se imaginaron. Foto: Los Mundo para LN.
Según cuenta la madre de los tres pequeños, siempre le ha costado que ellos coman verduras, sin embargo, el día que probaron la olla de carne, no dejaron ni una en el plato.
También se han convertido en amantes del camote y el chayote.
Entretanto, Daniel de vez en cuando aprovecha sus ratos de ocio y se toma una Imperial.
Además, pasan atentos a las noticias del país y leen los titulares todos los días para enterarse de lo que está pasando en territorio costarricense, que se ha convertido en su hogar.
Proyecto de vida.
Los Mundo adquirieron su cámper un año antes de iniciar el viaje. Es decir, en el 2017.
Se trata de un Mitsubishi Fuso 4x4, de segunda mano y el cual estaba hecho para dos personas, pero ellos lo adaptaron para los cinco. Tiene mesa, cocina de gas, lava platos, baño, ducha, un sofá que se convierte en cama y un camarote donde duermen los niños.
Esta es prácticamente su casa y mide ocho metros cuadrados, es decir, dos metros de ancho por cuatro de largo.
“El camión lo que tiene es que está separado en dos. Tiene la cabina donde conducimos y atrás la casita que es muy pequeña, pero ahí está todo lo que necesitamos. También tiene dos depósitos: uno que es para toda el agua que va con jabón y que luego se vacía en un alcantarillado o en algún lugar en el que se pueda. Y luego está el otro depósito que hay que vaciarlo en un sitio más específico”, explica Marta.
El camión cuenta con un tanque de 200 litros de agua, el cual llenan, por lo general, en las gasolineras. Además, la casa funciona con electricidad proveniente de paneles solares.
El cámper se convirtió en el proyecto de vida de esta familia española, que vendió todos sus muebles e incluso la empresa de cerrajería que tenían en Madrid para poder costearse una parte del viaje.
Tao no ha dejado la escuela, aunque sus padres consideran que el mejor aprendizaje lo está viviendo. Foto: Los Mundo para LN.
La decisión la tomaron luego de ver lo rápido que estaban creciendo sus niños y el poco tiempo que tenían para compartir con ellos.
“En Madrid teníamos una vida normal y veíamos que pasaba muy rápido su infancia. Entonces lo que más nos movió fue el poder pasar juntos, en familia. Queremos enseñarles el mundo, vivir esta experiencia de seguir aprendiendo y caminando juntos y creo que el viaje nos ha ayudado mucho a crecer como personas”, asegura Marta.
Esto no significa que los niños hayan dejado sus estudios. Según explica la madre de los pequeños, Tao continúa su formación académica a través del Centro de Innovación y Desarrollo de la Educación a Distancia (CIDEAD) un programa de estudios del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España.
Sin embargo, considera que el mayor aprendizaje de los menores está en las vivencias que hasta ahora han tenido.
De hecho, ellos mismos intentan que a través de una experiencia con animales o en algún sitio cultural o en medio de la naturaleza, los pequeños se mantengan aprendiendo por medio de datos e información que para los niños sea de interés, pues es una forma interactiva en la que también aprenden.
“Tenemos libros de texto virtuales de España para saber qué es lo que ellos tienen que seguir estudiando en su curso y nosotros dárselo de otra manera y sin exámenes, más experiencial y más con la propia vida. De hecho mucha gente nos pregunta por la educación, pero luego, cuando hablan con ellos, dicen ‘Wow, cuánto saben estos niños, que espabilados que son, muy vivos, muy rápidos’”, detalla la mamá.
Los niños tienen horarios establecidos, precisamente con el fin de que tengan tiempo para todo: por ejemplo, durante las mañanas juegan; en las tardes hacen tareas y proyectos didácticos y a las 7 p. m. se van a dormir.
A Marta y a Daniel con frecuencia les dicen que sus hijos son muy inteligentes y que tienen un amplio conocimiento. Foto: Los Mundo para LN.
A partir de esa hora Marta, quien es publicista, aprovecha el tiempo para ponerse al día con las redes sociales, mientras que Daniel, quien es realizador de documentales, edita los videos que posteriormente se suben a YouTube.
La idea es que estos medios de comunicación se conviertan en las herramientas para generar ganancias y poder continuar con su recorrido por el mundo.
“El reto más grande para nosotros es poder sacar el trabajo adelante a nivel económico. Todo el audiovisual de las redes sociales es muy duro porque es mucho trabajo para no ver dinero en mucho tiempo. Por ejemplo, en YouTube, estuvimos año y medio trabajando sin ver dólares y ahora empieza a dar, pero tampoco es que sea una locura. Entonces tenemos que ser capaces de poder vivir de esta manera, ser autosuficientes y poder continuar el viaje de forma sostenible económicamente”, comenta Marta.
Este es un proyecto de seis años, al que aún le restan poco más de cuatro. Sin embargo, con la pandemia no saben si lo acortarán o por el contrario lo extenderán por más tiempo.
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Lo que sí es un hecho es que después de Costa Rica seguirán su trayecto hasta Alaska, en Estados Unidos. Posteriormente viajarán por Europa, Asia y África, para continuar conociendo culturas y disfrutando de lo lindo de cada país.
“Esta es una experiencia que nos ha permitido quitarnos prejuicios de la cabeza. A veces pensamos que un país es de una manera, o es peligroso, pero luego vas allí y la gente es maravillosa. El mundo es super amigable y educado. Los niños aprenden que cualquier niño del mundo puede ser su amigo, da igual raza o clase social. Ellos han jugado con niños de la calle que prácticamente no tenían nada y con niños con una habitación llena de juguetes”, asegura la madre.
Mientras tanto, Los Mundo seguirán contando su historia en Instagram, YouTube y en su página web, sitios en los que dejan huella de sus vivencias no solo de Costa Rica, sino del resto de países que visitan, y gracias a los cuales se han estado costeando el viaje.
La familia española seguirá en Guanacaste por varios días más, específicamente cerca de playa Avellana, así que si se los encuentra, salúdelos. Posiblemente el pequeño Erik lo sorprenderá con un ‘Pura vida, mae’, mientras que el resto de la familia le ofrecerá una amable y sincera sonrisa y claro, también su amistad.