Sebastián escuchó el teléfono y comenzó a temblar. Esa llamada no era normal.
“Sentí que algo raro había pasado en mi colegio, que me había jalado una torta. Yo dije: ‘uyyyyyy’. Pensé que era algo malo”, comentó entre risas el carismático joven, quien es oriundo de Bajo Los Anonos, en Escazú.
Fue su abuela la que atendió el celular y lo hizo llamar: “Sebas, venga acá, que lo llaman”.
“Estaba demasiado nervioso. Agarré el teléfono y al cabo de unos segundos quedé en shock. No podía creer lo que me estaban diciendo”, comentó emocionado.
Instantes después a Sebastián M. Buzo se le salieron las lágrimas. Al otro lado de la línea, una mujer igual o más emocionada que él le comunicaba la noticia de su vida: con todo pago, había sido seleccionado para estudiar en el histórico Atlantic College, centro educativo ubicado en la fría y lejana Gales, en Reino Unido.
El Atlantic College, como tremendo detalle, es el mismo colegio en el que a partir de agosto comenzará a estudiar la princesa Leonor, de España, o mejor dicho, la heredera del trono. En otras palabras, Sebastián y la primogénita del rey Felipe VI serán compañeros del bachillerato internacional que ofrece el colegio, miembros “comunes” de una misma generación de estudiantes.
Eventualmente, la jovencita de la realeza europea y el esforzado costarricense podrían hacer proyectos en conjunto, colaborarse en tareas y, a lo mejor; hasta se hagan amigos.
De todo puede pasar en el Atlantic College, pues al ser parte de la organización United World College (UWC o Colegio del Mundo Unido), el centro educativo privilegia el entendimiento entre personas de diferentes culturas y niveles socioeconómicos, y por eso refugiados de diferentes orígenes y etnias estudian allí.
En esa misma línea, para el prestigioso colegio todos los alumnos son iguales. Lo único que importa es que quienes pasen por sus aulas -sean ricos o no-, quieran “cambiar el mundo” y se colaboren entre ellos para lograrlo.
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Por ese motivo Sebastián, quien actualmente tiene 18 años, no tiene complejo alguno. Más temprano que tarde Leonor conocerá el ‘pura vida’.
“Siento que Leonor es una persona con la que voy a poder interactuar, sin ningún problema. Por el proceso de selección, yo sé que las personas que van al colegio tienen un punto de vista abierto, muy crítico, por lo que yo sé que ella (Leonor) me verá como un compañero más”, comentó Sebastián, quien se formó académicamente en la Escuela Yanuario Quesada y, tras ser becado, terminó la secundaria en el International Royal School, ambos centros ubicados en Escazú.
“Eso sí. Al principio la noticia de que Leonor iba a ser mi compañera me generó cierta intriga, pero luego me emocionó mucho más. Me hizo tomar mayor valor a esta oportunidad, por lo que implica que personas de tan diversas realidades nos juntemos para aprender juntos de una forma académica y no académica”, agregó.
Pero, ¿qué es exactamente UWC?, ¿cuánto cuesta estudiar allí? y ¿cómo hizo Sebastián para sellar su soñado pasaje a Gales?
Pues sorpréndase con su inspiradora historia y, de paso, descubra que tiene que ver Costa Rica en este singular movimiento mundial.
Costa Rica en el “Mundo Unido”
No es un castillo medieval del siglo XII, como el Atlantic College donde estudiará Sebastián, ni por sus aulas han pasado miembros de la realeza europea, pero da igual. En Santa Ana, Costa Rica, existe un colegio perteneciente al universo del United World College (UWC).
Desde el 2006, lo que era una Aldea Infantil SOS, se transformó en Costa Rica en el undécimo centro educativo del movimiento UWC, fundado en 1962 por el pedagogo alemán Kurt Hahn.
Hahn, según el sitio del UWC Costa Rica “creía que el colegio debía ser una preparación para la vida, no solamente para la universidad, y que la educación debía ayudar a los estudiantes a desarrollar la resiliencia y la capacidad para enfrentar tanto el fracaso como el éxito”.
Hahn desarrolló este concepto en el preciso momento en que la guerra fría estaba en su apogeo, por lo que ideó el primer colegio UWC con el propósito de unir a jóvenes de diferentes países para que sirvieran como abanderados de la paz.
¿La forma para lograrlo? Pues a través de una educación basada en el aprendizaje, la colaboración y el entendimiento compartido.
El Atlantic College, en Gales, fue precisamente el primer colegio que fundó Kahn. Sin embargo, su propuesta académica fue tan exitosa, que el movimiento UWC ya tiene sedes en 18 países, incluyendo Noruega, Italia, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Tanzania, Singapur, China, Japón e India, entre otras naciones.
La sede de Costa Rica, sin embargo, sobresale por ser la única de toda Latinoamérica. En nuestro país, en forma de internado, los estudiantes cursan un bachillerato internacional bilingüe, además de participar en diferentes proyectos sociales que benefician a la comunidad.
“Ese es nuestro espíritu. Encauzar en esos chicos líderes, sus ganas de cambiar el mundo. Que todo eso que experimentan y quieren se transformen en proyectos concretos, que tengan un impacto real”, dijo Melania Guardia, presidenta del Comité Nacional UWC Costa Rica.
En ese sentido, si la pandemia no estuviera presente, los chicos de UWC Costa Rica estarían en los diferentes parques nacionales “volando pala” para construir senderos, limpiando playas o haciendo cualquier labor que atañe a la conservación de nuestra flora y fauna.
También, en otras ocasiones, sus estudiantes han impartido clases de inglés a niños de escasos recursos, trabajan en escuelas y siempre están alertas a las necesidades del entorno.
El acento social de los UWC es tan fuerte, que el joven Sebastián ni siquiera tiene claro qué va a estudiar cuando tenga que tomar la decisión de ir a la universidad. Simplemente, no es su prioridad.
“No tengo idea de qué voy a estudiar, no por ahora. Lo que sí tengo clarísimo es que, cuando vuelva de Europa, quiero dirigir algún proyecto que ayude a la comunidad. Ese es mi sueño”, expresó emocionado.
A Annette Grew, directora de admisiones de UWC Costa Rica, le brillan los ojos cuando escucha a Sebastián decir eso. Para ella, esas palabras plasman lo que el colegio persigue y que se ha convertido en su famoso factor diferenciador.
“Esa es la meta, no solo que entren a una buena universidad, que saquen una buena carrera y que sean los mejores. Para eso hay muchos colegios con ese enfoque, para nosotros es que sean agentes de cambio”, agregó Grew.
En esa misma línea, Sebastián ya vislumbró en qué iniciativa social estará involucrado en Gales. Amante del mar, el tico se anotaría en un proyecto de salvavidas, que el Atlantic College mantiene en su fría y muy cercana costa.
“Eso es lo que he visto que por ahora me interesa. Cuando era más chiquillo me tocó vivir en Guanacaste, por la zona de Huacas, entonces tengo como ese amor por el mar. Claro, tengo que ver cómo venzo el frío, porque ahí la cosa es seria”, finalizó entusiasmado.
En el caso de la Leonor, no se conoce aún qué proyecto social elegirá. Pero quién sabe, al rato Sebastián y la princesa surcarán olas y soportarán juntos las heladas aguas.
¿Cómo y cuánto vale estudiar en UWC?
Por sus propios medios, quizá Sebastián no hubiera podido estudiar en el Atlantic College y, ni en sueños, se habría imaginado como compañero de la princesa española.
Para que se hagan una idea, los padres de Leonor tendrán que desembolsar $92.000 para que la mayor de sus hijas curse los dos años del bachillerato internacional.
Los reyes de España, por sus posibilidades económicas, pagarán completo ese monumental monto, más muchos de los que serán sus compañeros están allí gracias a las becas: como Sebastián, por ejemplo.
En el UWC de Costa Rica el monto no es tan alto como en Gales, pero no deja de ser oneroso. En nuestro país, un bachillerato internacional ronda los $39.000.
Pero de sus estudiantes acá, son pocos los que pagan ese monto íntegro. Entre becas completas y parciales, un 70% del estudiantado en Costa Rica es financiado para estudiar.
“Esas becas son otorgadas por patrocinadores que tenemos en los diferentes colegios, los cuales nos ayudan a poder cumplir el objetivo de diversidad que buscamos”, explicó Guardia.
Sin embargo, alcanzar una beca o simplemente ser admitido en algún colegio del UWC no es sencillo. Quien quiera lograrlo debe incursionar en un proceso de selección exigente, en el que el aspirante debe mostrar sus calidades humanas y académicas para lograrlo.
“Es un proceso duro, pero a la vez muy apasionante. Todo lo que uno aprende en el proceso es maravilloso, se queda con uno para siempre. El día que me llamaron para decirme que había sido elegido para ir a Gales se me salieron las lágrimas porque yo sabía lo que me había costado, porque era mi sueño”, dijo Sebastián.
Básicamente, el proceso de selección incluye una primera fase en la que el aspirante es invitado a escribir ensayos y opiniones sobre diversas temáticas. Por ejemplo, Sebastián tuvo la misión de investigar y dar su punto de vista sobre la explotación minera en Crucitas.
“Es un proceso muy competitivo. Académicamente es muy desafiante y desarrolla mucho el pensamiento crítico. Luego de esa primera etapa, en la que también le preguntan qué actividades extracurriculares hace uno, pues hacen un primer corte en el que definen qué aspirantes tienen posibilidades de comunicación y habilidades blandas que se apeguen al programa”, añadió Sebastián.
Finalmente, viene el campamento nacional, en el que participan todos los que superaron la primera fase. En esta etapa se desarrollan debates y dinámicas particulares para medir el liderazgo de los aspirantes, poniendo un especial énfasis en el trabajo en equipo.
Un proyecto, de alcance social, es uno de los principales productos que los participantes deben elaborar en el famoso campamento.
Del campamento, el Comité Nacional UWC de cada país define las personas elegibles para entrar a sus colegios. Sin embargo, aún así, no se garantiza la entrada. De hecho, el mismo Sebastián, casi no viaja a Gales.
Un día, luego de haber pasado todos los filtros, Sebastián supo que para él no había oferta de beca, ni en el colegio de Costa Rica ni en el extranjero. El joven sabía que otros ticos ya habían sido enviados a colegios en Holanda, Alemania, Noruega y China, pero para él, nada.
“Fue triste”, confesó.
Pero de pronto, de forma extraordinaria, una oferta académica llegó desde la lejana Gales.
“De Gales llegó esta oferta y específicamente era para un hombre, pues siempre se busca balancear la población. Cuando llegó de inmediato dijimos que era para Sebastián. Usted no sabe lo que nos cuesta a veces decirle a jóvenes, con tanto potencial, que no hay oferta. Pero, cuando llega, es una felicidad”, narró Guardia.
Para Sebastián, sin embargo, más que una felicidad significó la realización completa.
“Sentí que en esa simple llamada, se resumieron todos mis esfuerzos, mi preparación académica. Esa llamada lo significó todo”, expresó el costarricense.
El colegio a la tica
En el caso del colegio UWC Costa Rica, la oferta de becados es bastante amplia. Más del 70% de los estudiantes en la sede tica son becados y provienen de países de Europa, Asia y Latinoamérica.
Costa Rica es un destino apetecido por los estudiantes internacionales de UWC, ya que se vende como un centro educativo con énfasis en la autosostenibilidad, donde tanto la educación como la protección del medio ambiente son esenciales.
“Además, Costa Rica es un país sin ejército, que predica la paz, es reconocido como un país donde la educación es buena y tiene muchos atributos que comulgan con los valores del UWC internacional”, agregó Grew, directora de admisiones.
Actualmente, en UWC Costa Rica se están haciendo muchos esfuerzos para aumentar la población de estudiantes ticos en la sede local. La idea es lograr que, al menos, un 15% de los estudiantes sean costarricenses.
“Por eso nos interesa que nos conozcan más. Nos encantaría que más costarricenses participen en los procesos de selección y lleguen a formar parte de nuestro proyecto educativo”, agregó Grew.
En Costa Rica, tal como se mencionó anteriormente, la sede de UWC se encuentra ubicado en las antiguas instalaciones del Aldeas SOS, en Santa Ana. Entre ambas instituciones existe aún un fuerte vínculo, por lo que cada año se otorgan cinco becas completas a estudiantes de dicha ONG, encargada de proveer protección a niños y jóvenes que han perdido el cuidado familiar o están en riesgo de que esto suceda.
En unos años, eso sí, la sede tica de UWC se mudará a una instalación más amplia, ubicada en San Isidro de Heredia. Allí, muy cerca del Parque Nacional Braulio Carrillo, los estudiantes del colegio podrán sentir más de cerca a la verde Costa Rica.
Sebastián en el castillo galés
En agosto, al igual que la princesa Leonor, Sebastián llegará al Atlantic College un poco desorientado. Quizá estará algo ansioso y deseoso de explorar aquella fortaleza de piedra.
Por lo pronto Sebastián ya sabe que el Atlantic College es un edificio histórico muy importante y que muchas otras princesas, aparte de Leonor, han estudiado allí. Por ejemplo, en sus pasillos han transitado figuras como la reina Sofía de Grecia, Elisabeth de Bélgica y la princesa Raiyah de Jordania, entre otras reconocidas ‘royals’.
El rey Guillermo, de Holanda, fue otro de sus distinguidos alumnos.
Pero no es que Sebastián sepa demasiado sobre su nuevo colegio. Él dice que quiere llegar y asombrarse con lo que se encuentre allí.
“Me gustaría llevarme la sorpresa, de decir estoy ahí, ver qué pasa realmente en ese lugar. No quiero como conocerlo tanto desde acá. Obvio que es bueno tener una introducción básica, pero realmente quiero conocerlo estando allá”, expresó el joven.
“Lo que sí sé, es que es un lugar hecho literalmente para mí. No sé si es el destino o qué cosa, pero al ver que está cerca del mar, que es algo de lo que me siento muy cercano, siento que está hecho para mí. Estoy feliz”, agregó.
Pero bueno, para que Sebastián vaya entrando en calor, se sabe que en el Atlantic College los alumnos viven en habitaciones de cuatro estudiantes, que no son mixtas.
“Las puertas de esas habitaciones no tienen cerrojo, por lo que cualquier persona, en cualquier momento, puede entrar. Normalmente llaman, pero no te puedes encerrar en tu habitación”, afirmó la española Marina Conde, una exalumna del Atlantic College a la revista Vanitatis.
Además, al estilo Harry Potter, en el Atlantic College existen diferentes casas y cada una de ellas tiene un nombre. Cada una es bautizada con el apellido del profesor encargado, quien reside en el colegio junto su familia.
“Ese profesor y su pareja son como tus padres adoptivos”, agregó Conde.
Entre otros detalles revelados por Conde, es que el aseo de las habitaciones corre por cuenta de los alumnos, pues no hay servicio de limpieza, y que son muy estrictos con los horarios. Además, las comidas fuertes son servidas en un comedor general, donde comen los estudiantes y los profesores de las diferentes casas y generaciones.
Tampoco es bien visto presumir por dinero o linaje. Conde no se cansa en repetirlo: “allí todos son iguales”.
Y aunque Conde asegura que los exámenes eran “horribles”, para dar a entender que eran muy difíciles, no duda en afirmar que el Atlantic College fue “una de las mejores experiencias de su vida”.
Es más, para Conde, los reyes de España tomaron una decisión estupenda al enviar a Leonor al Atlantic College.
“Habla muy bien de ellos, porque podrían haberla llevado a cualquier internado superelitista y exclusivo de Suiza y que tuviera allí todas las comodidades. Pero no. Allí no va a estar entre algodones”, dijo Conde a Vanitatis.
“Sobre todo demuestra que los reyes tienen la intención de sembrar en la cabeza de Leonor todas las inquietudes que te puedas imaginar que hay en el mundo, porque estás conviviendo con personas de todos los países”, finalizó.
En cuanto a Sebastián todo es expectativa y emociones a flor de piel. Ya quiere estar allí, conocer personas y aprender mucho, pues sus ganas incontenibles de cambiar el mundo lo carcomen por dentro.
“Para nadie es un secreto que acá en Los Anonos es un lugar de riesgo social. Yo tengo amigos de la infancia que han muerto en guerras de bandas, amigas que han tenido que abandonar sus estudios o están en embarazos prematuros. No es un ambiente favorable”, expresó el tico.
“En ese sentido, cuando yo regrese, quiero ayudar a inspirar a las personas a cumplir sus sueños. Decirles que sí se puede, que yo pude. Que pueden salir adelante”, finalizó.
Por lo pronto ya Sebastián preparó un chonete, un traje típico y la bandera de Costa Rica. Los echará en la maleta con la esperanza de que, en Gales, sus nuevos compañeros sientan la alegría de la patria tica.
Hasta a Leonor quiere invitar a comer gallo pinto y por qué no, que se deleite con un café y un buen tamal.