El pitazo final dejó al Deportivo Saprissa con las manos vacías en el Estadio Alejandro Morera Soto. Miles de liguistas festejaban la obtención del título 31, mientras, en silencio, casi en soledad, los integrantes del cuadro morado se refugiaron en su camerino, a la espera de salir del estadio rojinegro.
¿Qué pasó en esos instantes? ¿Cómo vivieron los integrantes de Saprissa los minutos después del partido? La Nación estuvo ahí, en las puertas del vestuario.
El primero en estar afuera del camerino fue José Francisco Porras, quien coordinaba con funcionarios de la Unafut la entrega de medallas.
Cerca de Porras, la cancha estaba llena de aficionados manudos y algunos podían ver lo que hacía José Francisco en esa zona. Cuando Porras fue a retirar la medalla junto a otros miembros del cuerpo técnico, no faltó quien le gritara: “¡Porras… HP!”.
En ese sector apareció Juan Carlos Rojas, quien deja de ser el presidente de Saprissa. Saludó y abrazó a Joseph Joseph, presidente de la Liga, y a Marco Vásquez, gerente de los manudos.
Luego se abrió la puerta del camerino y, con caras largas marcadas por la tristeza, salieron los jugadores. También se presentó Erick Lonis.
Los futbolistas, quienes vestían camiseta blanca con mangas moradas y pantaloneta morada, no decían nada, ni conversaban entre ellos. Warren Madrigal observaba su teléfono; Gerson Torres y Jefferson Brenes se asomaron un poco más; David Guzmán llevaba audífonos en los oídos.
Los futbolistas morados salieron a recibir el trofeo de subcampeones. pic.twitter.com/WQVovMofqM
— Tigo Sports Costa Rica (@tigosports_cr) December 21, 2025
Luego pasaron a recoger la medalla y de nuevo se quedaron cerca del camerino, a la espera de marcharse del estadio. Pero la salida fue larga, casi eterna. Más de una hora aguardaron para dejar un sitio en el que no querían estar. No podían llevar el autobús al estadio y debieron salir en tres busetas de la Fuerza Pública, custodiados por policías.
En ese lapso, los aficionados que podían verlos les gritaban algunas cosas: “¡Jefferson Brenes, la tenés…!” (seguida de una vulgaridad). Jefferson hizo como si la cosa no fuera con él. Lo mismo pasó con Guzmán o con Gerson Torres, pero los futbolistas ni atención prestaban.

En un momento, cuatro aficionados rojinegros lograron acceso hasta donde estaban los jugadores morados; los tenían cara a cara, a escasos dos metros.
Con vasos de bebidas en sus manos, los rojinegros se les quedaron viendo y empezaron a decirles: “¡Tomen, tomen!”, “¡Guzmán se quedó con las ganas! (seguido de más ofensas)”. David se molestó un poco y les contestó: “Venga y me lo dice aquí”.
Pero cuando vieron a Orlando Sinclair, los cuatro manudos se encendieron: “¡Qué anda buscando, el gol que nunca anota!”. Esas y otras frases muy pasadas de tono le gritaban a Sinclair, quien no aguantó más.
“¡Venga y me lo dice aquí! ¡Venga, aquí estoy, deje de decir tanta vara y venga!”, exclamó Sinclair.
Al ver que los cuatro manudos seguían con las ofensas y “recordándole” a su madre, y ante la negativa de su reto de que se acercaran a él, Orlando se fue en busca de ellos. De inmediato, sus compañeros lo sujetaron. “¡Vengan y me lo dicen en la cara!”, les decía Sinclair mientras lo contenían. Incluso Vladimir Quesada, técnico de Saprissa, salió a calmarlo y a decirle a los muchachos que entraran al camerino.
La situación no pasó a más ni se salió de control porque había mucha seguridad. La Fuerza Pública estaba presente con sus oficiales, y además miembros de seguridad privada estaban atentos a que nadie intentara agredir a los jugadores saprissistas.
De repente, pasó la policía con un aficionado manudo al que llevaban detenido. El sujeto no tenía nada que ver con lo que pasaba ahí, pero lo trasladaron por ese sector, y los cuatro rojinegros busca pleitos, al ver la escena, echaron para su saco y se marcharon.
Al rato apareció Óscar Ramírez, quien saludó y abrazó a Erick Lonis. Se hicieron a un lado para conversar. Luego el “Machillo” saludó a algunos de los jugadores de Saprissa: abrazó a David Guzmán, a Ariel Rodríguez, saludó a Jefferson Brenes, Gerson Torres, Warren Madrigal y a los que pudo ver a la entrada del camerino.
Wilmer “Pato” López también estuvo en esa zona. Saludó a Lonis y, cuando iba con su hija a ingresar a la cancha donde estaba el festejo manudo, algunos aficionados que lo vieron le gritaron la conocida consigna machista: “¡Pato suegro, Pato suegro!”. Wilmer ni volvió a ver y siguió de lejos mientras las microbuses de la Fuerza Pública se alistaban para un insólito desalojo de la delegación morada.

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