Yesenia López se dedica a las ventas informales; ella y su familia subsisten gracias al trabajo bajo el intenso sol, el frío o la lluvia y el fútbol y los conciertos son considerados como una bendición para ellos, ya que en esas actividades pueden colocar las camisetas, banderas o cornetas de equipos, selecciones o bandas. Sin embargo, la pandemia les frenó toda posibilidad de ver algún ingreso por esta vía.

El no contar con público en los estadios y el impedimento para realizar recitales por casi dos años, a causa de la covid-19, dejó a doña Yesenia y sus familiares sin opciones de conseguir dinero para comprar alimentos y pagar deudas. Justo en esos momentos tan críticos se le ocurrió fabricar mascarillas y esa fue la forma de lidiar con el impacto que les generó el virus.
“Tengo bastante de andar trabajando en la venta de todo este tipo de cosas y siempre vamos a todos los partidos, a los de Saprissa y la Liga también. Claro, fue muy difícil con la pandemia, estuvimos metidos en la casa y es que no teníamos movimiento de nada de lo que vendemos, fue muy complicado sostenernos. Tuvimos que buscar ayudas, la gente nos colaboró y con eso la pasamos en la pandemia, porque estábamos encerrados”, señaló.
López comentó también que: “Me dedico solo a esto de las ventas de camisetas, banderas y cornetas, pero en la casa tenemos unas máquinas para coser y me puse a hacer mascarillas para salir adelante a poquitos. Esto de las mascarillas nos dejó algo para salir a vender a poquitos, pero sin fútbol y sin eventos estuvimos muy mal”.
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Esta vendedora estuvo presente el jueves pasado, en las afueras del Estadio Nacional, con todas las camisetas y accesorios que tenía disponibles de la Selección de Costa Rica y aunque el duelo ante Canadá contó con el aforo completo por primera vez en la eliminatoria, asegura que no le fue tan bien como contra México, cuando no podían asistir las 35.000 personas permitidas.
Ella atribuye esto a la competencia tan grande que hay entre los mismos vendedores y ante esto, este miércoles llegó a las 8:30 a. m. para intentar tener más ganancias y aprovechar que este será el último duelo de la Tricolor en la octagonal rumbo a Catar 2022, ya que el partido por el repechaje ante Nueva Zelanda será a un solo choque en Catar.
“Nosotros llegamos a las 8:30 a. m. y la verdad es que las mañanas son duras, siempre calienta más en la tarde y más cerca del partido. Ahora es una bendición que volvieron los partidos y hasta los conciertos, porque ahí también vendemos cosas... La competencia es dura, porque somos varios y aunque nos conocemos todos, cada quien vela por lo suyo y hay competencia entre nosotros mismos. Las camisetas van desde los ¢5.000, hasta los ¢7.000 y ¢10.000, pero varían según las tallas y si es de niño, de hombre o mujer”, comentó.
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Claro, uno de los problemas más grandes que afronta en su labor es que no cuenta con permisos y por lo mismo tiene claro que la Municipalidad puede quitarle todos los productos, pero al no tener otro trabajo, se arriesga.
“Este es un trabajo informal y la Municipalidad algunas veces no nos deja trabajar. Es más, sabemos que en la tarde ellos llegan y tenemos que quitar y recoger todo, pero al menos nos avisan y no es que nos quitan todo y lo montan en el cajón, sino que la gente de la Municipalidad en eso se porta bien. Ya luego de que recogemos todo, lo guardamos en bolsas y andamos vendiendo ya todo en la mano en la calle”, finalizó.


