Como no soy entrenador, puedo opinar sin caer en esos laberintos intelectuales a que nos someten los técnicos, cuando quieren explicar las funciones tácticas que cumple uno u otro jugador, y que lo hace candidato o lo relega de una lista de convocados.
Aquí me baso en el sentido común, que precisamente por corriente, no necesitó ir a la escuela, al colegio, a la "U", o a unas clases para entrenador de futbol. Es el mismo que utiliza el chancero, el pulpero, el agricultor y cualquier persona. Algo así como la malicia indígena.
Siempre he respaldado el trabajo de Oscar Ramírez, serio y profesional. Pero su última convocatoria me deja algunas inquietudes. Al menos mi sentido común se queda corto para comprender. ¿O será que soy más tonto de lo que pensaba?. ¡Que nadie opine, por favor!
Oscar llama a Mitchell y a Ruiz como delanteros y excluye a McDonald. Los tres son buenos jugadores. Pero justifica a los convocados por su estatura y la opción que le dan en el juego aéreo. Allí mi sentido común se sintió lastimado por burro. Porque él creía que a los defensas de dos metros, como los serbios, no se les debía atacar con nuestros “gigantes” que no superan el metro noventa.
Mi malicia indígena, que ya veo no llega ni a cavernícola, me indicaba que a ese tipo de mastodontes hay que atacarlos por donde más les duele, y no es precisamente en las alturas. Velocidad, picardía y regate: la receta que mi yo director técnico sin estudios creía infalible, o la “menos peor” para resolver ese dilema futbolero.
Busco y rebusco, en Google, en los videos de “Super Campeones”, en la colección que tengo de “Dirck El Artillero”, y hasta en la ilustrativa película de Roberto Gómez Bolaños, “El Chanfle”, y no logro visualizar ni entender que Costa Rica pueda ganar un duelo aéreo frente a los rascacielos serbios, y ni siquiera ante los suizos.
Combatir el fuego con el fuego. Extraña manera de entender el futbol. Tal vez echándole agua sea mejor. Puede que McDonald tampoco sea la solución, pero mi sentido común me hace pensar que el delantero tiene un poco de todo: encarador, fuerte en el choque, buen pivote, muchas diagonales, valiente, aceptable manejo de la pelota, marrullero y, sobre todo, goleador.
Sí, gol. Ese extraño ingrediente sin el cual los delanteros de antes se habrían petrificado en la banca. Abrir espacios está muy bien. Provocar segundas bolas para los compañeros es bueno. Juntar marcas de defensores merece aplausos. Pero, por Dios, meter goles debe ser la función número uno de cualquier delantero.
Si Ramírez no quiere al Mac por su expediente disciplinario, pues que lo diga y listo. O que se lo calle si quiere. Pero sí me preocupa que lo descalifique por su estatura y que, con los convocados, nos deje la impresión de que pretende jugarle a serbios y suizos con un delantero alto y de choque. Ni los despeinamos.
Mi sentido común —yo no— se siente burro.