Sé que algunos románticos creen que Costa Rica tiene los argumentos para ser un equipo ofensivo en el Mundial. No me incluyo en esa lista. Yo prefiero soñar con que la 'Sele' se plantará en Rusia como lo hizo Islandia frente a Argentina. Eficaz, sacrificado y sobre todo claro en su estilo. Un equipazo a su manera.

Islandia no necesita controlar la pelota ni llevar la iniciativa para ser peligroso. Simplemente comprende con total certeza cuáles son sus fortalezas y debilidades.
Así perfeccionó su estilo y concluyó que si lo implementaba mejor que nadie, podía competir incluso en un mundial, pese a ser el país con menos habitantes en Rusia (alrededor de 334.000)
Pocas veces escuché una explicación tan clara sobre cómo la evolución del fútbol ha cambiado para beneficio de los más débiles. Lo argumentó el entrenador brasileño, Carlos Alberto Parreira, en una entrevista con FIFA.com
“Después del Mundial de 1966 se produjo la gran revolución: “jugar y obstaculizar el juego”. Los delanteros empezaron a desempeñar tareas defensivas, los espacios se comprimieron, se presionaba al jugador que tenía el balón, y todo se aceleró”, explicó el técnico campeón del mundo.
Costa Rica empleó este modelo con la eficacia de un cirujano en Brasil 2014. Después de avanzar hasta los cuartos de final, un sector de la afición creyó que ahora sí, era necesario apuntar a un esquema ofensivo, a razón del resultado conseguido en la cita.
No es así. Costa Rica encontró un estilo que debía afinar y aprovechar para conseguir mejores resultados y así incrementar las posibilidades de éxito.
Hoy nacen las dudas. Bélgica e Inglaterra, dos países con enormes atributos de ataque, exhibieron falencias que eran difíciles de apreciar en la eliminatoria de Concacaf, ante la debilidad de los equipos del área y la evidente falta de dinámica.
Se adquirió un aprendizaje en estos dos amistosos, como antesala de lo más importante: el debut mundialista de este domingo (6 a.m.) frente a Serbia.
Los últimos resultados y la dinámica del Mundial muestran el camino: Hay una mayoría de equipos que muestran transiciones rápidas y planteamientos que combinan esquemas defensivos con zagas que saben replegarse.
Sí claro, España juega diferente pero tiene otras condiciones. La calidad individual de sus jugadores, formados con el chip de la posesión de balón desde que eran unos niños, les permite mostrar otra dinámica y otro estilo de juego que, en definitiva, no es el nuestro.
La Sele debe mirar a Islandia, un equipo extremadamente compacto en cada movimiento. La corta distancia entre un jugador y otro les permite hacer coberturas eficientes, al punto de que Messi nunca se sintió cómodo. Si se sacaba una marca de encima, aparecía otro jugador a cerrar los espacios. Se replegaba y sabía cuando atacar.
Lo decía Mascherano luego del partido. "Es que estaban muy juntitos atrás".
Por supuesto. No daban espacios, no se dejaban el balón más de lo necesario. Cuando hubo que defenderse con uñas y dientes para amarrar el resultado lo hicieron.
El pequeño Islandia muestra el camino. Olvidémonos del romanticismo.
