Evidentemente prefería no estar ahí. En esa sala, vestido de traje, con el siempre incómodo cubre bocas, de seguro menos grueso de lo deseado. Saborío habría preferido quizás uno de tantas capas que impidiera el paso de las palabras.
No es lo suyo. No es lo del artillero acostumbrado a cobrar penales, de repente con la artillería contra su marco, una pregunta tras otra. Hombre de pocas palabras, incluso fuera de un juzgado, de los que prefieren hablar de menos que de más, lucía prensado, incómodo, como calzado en botines de fútbol una talla más pequeños de los que acostumbra.
Metido en un zapato, convocado al juicio por sus excompañeros de mil batallas y obligado por juramento a admitir que no le parecía conveniente la continuidad del técnico que lo invitó a Brasil 2014 pese a su lesión, algo así como entre Dios y el Diablo, o entre la espada y la pared, para no herir susceptibilidades ni credos, el delantero optó por la respuesta corta. En esos casos, sin embargo, a veces pocas palabras siempre terminan siendo muchas.
Defendió a Keylor Navas e indirectamente también a Jorge Luis Pinto, quizás sin pretenderlo.
Del guardameta “desmintió” que le haya golpeado la mesa a Eduardo Li, aunque cabe la posibilidad de que en la prensa se tergiversaran las declaraciones del expresidente de la Fedefútbol.
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Él nunca dijo “Navas me golpeó la mesa”, como fue informado por varios medios de comunicación, incluida La Nación, donde corregimos de inmediato al escuchar con detenimiento el audio y percartarnos del error: ‘Me golpean la mesa y Keylor Navas me dice perdemos tres partidos seguidos’, declaró Li, sin detallar a quiénes atribuía el “me golpean” y si realmente era una expresión literal o metafórica.
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En todo caso, no hay litigio alguno sobre una mesa golpeada. Ni siquiera sobre los supuestos maltratos o irrespetos de Jorge Luis Pinto, a quien Saborío defendió, quizás sin pretenderlo, al definir como “respetuosa” la relación que hubo entre técnico y jugadores antes del Mundial, contrario a lo que han dejado ver sus excompañeros de camerino, en un juicio que por momentos, muchos, se ha desviado hacia los trapos sucios, ya sea por inevitables o por estrategia de las partes.
El juicio no versa, sin embargo, sobre el trato del técnico o la sensibilidad de los jugadores, aunque a veces parezca. En cambio, sí es materia de sentencia que dos exdirigentes hayan hecho pública la supuesta advertencia de perder partidos, de parte de los jugadores, si continuaba el técnico. “Eso no se dijo”, aseguró Saborío, como ya lo habían hecho en el estrado Navas y Ruiz.
Saborío se mostró seguro sobre qué no dijeron sus compañeros, pero no recordó qué expresó cada uno de ellos en el 2014 cuando los dirigentes pusieron sobre la mesa, golpeada o sin golpear, la continuidad de Pinto. A una pregunta, un “No me acuerdo”; a otra pregunta, otro “No me acuerdo”, uno más y otro. “No me acuerdo... No me acuerdo”.
¿Recuerda que Navas no golpeó la mesa pero no recuerda todo lo demás?, le hizo ver el abogado defensor de los dirigentes. ”Exacto”, respondió un Saborío que poco o nada podía aportar nuevo a la verdadera causa del juicio, al parecer metido innecesariamente en un zapato, en el que muchas veces no pudo más que decir su versión de la ya famosa frase en los juzgados “no me acuerdo, señor juez”.
