
La exactitud en la hora con la que llegó el Expreso de Heathrow a la terminal ubicada en el aeropuerto más grande de Gran Bretaña me recalcó que ya estábamos en Inglaterra, una cultura muy reconocida por la importancia que se le da a llegar, siempre, a tiempo a las citas
Pero; por si me quedaban dudas, un chasco con el carro que me llevó junto con el colega de Al Día , Antonio Alfaro, hasta el hotel en Kensington, terminó de ubicarme sobre la cultura inglesa.
Luego de subir las maletas al auto, me dirigí hacia el asiento del acompañante del conductor; pero, se me olvidó que en esta nación, y también en otras que estuvieron bajo el dominio británico, el conductor va a la derecha del vehículo.
Así fueron mis primeros minutos en el país que organizará la Olimpiadas, por tercera vez.
Serán los segundos Juegos Olímpicos que cubro; pero, no tengo la menor dudas de que resultarán muy diferentes a los primeros: los de Atlanta 1996.
Luego, vimos aparecer por las calles los conocidos autobuses de dos pisos; nos instalamos en un hotel con diminutas habitaciones que nos confirmó la fama que tienen, en ese sentido, los hospedajes de Londres y disfrutamos del excelente servicio del tren subterráneo, conocido como Tube.
Un servicio que, sin duda alguna, moverá a las grandes masas de aficionados que llegarán a disfrutar de las competencias a partir de este viernes.
Eso sí, hay que tener cuidado cuando las puertas del metro se cierran, porque corre uno el peligro de salir prensado o, como me sucedió ayer, quedarse sin la maleta, pues la puerta se cerró justamente sobre el bolso en que transporto la computadora.
Quizá lo único distinto a lo que uno acostumbra ver de Londres es el clima veraniego, soleado y extremadamente caluroso que nos recibió ayer, aunque los vecinos no esperan que esto dure mucho porque, en la ciudad del Big Ben, si hay algo impredecible es el estado del tiempo.
