Tres perros atacándolo, una calle solitaria y una impotencia desesperante. Esa fue la escena vivida el domingo por Luis Gerardo Ramírez, más conocido como Chito Pata Pelada, mientras hacía su entrenamiento diario.
“No le tengo mucho miedo a los perros, pero en el momento pensé que ya estaba perdido”, recuerda hoy el corredor de 71 años, conocido en el mundo del atletismo aficionado por correr descalzo.
Este famoso personaje se encuentra en su casa, en San Josecito de San Rafael de Heredia, recuperándose de heridas en piernas y brazos, provocadas por los furiosos animales.
Como cualquier día, el atleta había salido a hacer un entrenamiento, pensando en la próxima edición de la carrera del Chirripó. Subió hacia Getsemaní. Eran las 6:40 a. m. y sucedió la tragedia.
Chito se percató de la presencia de un perro grande que salía de una casa de habitación, según describió. Lo ahuyentó y pensó que ya había pasado el peligro, pero poco después ese mismo perro regresó con dos más.
Empezó a gritar para avisar a los dueños de cerrar el portón de la vivienda. Ya era tarde.
“Los perros en manada son peor. Agarré piedras para tirarles pero no les pegué (...) se me tiraron a morderme y trataba de quitármelos a puros reflejos, pero al final igual me agarraron”, comentó este lunes.
Como es su costumbre desde hace cuatro años, en el momento del ataque corría descalzo, por lo que defenderse a punta de patadas no era una buena idea.
“Seguro lo pensé de forma inconsciente, porque sin tenis me arrancan el pie y ahí sí hubiera sido pata pelada”, dice entre risas.
No sabe cuánto tiempo pasó, pero para su suerte los gritos alertaron al dueño de los animales, quien logró detener al más grande y después encerrar a los demás.
Para ese momento el dolor ya era tan intenso que Ramírez empezó a sentirse mareado.
“Me senté en la calle mientras él (dueño) guardaba los perros. A gritos le pedí a otro señor que estaba más lejos que llamara a la Cruz Roja, pero no se interesó mucho”.
Fue el mismo propietario de los perros quien sacó su carro y lo montó en el asiento trasero para llevarlo hasta la Cruz Roja de Heredia. Ahí lo dejó y luego fue trasladado al hospital San Vicente de Paúl.
“En ese trayecto tuve un poquito de reacción y le pregunté a él que de qué raza es ese perro, y me dice ‘no sé’”, comentó Chito.
Desconoce de qué tipo de perros se trataba, pero horas después el Servicio Nacional de Salud Animal confirmó a La Nación que uno de los perros es un Weimaraner y está en su custodia (ver nota abajo).
Chito tampoco ha sabido más del encargado de los animales, aunque el señor pasó ayer por el hospital.
Uno de los hijos de Chito, Osvaldo Ramírez, asegura que en algunos días presentarán una demanda, solo con la intención de hacer conciencia, sin querer beneficiar económicamente de esto.
Él asegura que esto no es un hecho aislado, sino un triste acontecimiento que vuelve a poner en la palestra la problemática de no controlar algunos perros.
Osvaldo fue el primero de la familia que vio a su papá. Reconoce que se impactó cuando lo vio bañado en sangre y quejándose de las heridas.
Más de 24 horas después, este lunes las visitas no paraban de tocar el timbre de su casa y eso, asegura, le da ánimo en medio del dolor que todavía siente.
“Quiero que la gente entienda que los perros no se pueden tener con los portones abiertos. Lo que me pasó a mí le pudo pasar a cualquier; por dicha me pude defender un poco”.
¿Qué pasará con el perro?
El Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) informó de que este lunes por la mañana acudieron a la casa donde viven los perros agresores y decomisaron uno de los animales.
Se trata de un Weimaraner de un año de edad y 40 kilos de peso, aproximadamente.
Ileana Céspedes, jefa de Bienestar Animal de Senasa, explicó que ese perro fue el que causó las heridas al corredor.
El canino estará en un albergue de Senasa por 15 días para evaluar el comportamiento del perro e identificar por qué es agresivo.
“No esperamos la denuncia porque vimos la gravedad del asunto, visitamos a don Gerardo y él nos dio la dirección de la casa donde estaban los animales y decomisamos el perro que lo atacó”, comentó Céspedes.
La funcionaria agregó que en estos días someterán al perro a pruebas para medir sus reacciones.
Por ejemplo, tocan el plato de su comida o lo exponen a convivir con otros animales y personas.
Si la valoración de conducta determina que el animal puede rehabilitarse y cambiar su conducta será devuelto al dueño si garantiza la seguridad del perro y los vecinos.
“Se le podría ordenar que ponga portones, porque no había portones y los perros podían salir muy fácilmente a la calle y también que rehabilte el perro”.
Otra opción es buscarle un nuevo hogar donde cumplan esas condiciones.
Por último, si la evaluación determina que el perro no se puede corregir y su comportamiento es muy agresivo se aplica la eutanasia.
“Lo que se busca es resguardar la salud pública y también evitar que luego haya represalias contra el perro, porque por lo general estos perros terminan baleados o macheteados por vecinos”, concluyó Céspedes.
El propietario de los animales se expone a una sanción administrativa de hasta ¢200.000 si el Tribunal de Procedimiento Administrativo Sancionatorio de Senada precisa que no garantizó la seguridad de los animales y los vecinos.
Colaboró el periodista Diego Bosque