Los golpes hacían eco dentro del Gimnasio Municipal Marvin Barrantes, en Buenos Aires de Puntarenas, y nos puso a la vista a una mujer seducida por los guantes y apasionada por los rings .
Entre un grupo de seis muchachas que golpeaban sacos con euforia –y algunos hombres–, una se cuela y sale a nuestro paso. Es baja y morena. Vestía jaquet color vino, buzo negro con rayas rojas, tenis blancas y el pelo recogido.
Sudorosa y con la adrenalina a flor de piel, nos saludó por unos segundos. Luego, Paola Chinchilla se devolvió y siguió con su rutina.
Paola se entrena fuerte para saltar al escenario de los próximos Juegos Centroamericanos y representar al país en la categoría femenina de 51 kilogramos, en boxeo.
Sus tres oros de Juegos Nacionales, el metal dorado de un torneo de Guatemala (en noviembre pasado) y su mayor logro, el Campeonato Centroamericano de Boxeo, la hacen partir como favorita para las justas de marzo, en San José.
Ella está comprometida en dejar esa medalla de oro aquí, por eso se esfuerza de más para lograrlo.
La vecina de Pérez Zeledón viaja a sus entrenamientos hasta Buenos Aires de Puntarenas (más de 120 kilómetros diarios, entre ida y vuelta) luego de que en Pérez Zeledón el boxeo se dejara de practicar.
“Cuando en Pérez Zeledón no podía continuar porque no había boxeo, me pregunté qué iba a hacer. Entonces fue cuando Buenos Aires me adoptó. Ahí empecé a cosechar logros de la mano del profe (José Rodríguez)”, comentó.
Ese esfuerzo de más lo hace con todo el corazón.
A las 4:30 a. m. suena el despertador y tiene que salir a correr o a prepararse para tomar el bus de 6 a. m. que la lleva a los entrenamientos a las 8 a. m. a Buenos Aires. Entonces ella trae a su mente el momento en que –sobre el podio– entona el Himno Nacional de Costa Rica.
La joven es del selecto grupo que expira orgullo por vivir en estas tierras y por ser costarricense.
Sabor especial. Cada respuesta la aderezó con una sonrisa y cada palabra la pronunció con seguridad. Todo eso y más se lo debe al boxeo.
Errante entre la natación, el voleibol, el atletismo y el taekwondo, y con una trayectoria de solo cinco años, Paola entró con rapidez al ‘salón de la fama’ del boxeo tico.
Ahí no llegó por accidente. Ahí llegó por necesidad.
Pesaba varias libras de más y su papá le pidió hacer algo al respecto. En ese entonces, el hermano mayor entrenaba boxeo y ella decidió seguirle los pasos.
“A mi papá no le gustó mucho la idea, pero al final fui más disciplinada que mi hermano. Seguí. Mi hermano no siguió. Fui yo la que terminé siendo la boxeadora en la familia”, manifestó durante la calurosa mañana de un martes.
Paola es sencilla. Afable. Humilde. Apasionada. Sincera.
Por ahora el reto de la josefina es perder los tres kilos de más que tiene encima y una vez sobre el cuadrilátero, buscará vencer a sus rivales de Panamá y Nicaragua.
