Al iniciar su quinto proyecto con la pequeña Cecilia Poll Ahrens, hija de la medallista de oro olímpica Claudia Poll, el técnico Francisco Rivas no dejó de pensar en sus inicios y la lucha por alcanzar los objetivos, a pesar de las dificultades y limitaciones.
Cuando comenzó en los años 70, con María del Milagro París, la primera nadadora que se clasificó a una final olímpica en las justas de Moscú 80, el experimentado estratega se enfrentó a un sinnúmero de situaciones que bien lo habrían hecho desistir; no obstante, su perseverancia lo llevó a triunfar y darle preseas olímpicas a Costa Rica.
Su labor tuvo muchas similitudes con el de la entrenadora puriscaleña Dixiana Mena, quien guió a sus hijas, Andrea y Noelia Vargas, a clasificar a Panamericanos y Mundiales, siendo hoy las mejores exponentes del atletismo nacional en las pruebas de los 100 vallas y la disciplina de marcha, respectivamente.
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El entusiasmo, la planificación y el trabajo duro identifican a ambos entrenadores en su camino a formar atletas exitosos, no solo en el campo deportivo, sino también profesional, al combinar deporte y estudio.
“A la distancia, aprovecho para comentar que admiro el trabajo que ella (Dixiana Mena) hace y cómo logró superar las dificultades que ha tenido como entrenadora. Es un trabajo muy interesante el que ella ha hecho. Cuando yo leía cómo entrenaba, cómo hacía las vallas con algo rudimentario (PVC) y otras cosas, me recordó mis inicios con María del Milagro, en los años 70″, aseguró Rivas.
Francisco relató que para él tampoco fue sencillo, pues no tenía las herramientas, por lo que tuvo que ingeniárselas para entrenar a la primera nadadora costarricense que se clasificó a una final olímpica.
“Recuerdo que mis primeras pesas para los trabajos físicos fueron confeccionadas con tarros de pintura rellenos de cemento y le poníamos un tubo de metal para levantarlas. Los ejercicios los hacíamos en La Sabana sin importar si llovía o hacía frío. También entrenamos en el bosque de La Hoja y en el volcán Irazú. Todo aquello fueron fases experimentales que nos ayudaron a forjar nuestro proyecto”, añadió Rivas.
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El experimentado entrenador confesó que no conoce a Dixiana Mena, pero al tener varios aspectos en común e innovar en sus sesiones de entrenamiento, respeta el trabajo que viene desarrollando con sus hijas.
“A la distancia uno puede observar el empeño que pone en lo que hace, que las dificultades no la detienen. Si nos remontamos a mis épocas en los 70, no habían piscinas de 50 metros. Nos dimos cuenta que en Alajuela, en el Country Club, había una piscina de esas dimensiones y junto con María del Milagro fuimos a entrenar. Llevamos las boyas y mecates, porque no tenía carriles. Allí entrenamos. A ella le dieron infecciones en el oído y otras cosas, pero siempre entrenamos y no nos quejamos. Nunca me quejé”, agregó Rivas.
Es un honor. Por su parte, Dixiana Mena, indicó sentirse alagada por las palabras de Francisco Rivas, pues lo considera un gran entrenador que le dio grandes triunfos a Costa Rica.
“Saber que conoce de mí trabajo para mí es un orgullo. Él comprende muy bien lo difícil que es desarrollar en Costa Rica el deporte de una forma competitiva. Creo que solo saber que él tiene una opinión positiva sobre mí trabajo me hace sentir muy feliz, porque don Francisco tiene autoridad para dar un criterio y si es positivo, me siento feliz”, manifestó Mena.
La puriscaleña resaltó que en nuestro país se debe planificar para poder hacer las cosas bien y se debe luchar mucho para alcanzar las metas, pero lo más importante es atreverse a dar el paso.
“Mi trabajo no le llega a los zapatos. Don Francisco ha sido un entrenador muy exitoso, ganó todo lo que quiso. Ojalá yo pueda plasmar todo como él lo logró. También lo admiro porque fue un trabajo bien hecho y a su edad es admirable que siga entrenando a la descendencia de las Poll. No me cabe duda que sabe cómo trabajar, es un verdadero entrenador y para mí es un honor que vea mi trabajo de forma positiva”, añadió Mena.