Alajuela. En una viñeta de Mafalda se dice que si una pudiera cerrar los oídos como cierra los ojos, el mundo sería maravilloso.
Por un momento, el guardameta titular de Alajuelense, Patrick Pemberton , deseó tener esa habilidad cuando un grupo de seguidores manudos lo responsabilizó directamente de los goles del Herediano y, además, coreó el nombre del suplente y anterior guardián de la puerta, Wardy Alfaro.
Los liguistas –oficiando de locales en el Fello Meza– cayeron el miércoles pasado, 1-3 , ante los florenses en juego de reposición de la fecha dos.
Fue la segunda caída al hilo de los rojinegros, quinto puesto del grupo A, con siete puntos –a cinco del líder, Ramonense– y fuera de la zona de clasificación.
La afición manuda buscó un chivo expiatorio y lo encontró en Pemberton, el guardameta que recibió dos tantos en cosa de tres minutos.
El portero encajó el trance de dos maneras: una, con el discurso del futbolista profesional que, se supone, debe tener el “cuero curtido” para tales menesteres; dos, desde el punto de vista de una persona como tantas.
“Uno es un profesional y le tiene que poner el pecho a esto y seguir adelante. Yo siento que no tuve nada que hacer en las tres anotaciones: los delanteros atinaron y me ganaron la partida”, explicó el Pemberton jugador.
Como jugador, eso está muy bien; pero, como persona, ¿se sintió dolido?
Sí, claro que duele porque uno siempre quiere hacer lo mejor para el equipo y se entrega al máximo.
Esos seguidores se apostaron detrás del marco defendido por Pemberton en el primer tiempo; incluso, soportó los pedidos por Alfaro, cuando recibía atención médica al cierre de la primera mitad.
“Uno tiene que estar tranquilo y concentrado, uno sabe que cuando no está en casa la afición del equipo contrario se mete mucho con uno.
“Lo extraño es que fue tu propia afición la que se vino encima”, sostuvo el portero, ayer, poco antes de partir al entrenamiento vespertino de los liguistas, realizado a puertas cerradas
Sin embargo, por más portero que sea también escucha y acá sale la persona.
“Al principio sí me dolió, cuando empezaron a corear el nombre de mi compañero...”, aseveró, con un dejo de incredulidad.
“En lo personal, fue una noche para olvidar, la agarraron en contra mía, pero así es la afición de la Liga: exigente”, agregó.
Como dicen que el peor día de uno no puede pasar de 24 horas, Pemberton afirma que ya pasó el trago amargo.
“Estoy tranquilo, uno se debe al aficionado, a pesar de que la gente está molesta porque las cosas no salen como todos queremos; pero, con la ayuda de Dios y la de los compañeros vamos a salir adelante.
“No sé porqué la agarraron contra mí, pero uno es un profesional, ya hice autocrítica y hay que seguir adelante”, advirtió.