La incertidumbre golpeó a Miguel Ajú. Como tantos otros futbolistas afectados por los propios problemas de Santos y Guanacasteca, que tienen a esos clubes sin licencia para competir, el guardameta se vio de repente sin trabajo, con la angustia de no saber qué pasará.
La Nación publicó en febrero pasado este reportaje, en el que dio a conocer presuntos ocultamientos de cambios de administraciónpor parte de dos equipos de la Primera División: la Asociación Deportiva Guanacasteca (ADG) y Santos de Guápiles.
La fe de Miguel Ajú nunca flaqueó, y hoy, el portero vuelve a encontrar un lugar en el fútbol, defendiendo los colores de Sarchí en la Liga de Ascenso.
Un club que ahora tiene un convenio con Liga Deportiva Alajuelense para que más jóvenes de la cantera rojinegra tengan la oportunidad de jugar en Segunda y foguearse.
El destino no deja de sorprender a Miguel Ajú, porque fue hasta que firmó el contrato con Sarchí que se percató de que existía ese convenio, que lo motiva aún más, luego de transitar en un camino lleno de giros y aprendizajes.
Después de un año en Puntarenas FC, Miguel Ajú debía retornar a Liga Deportiva Alajuelense, donde le quedaban seis meses de contrato.
Sin embargo, el entonces gerente deportivo de los rojinegros, Javier Santamaría, le dijo que no estaba en sus planes. Ante eso, el guardameta decidió buscar el finiquito y cerrar un ciclo de 18 años con los manudos.
“Me siento muy agradecido con la Liga, con todas esas personas que desde muy pequeño, desde liga menor, desde la escuela de fútbol, me ayudaron. Y me fui para Santos, por seis meses”, relató Miguel Ajú en charla con La Nación.
Ahí fue un paso breve, porque llegó muy tarde a Santos, con el torneo avanzado, porque se encontraba en ese proceso de negociación con Javier Santamaría.
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“Fue una etapa muy bonita porque le di mucha prioridad no solo a competir futbolísticamente, sino al estudio. Con Santos terminé jugando, salvamos el descenso futbolísticamente, pero administrativamente nos complicó mucho. Estuve prácticamente un mes sin trabajo, y así hay muchos jugadores, porque hay dos equipos que no están en Primera División”, lamentó.
La situación, reconoce, fue devastadora para muchos y le preocupa ver que son tantas las personas afectadas.

En ese mes de incertidumbre, Miguel no se detuvo y decidió sacar dinero de su bolsillo para pagarse el entrenamiento con un preparador de porteros cerca de su casa.
Le costaba ¢5.000 la hora, para poder mantenerse y mejorar, con la esperanza de que llegara esa oportunidad que tanto anhelaba.
“Se tocaron algunas puertas, hubo algunas ofertas, pero no se llegó a nada. Luego tuve una oferta en Guatemala, que no se pudo concretar, porque el cupo de extranjeros ya estaba lleno”, citó.
La búsqueda de oportunidades llevó a Miguel Ajú a explorar nuevas fronteras.
“Tramité mi nacionalidad colombiana para poder también tener posibilidades allá sin ocupar plaza de extranjero. Estoy a una firma nada más de poder tramitar la cédula, eso fue lo mismo que hizo mi hermano Yael López. Como nuestro papá es Nisson Perea, le solicitamos la nacionalidad”, relató.

En estos días surgieron opciones en Segunda División, y la decisión de unirse a Sarchí no fue al azar y pesó mucho el irse a trabajar al proyecto de José Miguel Cubero, donde tendrá como técnico a Júnior Díaz.
“A Cubero lo tuve como compañero, y ahorita lo tengo como mentor, es una persona súper humilde, súper profesional, que tiene una ética impresionante a la hora de ayudar a las personas, y siempre tuve una buena química con él, indicó.
Una revelación de último momento impulsó aún más su motivación: el convenio de Sarchí con Alajuelense.
“No sabía eso de que varios muchachos de liga menor de Alajuelense van a integrar este equipo y me agrada ayudarles, porque yo lo viví”, destacó.
Para Miguel, este paso no representa un retroceso, sino una oportunidad de crecimiento y apoyo.
“A nivel personal, a mí me ha costado mucho y no estoy diciendo que no quiero pasar por el proceso, no estoy diciendo que quiero saltarme el tiempo; jamás, pero a mí me ayudó mucho porque yo estuve, primero que todo, cuando enviaron por primera vez jugadores a Santa Ana, yo estaba incluido en ese staff en el 2016.
”Luego estuve en Rosario Naranjo cuando mandaban jugadores de la Liga a Segunda. Y fui al Once de Abril. Yo estuve tres torneos prácticamente en Segunda División antes de llegar a Primera y me ayudó mucho.”
Volver a la Segunda División es, para Ajú, una historia de superación y esperanza.
“También me llena mucho de felicidad por el hecho de tener trabajo, porque ha sido muy complicado no tener trabajo, pero también de decir, ok, voy a un proyecto totalmente aparte de lo que es la Liga, pero me llena de orgullo saber que voy a vivir otra vez ese proceso, que es muy lindo compartir con personas jóvenes igual que yo”, expresó.
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Aunque la Primera División era su prioridad, entiende que a veces hay que regresar a las bases y eso lo lleva a pensar que nunca hay que rendirse.
Tiene 25 años y muchas metas por cumplir e insiste en que firmar con Sarchí lo hace valorar el privilegio de no estar desempleado.
“Volver a Segunda no es por mis capacidades, simplemente es por el destino, para buscar volver a subir, y es difícil, sí, pero ahí el trabajo lo dirá. Vamos por el ascenso y para volver a subir tengo que ser figura, entonces vamos a luchar en eso como siempre”, concluyó el portero, con la mirada puesta en el futuro.

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