“Quiero ser el mejor padre que pueda ser”, dijo Diogo Jota hace apenas unos meses, sin saber que esas palabras, cargadas de amor y entrega, quedarían marcadas para siempre como uno de sus últimos legados.
El futbolista portugués del Liverpool, y su hermano, André Silva, fallecieron en un trágico accidente de tránsito que dejó su vehículo completamente calcinado. Este sábado 5 de julio fueron sepultados en Gondomar, cerca de Oporto, en Portugal.
La noticia estremeció al mundo del fútbol, pero también a quienes vieron en él más que un deportista: a un esposo recién casado, a un padre entregado, a un ser humano con prioridades claras.
Solo once días antes de su muerte, Jota celebraba lo que describió como uno de los momentos más felices de su vida: su boda con Rute Cardoso, la madre de sus tres hijos.
“Tener al mismo tiempo y en el mismo lugar a la familia y amigos para celebrar lo que de verdad importa: el amor”, escribió junto a un video de la ceremonia que publicó en sus redes sociales.
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Esas imágenes hoy duelen, pero que también testifican el profundo amor que profesaba por su núcleo familiar.
Precisamente, ese mismo amor quedó registrado en una entrevista publicada hace unos meses en el canal oficial del Liverpool FC.

Diego Jota hablaba con una sonrisa genuina cuando se refería a su faceta como padre.
"Quiero ser el mejor padre que pueda ser. Intento dar ejemplo, darles una buena retroalimentación, aunque a veces quiera descansar un poco más por la tarde y ellos estén todos felices porque estoy en casa y quieren jugar", mencionó sin titubear en aquel entonces.
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Dichas palabras retrataban con honestidad el equilibrio que intentaba mantener entre la alta exigencia del fútbol profesional y la vida familiar.
“Incluso si estás jugando bien, como al principio de temporada, cuando llego a casa, sigo teniendo una familia. Tengo dos hijos, casi tres, y los perros, y eso no para”, comentó con ternura, pues la bebé que nació el pasado 26 de noviembre aún estaba en el vientre de Rute Cardoso.

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En esa misma conversación relató una anécdota que hoy adquiere otro peso: “Me pasó esto ayer: quería descansar un poco después del partido, y uno de mis hijos quería jugar al fútbol. Tienes que estar ahí. Cuando llegas a casa, tienes que estar al cien por cien para ellos”.
El impacto de su fallecimiento ha desatado una oleada de condolencias en redes sociales. Sus publicaciones se llenaron de mensajes de admiración, no solo hacia el futbolista talentoso, sino hacia el padre presente, el esposo amoroso, el hombre que supo colocar a su familia por encima de todo.
En medio del dolor, queda el consuelo de que Diogo Jota vivió con entrega y con amor. Que su última promesa no fue una más, sino una que cumplió cada día con sus hijos, hasta el final.