En medio de la coherencia de Gustavo Alfaro para explicar casi todos sus criterios futbolísticos, hubo una respuesta débil y, especialmente, poco acertada para argumentar la ausencia de Elías Aguilar en el juego frente a Panamá.
¿Por qué no jugaría el único volante que posee las características para, al menos, lanzar un pase a profundidad preciso? Desde la parte alta del Estadio Ricardo Saprissa prestaba atención a las diagonales de Manfred Ugalde y de Jimmy Marín y es evidente que ambos añoraban un tipo que leyera sus movimientos y les lanzara la pelota al pie.
Lo que, a la vez, es muy curioso. Cuando se trata de Elías, el listón es mucho más alto y los técnicos parecen buscar cualquier justificación para no alinearlo. Esto dijo Alfaro:
“Le dije a Elías que tiene que tener un paso más rápido que en el fútbol local, si bien él es un jugador que no se apura, es un jugador que se toma su tiempo, que toma la pelota y siempre le da un estilo concreto, es un jugador que tengo en consideración”, dijo.
Lo que explica el entrenador es lo más obvio del mundo. Todo aficionado, periodista o técnico que haya visto a Elías entiende que no es un jugador “de paso rápido”.
Lo lamentable es que se siga machacando (es un discurso repetido) en la debilidad de Elías, en lugar de aprovechar sus grandes fortalezas, especialmente el último pase y la capacidad para, a través de la conducción, abrirse espacios y luego profundizar el juego con sus trazos finos a la espalda de los centrales.
Como recién llega a Costa Rica, es probable que el nuevo seleccionador aún no haya podido confirmar una realidad que ataca a la ‘Sele’ desde hace años: Costa Rica tiene poquísimos jugadores con profundidad en la elaboración de juego.
En los últimos cuatro años, se cuentan con una mano: Bryan Ruiz en sus mejores tiempos (o en los no tan buenos), Joel Campbell... y pare de contar.
En un escenario ‘perfecto’, con decenas de alternativas de volantes centrales de ida y vuelta, con pase final y excelente marca (al estilo de Adalberto Carrasquilla), es posible que no se necesitara del talento de Elías, pero esta no es nuestra realidad.
Por el contrario, tácticamente el técnico debería exprimir las fortalezas del futbolista, de manera en que Costa Rica de verdad tenga un jugador capaz de cambiar la monotonía ofensiva del equipo a través de su talento.
En el país, Alfaro encontrará un montón de jugadores que corran mucho, que se puedan aplicar tácticamente a lo que él pide, pero son muy escasos los que de verdad dejan de cara a gol a sus delanteros. Elías es una de esas excepciones a la regla.
Es una incoherencia evidente que, en el discurso, se ‘amplifiquen’ las debilidades de Aguilar y, por el contrario, con el resto de futbolistas suceda lo contrario.
Digo, la lógica evidencia que cada jugador posee fortalezas y debilidades. El desafío del entrenador es aprovechar sus puntos altos en la pizarra.
Por ejemplo, Brandon Aguilera dejó ver serias dificultades para cumplir en la posición de volante mixto, pero Alfaro optó por rescatar su actitud y defenderlo a toda costa, como sucedió con otros futbolistas.
¿Y acaso Aguilera no tiene debilidades, como también las tiene Elías?
¿O Jimmy Marín, o Joel Campbell? ¡Todos los futbolistas tienen debilidades!
Mi punto es: ¿porqué no potenciar lo bueno de Aguilar y aprovecharlo en un partido en el que, con poquísimo tiempo de trabajo, el volante podía salirse del libreto?
Cada día corroboro con más certeza que el discurso de que los técnicos se adaptan a la calidad de los jugadores que tiene es irreal.
La verdad es que primero está su fórmula de juego y luego determinan quiénes se adaptan de manera más rápida a su estilo ya predeterminado, que muchas veces no está dispuesto a valorar otras formas y virtudes.
Esto provoca que algunos jugadores con ciertas habilidades se desaprovechen y nunca muestren todo su potencial en la Selección Mayor.
Con otras excusas (y a veces sin excusas), la ‘Sele’ desaprovechó a Elías en los últimos dos procesos, sin evaluar la escasez de futbolistas con sus condiciones para profundizar en el juego ofensivo y dejándose llevar únicamente por sus debilidades.