Rosario, Argentina. Keylor Navas tuvo su primer clásico de Rosario, en el que Newell’s enfrentó a Central. Al costarricense, esta vez, le tocó perder (2 a 1); sin embargo, la experiencia fue vibrante desde la previa. El resultado, al final, opacó todo, en un partido que para Navas fue bastante extraño.
El costarricense, a diferencia de otras ocasiones, no fue figura porque prácticamente el rival no le llegó. El Halcón, de hecho, no tuvo paradas determinantes, y las únicas dos veces que Central consiguió incomodar fueron para anotarle; no obstante, él poco podía hacer.
Como una repetición, ambas dianas llegaron por medio de la táctica fija. Una luego de un tiro de esquina prolongado al segundo palo y la siguiente, otra jugada en la que el tiro libre llegó al palo largo y más bien devolvieron el esférico al punto de penal para fusilar al tico.
Si no fuera por esas dos acciones, Keylor hubiera sido un espectador más del vibrante compromiso en el que Central llegó a pegar, defenderse y atacar a la contra, mientras Newell’s llevó el peso del partido, buscó crear más juego, pero falló en defensiva, un tema que ya ha sido recurrente.

Para Keylor, el partido fue un océano de emociones. Cuando salió a calentar, todo el Coloso Marcelo Bielsa reventó en algarabía. El sonido de los aplausos cayó como lluvia sobre el césped y la locura fue total, según pudo comprobar este enviado del periódico “La Nación”, presente en el estadio.
Keylor, concentrado pero con una sonrisa, dejó notar que disfrutó el momento.
Ya con el comienzo del compromiso, las emociones se vivieron a flor de piel. Fuertes reclamos al árbitro por faltas que él consideraba no lo eran, también fuertes llamadas de atención a sus compañeros.
Sin duda, una de las acciones que poca gente notó fue el apoyo que le dio a sus zagueros cuando les marcaron. El portero buscó la forma de levantar el ánimo, de tocar los sentimientos más profundos.
Aunque solo restaban cinco minutos para que terminara el partido, Navas fue uno de los que más celebró el gol marcado por Ever Banega. El nacional, fiel a su costumbre, alzó las manos al cielo, aplaudió y pidió que sacaran rápido.
Cuando a Navas le marcaron, su desazón fue más que evidente: enojo, frustración, mirada al césped y varias veces el grito de: ¡Vamos!, ¡Vamos!, ¡Vamooos! Las dianas de Gaspar Duarte y Jáminton Campaz fueron dardos duros de asimilar.
Aún así, él nunca dejó de confiar y llamó a sus compañeros a lanzarse con todo por la igualdad.
Keylor y su familia disfrutan a lo grande la experiencia que viven en Argentina, porque sus hijos (Mateo y Thiago) acompañaron a su padre al centro del terreno de juego, previo al pitazo inicial, para ser testigos de un espectáculo impresionante a la entrada de los dos equipos al campo.

Al final, como todos, Keylor y los suyos resguardaron su seguridad. El cierre del cotejo estuvo caliente, lo que provocó enfrentamientos entre los hinchas y los policías, quienes tuvieron que emplear la fuerza para controlar una barra enardecida, cansada de derrotas y un arranque que los tiene con solamente tres puntos de 18 disputados (única victoria contra Aldosivi, en el debut de Navas).
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La Lepra cayó en un duelo que no podía perder, y la inestabilidad continúa. Keylor ya suma su primer clásico rosarino, el más pasional de Argentina... Con su competitividad, el tico hoy enfrentaría, sin duda, otro duelo igual, porque en su mirada se notó el deseo de revancha lo antes posible.
Esta cobertura de La Nación siguiendo a Keylor Navas en Argentina con Newell’s Old Boys es posible gracias a la Agencia de Viajes Gurú.