
Fabián Rojas hoy vive en paz con él mismo, con su familia y hasta con su pasado. El exjugador de Saprissa y Herediano no esconde que los hechos que hoy son sus recuerdos le sacan una sonrisa en la actualidad, pero en su momento lo atormentaron, lo llevaron a la depresión y pusieron su vida de cabeza.
Rojas pasó de administrar “buen dinero” a tocarse la bolsa de los pantalones y no poder encontrar ni cinco colones. Pasó de andar en carro a tener que solicitarle a su hermana, María Fernanda, los pases necesarios para poder trasladarse en bus. También vivió en carne propia lo que fue perder su automóvil y quedar ahogado en deudas, al punto que, como él mismo dijo: “ni siquiera unas Picaritas me daban prestadas”.
Fabián, figura de Herediano y Saprissa en la primera década de los 2000, se dejó llevar en su momento por los placeres momentáneos que da el fútbol: buena remuneración de forma repentina y fama, sobre todo si se tiene talento.
“Yo soy de Turrialba, y vea, para una persona de campo, el salario que yo recibía cuando estuve en Herediano era una millonada. El problema mío fue que, cuando tuve una lesión grave, me desenfoqué al punto que no me estaba dando cuenta de que mi carrera corría peligro y yo seguía gastando plata. Vea, a mí, lesionado y todo, Saprissa me cambió por tres jugadores, entonces yo me sentía en las nubes... Todos los días gastaba mucho dinero”, declaró.
Con el gasto aparecieron las oportunidades de tarjetas de crédito, adquirir vehículos y demás. No obstante, cuando el fútbol se acabó, el propio Rojas acepta que la vida le quedó hecha un verdadero “colocho” y las lágrimas y el sentimiento de tristeza lo comenzaron a atacar.
“Las deudas que yo tenía sí me quitaban la paz. Yo vivía atormentado. Yo hacía trámites para comprar un carro y me decían que no, porque estaba más manchado que un dálmata. Honestamente, yo duré cuatro años limpiando mi vida de todas las malas decisiones que tomé”, expresó.
En ese tiempo, Rojas vivió la realidad que le tocó: viajar en bus, trabajar hasta altas horas de la madrugada y se tuvo que limitar a no hacer gastos, situación que sí hizo en su época de futbolista.
No obstante, el enemigo que más lo golpeó era uno que lo masacraba de forma silenciosa: la depresión.
“Yo pesaba 62 kilogramos, era súper flaco, andaba con un semblante totalmente triste. Yo aparentaba estar bien, pero por dentro estaba muy mal. El día que yo me quedé sin carro, y que no tenía ni para subirme al bus, y tuve que dejar mi apartamento para irme a vivir con mi hermana, fue muy duro”, reflexionó.
Rojas no olvida la forma en que su hermana le hizo un llamado de atención que le despertó su orgullo y lo hizo querer levantarse del hueco donde estaba metido.
“Vea, Fabi, déjese de huevonadas, de playadas, y comience a vivir como hay que hacerlo”, ese fue el mensaje que María Fernanda le dio a su hermano, quien sintió un escalofrío en todo su cuerpo y decidió cambiar.
“Fue muy fuerte, porque ella me hizo entender... Yo estaba mal y yo quería seguir viviendo como vivía antes. Ahí yo llegué a una reflexión: la vida de los futbolistas es una vida falsa, en muchos casos, porque uno tiene cosas muy rápido, pero así se van esas mismas cosas...”, pronunció.
Cuatro años después de que oficialmente Fabián saliera a ver la luz de nuevo, él ya tiene una empresa textil consolidada: KSD Sport, la cual cuenta con dos talleres de producción y más de cinco personas dentro de su personal. También es dueño de un equipo de fútbol de la segunda división de LINAFA: Pitbull Santa Bárbara.
“Solo Dios puede arreglar una vida como la que yo tenía”, dijo entre risas.
El proyecto que más lo tiene entusiasmado es que él, sin pensarlo, se convirtió en padrino de cinco promesas de Turrialba que él se trajo del cantón brumoso para vincularlos al plantel de LINAFA.

“Yo tenía el taller textil en una casa, decidí trasladarlo a otro lado y dejarle la casa a ellos. Para mí son como mis hijos. A mis 36 años, me siento feliz de darles una mano y poder guiarlos para que no cometan los errores que yo cometí”, acotó.
Los turrialbeños, además, trabajan para KSD Sport, la empresa de ropa. “Mi idea es que ellos entiendan que la vida no es fácil. Vea, yo sé lo que es dormir en cajas de cartón, sé lo que es ver que 5000 colones me duren 15 días, pero también sé lo que es gastar un millón de colones en una tarde en un mall... Yo sé lo que es botar la plata, y por eso yo los acogí, porque son grandes talentos, pero ellos no tienen que cometer los errores que la mayoría de jugadores cometemos”, finalizó.
KSD Sport produce hasta 500 piezas textiles por semana. Fabián Rojas asegura que ya puede respirar después de años en los que ni siquiera conciliaba el sueño por el estrés que sobrellevaba ante el desorden de su vida. De hecho, aceptó que estuvo peleado con el fútbol por cuatro años, pero luego, con madurez, entendió que sin el deporte él no sería la persona y el ejemplo que es hoy: de que, por más equivocaciones que se cometan, cuando una persona decide hacer un alto y cambiar, todo puede mejorar.
