Edgar Greaves era un talentoso extremo. Desde sus inicios, su potencia y habilidad llamaban la atención, sobre todo porque tenía esa picardía que marca la diferencia en el último cuarto de cancha.
Antes de los 20 años, él era un proyecto del Herediano. Carlos Watson lo había visto en el conjunto rojiamarillo; sin embargo, una de las decisiones que se tomó a principios de los 2000 fue que el jugador fuera cedido a la Universidad de Costa Rica para que sumara regularidad en el ascenso tico. No obstante, lo que en el Team nunca imaginaron fue que esa decisión los haría perder el talento.
Greaves marcó una gran diferencia en la Segunda, pues anotó 14 goles y fue convocado a un partido de exhibición entre jugadores nacionales y extranjeros. En 2006, el técnico del combinado costarricense fue Hernán Medford, laureado timonel que venía de participar con Saprissa en el Mundial de Clubes.

“Yo comencé a hacer la pretemporada con Herediano; sin embargo, cuando fui a ese amistoso, hice dos goles y al siguiente día me llamó Sammy (exguardaespaldas de Medford) y me dijo que si me interesaría jugar en Saprissa. Eso fue un miércoles, el jueves ya había firmado por tres años con la S”, recordó.
Greaves, para poder asistir a la firma con el Monstruo, decidió reportar su ausencia al entrenador del Team en ese momento, Carlos Watson.
“Diay, no me quedó otra más que mentir. Yo le dije a don Carlos que tenía una cita en el dentista y que no la podía perder... Es que lo que pasó es que en Herediano nunca me presentaron el contrato. Ellos, como yo era de divisiones menores, solo me decían que me querían, pero había que esperar a que Aquil Alí volviera de Brasil, en aquella ocasión él andaba trayendo a Leandrinho. Apareció Saprissa y yo firmé”, contó.
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De esta forma, Medford le “robó” a Herediano un talento que ellos deseaban consolidar.
“Hay algo de lo que sí me arrepiento, porque don Carlos tenía mucha confianza en mí, me quería dar la oportunidad. En cambio, cuando llegué a Saprissa, tenía mucha competencia. Estaban Álvaro Saborío, Christian Bolaños, Alonso Solís, Alejandro Alpízar, Jairo Arrieta... Era una cosa seria”, recordó.
Ya como morado, Edgar no logró consolidarse como titular indiscutible, pero sí fue un cambio regular.
“Me faltó oportunidad, creo yo. Si me hubieran dado el chance de jugar de forma regular, creo que hubiera enamorado al saprissismo, porque cada vez que yo entraba, así lo sentía. La Ultra me pedía muchísimo a mí...”, destacó.
Salió de Tibás con dos campeonatos y empezó un recorrido por varios equipos, entre ellos Cartaginés, donde fue subcampeón nacional. A los 34 años, puso un punto final a su carrera, con el fin de empezar a formarse como entrenador.
“Jugué en Guatemala siete años y me retiré. Saqué las licencias para ser entrenador en Costa Rica, pero un día Róger Flores (mundialista tico de Italia 1990) me puso en contacto con un empresario tico radicado en EE. UU., quien me abrió una oportunidad que me cambió la vida”, expresó.
Edgar entró en el mundo de la organización de torneos amateurs de fútbol al vincularse con la empresa RRR.
A los 40 años, su buena gestión lo hizo crecer con rapidez y ya es el gerente general de la organización, una empresa que ambiciona dominar el mercado latinoamericano del deporte rey, al punto que quieren hacer uniformes e indumentaria para las diferentes ligas de Centroamérica.
“Las ligas amateur son juegos de nueve contra nueve, hay 90 equipos y es un poco loco organizar todo, es una logística fuerte, pero a mí me encanta hacerlo”, acotó.
Respecto a la marca deportiva, ya comienza a introducirse y viste al Inter San Carlos de la Liga de Ascenso.
Edgar además nombró a Hernán Medford como el representante de la marca en América Central, por lo que el entrenador viste con la indumentaria y además promueve alianzas por la región.
El futbolista que conquistó a Hernán y que pasó del Saprissa al Herediano sin que el Team se lo imaginara, hoy sueña con que la marca para la que trabaja domine las ligas nacionales de Concacaf, en cuanto a vestimenta.
