A plena vista, el análisis de Saprissa para contratar a Johnny Acosta es acertado. Es algo simple de analizar: es jugador libre, de comprobado rendimiento en clubes grandes y con características valiosas para rendir en el esquema de Wálter Centeno.
A pesar de que ya quedaron atrás sus mejores días, lo que se ratificó en su última estancia en La U cuando fue un jugador apenas regular, Acosta cumple con todos los requerimientos para ser el perfecto 'apaga incendios', en medio de las dificultades de Saprissa para traer al país al elegido para el puesto, Esteban Espíndola.
Reconozco que es una apuesta relativamente segura, pero aún así me genera un sinsabor: solo en la zaga había un espacio real para proyectar a un futbolista de liga menor.
Con el aparato ofensivo reforzado y futbolistas absolutamente consolidados en todas las líneas de ataque, la única oportunidad para que un joven se abriera campo, tal como lo hizo Manfred Ugalde en el último año, era en la retaguardia.
Rodeado de experiencia como la que sobra en el primer equipo morado, y luego de ganar un título (lo que evidentemente quita presión), parecía la oportunidad idónea para consolidar de nuevo un juvenil.
El antecedente de Ugalde refuerza la idea de que hay potencial, los jóvenes solo necesitan confianza y minutos, factores en los que el técnico y el club son pieza clave.
Con la llegada de Acosta, Saprissa lanza un mensaje claro: no es una prioridad consolidar a los jugadores de la cantera en el corto plazo.
No importa que 10 jóvenes hagan la pretemporada si al final todos los puestos están cubiertos y las posibilidades de jugar son remotas.
En el centro de la defensa, Saprissa cuenta con Alexander Robinson, Aubrey David, Johnny Acosta y los polifuncionales Michael Barrantes y David Guzmán. Es probable que en unos meses Espíndola se una al equipo.
Esto, evidentemente, limita el espacio para jóvenes de buena proyección y con procesos de selección menor, como los centrales Jordy Evans y Sebastián Van Der Puten (joven viene de la academia Consultants Edson Soto).
Respeto a quienes piensan que el fútbol no es de viejos y jóvenes, pero solo comparto el 50% de la frase. Coincido en que si un futbolista rinde, puede jugar a cualquier edad.
Sin embargo, el joven debe verse como un proyecto que necesita quemar etapas para confirmar su crecimiento y, a priori, conseguir un contrato internacional, que al final es lo que permite la sostenibilidad de los equipos y el crecimiento de la Selección Mayor.