Nadie puede acusar a Luis Diego Arnáez de cobarde o mezquino con el fútbol ofensivo. Tal vez de insistente, sí.
No cualquiera se atreve a alinear tres atacantes natos —Róger Rojas, Jonathan McDonald y Jonathan Moya—, pero la osadía no siempre se traduce en más goles ni en mejores resultados. Utilizados en nueve partidos (incluyendo un par en los que Abdiel Arroyo suplió a alguno de ellos), en cinco Alajuelense marcó apenas un gol.
Para empezar, resulta incómodo ensamblarlos, cuando ninguno está hecho para jugar por las bandas. Rojas lo intenta y a veces hasta logra buenas interpretaciones de ese papel, pero a todas luces juega fuera de su charco.
Con apenas seis goles en la presente campaña, el catracho ha logrado la mayoría (4) en el modelo de dos delanteros. En el resto del tiempo, se acomoda al libreto, jala marcas y aporta asistencias, porque nadie puede decir que en la Liga falte disposición para adaptarse a las funciones.
Superado ese inconveniente, los tres atacantes conllevan otro riesgo: no se trata de jugadores fabricados para subir y bajar por las bandas, si bien su sacrificio es de aplauso.
No solo presionan la salida del rival —una de las fortalezas rojinegras cuando utiliza el tridente—, sino que bajan casi hasta el área de Pemberton en caso de ser necesario.
La entrega no logra, sin embargo, disimular que las bandas quedan un tanto desprotegidas a espaldas del trío. La factura a veces la pagan Allen Guevara y Alex López, obligados a cubrir los costados, a costa de algunos descuidos en el centro, donde Garrido se parte el lomo, si bien —repito— nunca falta actitud en Rojas, McDonald ni Moya para decir ¡presente! en el mediocampo.
El sacrificio y la sincronización no tienen derecho al descanso ante un cuadro como Herediano, más regular y más equilibrado en defensa-ataque que el actual Alajuelense.
Quizás Arnáez no tiene a los hombres exactos para ejecutar su idea. Le saldría perfecta con un hombre de área y dos de esos atacantes que llenan de vértigo los costados y al tiempo son aptos para el ida y vuelta —al estilo de Daniel Colindres o el mismo Barlon Sequeira—. En cambio, el técnico manudo sí podría darse el lujo de alinear una dupla temida y tener un relevo amenazante.
Veamos las estadísticas: con Rojas, McDonald y Moya (o Abdiel Arroyo en algún momento) la Liga tiene un rendimiento del 56%. Con dos atacantes, secundados por Barlon o Guevara, la cifra sube al 75%. Simples números, lo sé.
Cuando un técnico cree en firmemente su idea y no le tiembla el pulso para ejecutarla, pocas cosas lo frenan.