En tan solo 27 horas, José Andrés Salvatierra recibió las dos peores noticias de su carrera deportiva: una lesión lo dejó fuera del Mundial y una prueba antidopaje arrojó un resultado analítico adverso.
La noche del pasado jueves, a las 8:04 p. m., el jugador de Alajuelense informó de que se perdería la Copa del Mundo. Este fue el primer golpe.
Salvatierra tuvo que ser sustituido a los 63 minutos del encuentro ante Santos, el miércoles pasado. Al final, una serie de exámenes determinaron que padece una ruptura de ligamento cruzado y menisco externo.

Con ese parte médico se confirmó lo peor: no estará en Rusia con la Sele, pues su puesto en la cita mundialista era casi fijo. Eso sí, el titular por la banda derecha es Cristian Gamboa, pero nadie negaba que el manudo estaría en la lista.
Poco a poco los mensajes de seleccionados, personeros de otros equipos y afición en general se hicieron presentes para desearle una buena recuperación, pues es una lesión seria. Los colores se dejaron de lado y se pusieron al servicio del futbolista.
Para la noche del viernes, a las 11 p. m, se dio lo inesperado: ¿un resultado analítico adverso? Sí. Según dijo Fernando Ocampo, presidente erizo, la notificación llegó a esa hora.
Luego del 3-3 del clásico en el Morera Soto, Salvatierra fue uno de los jugadores designados al azar para realizar la prueba doping, misma que regula la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol), mediante una comisión antidopaje.
Tan solo 20 días después de ese encuentro, en el que el futbolista salió expulsado, en la Liga ya sabían que podrían perder a uno de sus capitanes no solo por los seis u ocho meses en los que durará en recuperarse de su lesión, sino ahora podría ser aún más tiempo, aunque se desconoce con certeza cuánto.
El futbolista no se ha manifestado en sus redes sociales y el club emitió un escueto comunicado de prensa en el que menciona que el resultado se dio “en un medicamento que se utiliza para quemar grasa”.
En tan solo 27 horas la carrera deportiva de Salvatierra está en el limbo. Una lesión y el caso del posible dopaje lo ponen en jaque.
