Daniela Cruz tiene 27 años, desde su niñez se declara enamorada del fútbol al punto que a la edad de 12, cuando tuvo que escoger entre el atletismo y el deporte de la esférica, no tuvo duda: el balompié. Ella sabe lo que es sonreír por un balón, aunque también conoce lo que es sufrir y llorar por el mismo.
A corta edad tuvo que enfrentar los prejuicios por ser mujer y amar el fútbol, no lo esconde y asegura que al inicio no entendía porqué no podía jugar competitivamente hasta que encontró una escuela de fútbol al iniciar su adolescencia.
Daniela encontró en el atletismo, específicamente en la prueba de 800 metros, el tapón temporal al vacío que sentía al no poder practicar deporte, pero es clara en que el sentimiento no era el mismo.
“A mí me costaba entender porqué no me dejaban jugar con los hombres, hasta el final fue que me encontré un proyecto en Tibás y ahí nació mi carrera deportiva. Yo siempre intentaba jugar con los hombres en la escuela y ahí mejengueaba”, recordó.
Luego de sortear la poca oportunidad que había para poder buscar el sueño de ser profesional en el deporte, Cruz se trazó la clara meta de buscar un mejor horizonte personal en el fútbol femenino.
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Para conseguir un mejor futuro en el deporte que enloquece al orbe, la costarricense tuvo que salir del país. Primero aprovechó una oportunidad estudiantil-deportiva en Estados Unidos.
La futbolista, por sus condiciones como deportista, fue tomada en cuenta por la Universidad de West Florida, en Pensacola, Florida.
Ahí, la nacional tuvo un primer choque con otra realidad: en el fútbol universitario de los Estados Unidos sintió lo que era ser una deportista élite.
La defensa se dio cuenta cómo era nada más preocuparse solamente por rendir en la parte deportiva y económica, sin tener que ocuparse en cómo alimentarse bien y demás responsabilidades que conllevan ser deportista profesional.
La universidad le facilitaba todo a la tica para que mostrara su mejor versión en el campo y en las aulas.
“Ellos están a otro nivel en términos de organización, de marketing, de instalaciones, el deportista está representando a la universidad por lo que se le dan todas las facilidades en todos los campos”, detalló.
En cuatro años en Norteamérica, la defensa pudo cosechar su título en la carrera de Ciencias del Ejercicio, un arma más que le permite defenderse en un fútbol femenino amateur como el costarricense.
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“Esa ha sido mi gran arma, porque sinceramente el fútbol femenino aquí apenas da para lo que usted gasta en el traslado diario a los entrenamientos”, explicó.
Cruz sabe también la experiencia de estar en un club de primer mundo del balompié femenino. La costarricense estuvo en 2015 en el Estrella Roja de Serbia.
La tica recuerda que llegó por accidente al fútbol del país europeo; ella en realidad iba para la segunda división de Alemania.
“Fue un vacilón porque resulta que a mí me llegó un correo del técnico del Estrella Roja, pero yo iba para otro equipo y por diferentes circunstancias terminé en Serbia. Ellos me contactaron por medio de un resumen de mis jugadas que yo tengo en YouTube y de ahí sacaron mi contacto”, recordó entre risas.
Daniela contó en esta etapa de su carrera con apartamento y transporte al centro de entrenamientos, también le facilitaban las comidas. En el país del Viejo Continente probó las mieles del verdadero profesionalismo.
“Es que la diferencia con lo que se vive aquí es increíble, imagínese que aquí nosotras entrenamos todos los días en Saprissa a las 5:30 a. m. y hay muchachas que viven en Curridabat u otras localidades, o sea, es demasiado lo que deben viajar (las prácticas son en Belén)”, afirmó.
Empero, no todo fue positivo en el Estrella Roja. La actual jugadora del Saprissa sufrió una lesión de gravedad, en el último partido de la temporada, por lo que pasó todo el 2016 en recuperación.
“Tuve una ruptura del ligamento en un tobillo. La recuperación fue todo un tema porque yo me regresé de Serbia ya que mi abuelito estaba muy mal, cuando yo me devuelvo y termina mi contrato con el Estrella Roja se da la dolencia. Estando en Costa Rica me hice una resonancia y me traté acá. Fue muy rudo porque yo no tenía intenciones de quedarme en Costa Rica, venía solo por un par de meses”, expresó.
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Además del golpe a su carrera como legionaria, la futbolista se enfrentó a la dura realidad de cómo financiar una operación que costaba en aquel momento ¢5 millones.
“Fue muy difícil, era mucha plata y yo acababa de llegar a Costa Rica después de seis años fuera, tenía la opción de ir a un call center para trabajar pero no quería. Me operé cuatro meses después de haber llegado y mucho se lo debo a mis papás. De hecho todavía estoy pagando esa operación, también la gente del gimnasio MultiSpa me tendió la mano”, agregó.
Actualmente, la jugadora se desempeña en el Saprissa, trabaja con la Fundación de ese equipo y tiene a cargo dos cuadros de divisiones menores.
La idea de Daniela es devolverle al fútbol femenino algo de lo que le ha dado, además de buscar la profesionalización al máximo de la disciplina y, según ella, esto solo ocurre si se trabaja desde las bases.
“Yo creo que si uno se dedica solo a criticar, forma parte del problema. Yo tomo lo que vi afuera e intento aplicarlo en Costa Rica... Sueño el día en que nuestra liga agarre de ejemplo a la mexicana o la colombiana, allá todos los equipos de Primera de hombres tienen equipo femenino y por eso han crecido tanto”, finalizó.
Cruz ya derribó barreras para hacer lo que ama desde niña, ahora quiere seguir destruyendo murallas para las niñas que crecen como los nuevos talentos del fútbol femenino.