Cartago. La historia de amor incondicional entre el futbolista y su ferviente afición se cortó, pero solo en la cancha. El referente, el héroe de una y mil batallas, el salvador que supo aparecer para levantar el estandarte de Cartaginés con orgullo, el que defendió su club y su tierra amada no será más jugador; ahora tomará el rol de leyenda.
Rándall Brenes no volverá a portar la cinta de capitán a partir de este domingo; esa historia que es casi un cuento de hadas en el fútbol moderno, con un protagonista ceñido en enfundarse un único uniforme. Culminó entre lágrimas, aplausos, entrega dentro y fuera del rectángulo de juego y también enojo y frustración.
El Chiqui se vio obligado a no ponerse más la camiseta número 10, no como esperaba o soñaba después de tantos y tantos capítulos con él como actor principal. Lo llevaron al retiro pese a que quería seguir luchando por su amor.
El técnico Paulo César Wanchope le indicó que no podía seguir en el campo de batalla, que su tiempo para pelear iba a ser reducido, pese a que el líder aún se siente en plena capacidad y así lo demuestra aún.
Sin embargo, el fútbol tiene estás particularidades. Brenes empezó la pretemporada con el objetivo de participar una campaña más en busca de limpiar el mancillado honor de los blanquiazules y no llegó a terminar la fase de preparación.
En su partido de despedida ante Rosario Central corrió, luchó, celebró y derramó las últimas lágrimas en el patio de su casa: el Fello Meza.
A partir de ahora sus participaciones serán contadas de generación en generación. El video servirá para que el padre le transmita a su hijo y este al suyo lo que hizo un hombre de corta estatura, que nació en Cartago, que se crió en el barrio la Pitahaya y que traspiraba como nadie por la única camiseta que le enseñaron a amar: la de Cartaginés.
En cada relato estará que Chiqui los hizo festejar 103 veces en partidos oficiales, que disputó 286 juegos, que marcó el gol de la clasificación para el Mundial de Brasil 2014 y que justo en esa Copa del Mundo fue partícipe de la gesta más importante del fútbol costarricense.
Sería impensado que en cada narración de esta se omita el detalle de que Rándall nunca los “traicionó” firmando con otro club nacional, pese a las múltiples ofertas de los más ganadores. También recalcarán que dejó mucho dinero por sus tres traspasos al fútbol internacional.
Indudablemente, que se contará como aparecía de la nada, cuando el barco se hundía y cuando ya todo estaba destinado al fracaso. Rándall le enseñó a sus aficionados a creer, un legado mucho más grande e importante que el título que nunca llegó y que se le escapó en el Verano del 2013, justo cuando el 10 suplicó, al igual que ahora, que no lo sacaran, aunque en esa ocasión el técnico sí le concedió el deseo y el atacante respondió con un gol crucial.
Todos estos detalles son reales, nada es inventado y por lo mismo en la despedida de Brenes sobraron las muestras de amor, de lealtad y de agradecimiento profundo para el último gran referente.
Del partido poco, muy poco que decir, no por el rival, que se comportó a la altura, dio lo que tenía que dar y terminó por desnudar las falencias que busca corregir Wanchope.
Los brumosos cayeron 1-2 con anotaciones de Marco Ruben (35') y Fernando Zampedri (59'). Néstor Monge descontó al 61' para los de casa.
Pero lo más trascendental para quienes fueron al Fello era acompañar a su ídolo, ya tendrán tiempo para desmenuzar lo que hizo o dejó de hacer el resto del equipo. La atención era única y exclusiva en apoyar a Chiqui en su improvisada despedida.
Se fue el más leal, el más orgulloso de ser cartago y cartaginés, se fue el Chiqui de la gente, el que nunca falló y al que le fallaron. Eso sí, los que comparten la misma pasión que él no dejarán que el amor termine.
Rándall seguirá siendo el referente, pese a que a sus 34 años le cortaron el chance de agrandar su legado.
