Por más que fuera un amistoso, los clásicos hay que ganarlos de cualquier forma y fue justo lo que hizo el Barcelona, al imponerse sobre el Real Madrid. Claro, el 3 a 0 final es un resultado hasta inexplicable, si se toma en cuenta que los blancos desperdiciaron un penal y estrellaron cuatro disparos en los palos.

Posiblemente los entrenadores sí verán más allá del resultado, sin embargo, los aficionados se quedan con la goleada, tras un duelo de alto voltaje en Arlington (afueras de Dallas).
Ousmane Dembéle, en el minuto 15, el joven Fermín López (85′) y Ferran López (90+1′) firmaron las dianas azulgranas frente a los 82.026 aficionados que llenaron el AT&T Stadium.
El equipo de Carlo Ancelotti sigue sin derrotar a su eterno rival en las giras por Estados Unidos después de que en 2017 cayeran por 3-2 en Miami y el año pasado por 1-0 en Las Vegas.
Con el gol que abrió el marcador, Dembélé reivindicó su valor, en una semana en que se ha reportado un fuerte interés del Paris Saint Germain por contratarle.
El PSG piensa en el extremo francés como recambio de Kylian Mbappé, si se concreta su salida en las próximas semanas, con el Madrid al acecho.
El ‘Clásico’ de Dallas volverá a avivar el debate sobre la falta de un delantero centro que sustituya a Karim Benzema. El Real erró muchas más ocasiones que su rival, para desesperación de sus miles de aficionados en el estadio, donde se desplegó el techo retráctil para evitar las altas temperaturas del exterior que rondaban los 40 grados.
El choque vivió varios momentos de tensión y hasta tres futbolistas fueron sustituidos por problemas físicos en la primera mitad, el madridista Mendy y los barcelonistas Christiansen y Gündogan, el fichaje estrella de esta temporada.
Dejando en el banco a Kroos y Modric, Ancelotti envió de inicio una presión alta para aprovechar el enorme despliegue físico de sus jóvenes mediocampistas, incluido Jude Bellingham.
El inglés, principal contratación blanca, entró poco en juego en medio de un poblado centro del campo en el que Xavi Hernández también colocó cuatro piezas.
Cuando superaba la primera barrera, el Barcelona se asomaba con peligro al área rival especialmente con las arrancadas de Dembélé. Esta fue la mejor herramienta de los culés para generar ocasiones y también con la presión asfixiante. Los blancos fueron víctimas de sus fallos y lo pagaron caro.