
La Selección de Costa Rica llega al último partido de la eliminatoria rumbo al Mundial 2026 en tercer lugar del grupo y con posibilidades mínimas de clasificar; si queda fuera, el país arriesga pérdidas de entre $85 millones y $120 millones, según un estudio de la Universidad Nacional (UNA).
Antes de enfrentar a Honduras el martes en el INS Estadio, Costa Rica suma 6 puntos, mientras que Honduras y Haití lideran el grupo C con 8 unidades cada uno y Nicaragua acumula 4 puntos. Solo el primer lugar avanza de forma directa y el repechaje depende del segundo lugar que ya luce cuesta arriba para la Tricolor.
El equipo nacional necesita una combinación muy precisa para seguir con vida: debe ganar a Honduras en casa y, al mismo tiempo, que Haití no derrote a Nicaragua en la otra cancha. En ese escenario, la Sele llegaría a 9 puntos y tendría el pase directo al Mundial 2026.
En el escenario del repechaje, la Tricolor dependería de aún más marcadores para saber si le alcanza para disputarlo. Esto porque, en el grupo A, tanto Surinam como Panamá suman 9 puntos; en el grupo B, Curazao y Jamaica tienen 11 y 10, respectivamente; y en el C, Honduras y Haití registran 8 cada uno. Entre todos los segundos lugares de los tres grupos, que hoy presentan diferencias mínimas, se repartirán solo dos puestos para el play-off.
En este contexto, el análisis del economista Leiner Vargas, del Cinpe de la UNA, señala que la no clasificación de Costa Rica al Mundial 2026 provocaría un impacto económico total estimado entre $85 millones y $120 millones, al sumar efectos directos, indirectos y costos económicos.
En la parte directa, la Federación Costarricense de Fútbol dejaría de recibir entre $9 millones y $12 millones correspondientes al premio FIFA por participar en la Copa Mundial. A ello se añaden entre $1,5 millones y $2 millones en apoyo de preparación, entre $2 millones y $4 millones por derechos de transmisión y entre $1 millón y $2 millones en mercadeo, para un total de entre $14 millones y $25 millones que no ingresarían al fútbol nacional.
Los efectos indirectos que calcula el estudio incluyen una caída en el consumo en comercios de entre $25 millones y $40 millones, una reducción de entre $8 millones y $12 millones en inversión publicitaria y medios, y un impacto de entre $15 millones y $20 millones en turismo y marca país. En conjunto, estas partidas representan entre $50 millones y $70 millones adicionales que el país dejaría de percibir por la ausencia de la Sele en la cita mundialista.
Cuando la Sele participa en un Mundial, se activa una cadena de consumo que abarca la compra de pantallas de televisión, alimentos, bebidas, reuniones familiares y ventas de camisetas o artículos alusivos, que benefician tanto a grandes empresas como a pequeños comercios. Sin Mundial, buena parte de estas decisiones de consumo se reduce o se posterga, lo que afecta la dinámica económica de hogares y negocios.
El estudio también destaca el papel del Mundial como vitrina de marca país. La participación en Italia 1990 y, sobre todo, el desempeño en Brasil 2014 colocaron a Costa Rica en la conversación internacional y despertaron interés en turistas e inversionistas. La ausencia en 2026 restaría presencia mediática en la principal plataforma global del fútbol, junto con una menor exposición para territorios y empresas que suelen asociar sus campañas a la Sele.
Para el entorno deportivo, la no clasificación implicaría menos oportunidades de vitrina para los futbolistas costarricenses, una reducción de contratos publicitarios y una caída en la valorización del mercado de jugadores. El caso de Keylor Navas, quien dio el salto al Real Madrid después del Mundial de Brasil 2014, ilustra cómo un torneo de esta magnitud define carreras y abre puertas en ligas de alto nivel.
Desde la antropología social, el académico Onésimo Rodríguez, del Idespo de la UNA, considera que el impacto suele sobredimensionarse cuando se asocia la identidad nacional de forma casi lineal con el rendimiento de la Sele. El investigador sostiene que la cultura costarricense no depende de un resultado deportivo y que el país mantiene su vida cotidiana más allá de un marcador en la eliminatoria.
Para Rodríguez, la principal consecuencia se ubica en el plano simbólico, porque las victorias de la Sele generan entusiasmo, esperanza y una fuerte presencia en programas deportivos y de opinión. Sin embargo, el académico insiste en que, en términos estrictamente identitarios, la nación conserva sus rasgos fundamentales y continuará su marcha con o sin participación en el Mundial.
“A veces se piensa que sería un descalabro para el país, porque algunas personas asocian identidad nacional o nacionalismo con la selección nacional de fútbol y eso no es así. No digo que no sea importante en términos culturales, pero sí es algo que se sobre magnifica”, mencionó.

Mediciones recientes del Idespo muestran que una de cada cuatro personas declara poco o ningún interés por el fútbol, por lo que la preocupación por la Tricolor no se puede presentar como una experiencia uniforme de toda la población. Este dato refuerza la idea de que el debate alrededor de la Tricolor responde más a un enfoque mediático que a un consenso nacional absoluto.
Donde sí existe alarma es en las conductas asociadas a partidos de alto impacto. Datos citados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) apuntan a aumentos cercanos al 45% en reportes por violencia intrafamiliar durante y después de encuentros de gran relevancia, además de un mayor riesgo de accidentes de tránsito por consumo de alcohol. El académico señala que estas manifestaciones revelan problemas sociales y culturales previos que no se pueden atribuir solo al fútbol.
Por otro lado, Vargas advierte que la ausencia en el Mundial puede debilitar la referencia deportiva nacional para niños y jóvenes. Sin figuras costarricenses visibles en la competencia, las nuevas generaciones se identifican sobre todo con estrellas globales como Cristiano Ronaldo, Lionel Messi o Jude Bellingham, en un contexto de fuerte globalización de contenidos deportivos.
El partido del martes, con la Tricolor en tercer lugar del grupo y con opciones mínimas de clasificar, definirá tanto el futuro inmediato del proyecto mundialista como el alcance del impacto económico, social y simbólico que el país asumirá si queda fuera de la Copa Mundial 2026.