Nuevamente se materializa el riesgo reputacional para nuestro país, esta vez expuesto en un artículo de Mary Beth Sheridan, publicado en el influyente diario norteamericano The Washington Post, el 22 de marzo.
El enfoque desnuda nuestra realidad social y perjudica además la atracción de inversiones y, principalmente, el turismo. Ello, sin duda, debido a la pasmosa indiferencia del Gobierno para no fortalecer con recursos financieros a nuestra Policía, recursos que varias leyes disponen, como la del impuesto sobre las personas jurídicas, Ley 9428, del 21 de marzo del 2017.
Pero no solo está esa publicación. En las redes sociales circula la serie South Park, que retrata a nuestro país sucio y lleno de indigentes, lo que, sumado a las estadísticas de homicidios y violencia sin freno, llevó al Departamento de Estado de los Estados Unidos a advertir a sus ciudadanos que no viajen a Costa Rica.
De nuestra realidad social también se hizo eco El País de España, en su edición internacional, en un artículo publicado el 24 de marzo, bajo el lapidario título “Costa Rica pierde su paz: los homicidios aumentaron un 66 % en una década”.
La falta de interés del Gobierno en la seguridad es evidente y es una burla para todas las familias que han perdido a un ser querido; no basta con compromisos y promesas de los miembros de los supremos poderes para atacar al crimen organizado, la realidad social exige actuar ya, pues mientras se cursan y tramitan reformas legales, se producirán más muertes, robos de vehículos, asaltos, violaciones y otras acciones delictivas.
El Estado debe fortalecer, de inmediato, a la Policía con recursos financieros para equipamiento e infraestructura, sin dejar de lado la exclusión tanto del Organismo de Investigación Judicial como del Ministerio de Seguridad Pública de la regla fiscal, camisa de fuerza que ahoga el quehacer de quienes ponen el pecho contra el crimen organizado, lo que sin duda alguna es prioritario para ejercer la contención contra el crimen organizado en el menor tiempo posible.
La ciudadanía está harta de tanta violencia y muerte, de diagnósticos, planes, propuestas y compromisos populistas del Gobierno para contener esta crisis que nos agobia. Las prioridades del Gobierno tienen un sesgo perverso al no incluir en ellas la seguridad.
Si se analiza con detenimiento la lista de leyes aprobadas para buscar la reactivación económica, se percibe rápidamente que la seguridad sigue ausente, y sin seguridad no habrá reactivación económica.
La Ley 9977 para la concesión y operación de marinas y atracaderos turísticos; la 10008 para atraer trabajadores y prestadores remotos de servicios de carácter internacional (nómadas digitales), la 10071 para la atracción de inversiones fílmicas, la 10320 para la promoción del turismo de salud, la 10113 para el cultivo de cáñamo y cannabis medicinal. Hay incongruencia y falta de lógica en querer atraer inversiones sin fortalecer la seguridad ciudadana contra embate del crimen organizado.
Quiénes van a querer visitar nuestro país con tantas balaceras como las que ocurren diariamente, que consecuentemente dejan víctimas colaterales, o invertir, o venir a teletrabajar si su vida corre peligro.
Quizás, las inversiones fílmicas que promueven los antivalores, a sabiendas de que eso vende, se asienten aquí. Quizás, filmen el último capítulo de El señor de los cielos o tal vez la saga de El patrón del mal; a fin de cuentas, para la industria cinematográfica contamos con el caldo de cultivo donde la violencia es su principal ingrediente.
De modo que, de no asumir responsablemente el papel que como presidente de este país le corresponde por mandato popular desde el 8 de mayo del 2022 en lo relacionado con la seguridad, con el establecimiento de una política estratégica de seguridad nacional que incluya la liberación de recursos financieros para la Policía y su exclusión de la regla fiscal a fin de invertir en vehículos, armamento, delegaciones, equipamiento, tecnología aplicada a la seguridad junto con la construcción de un moderno centro de videovigilancia, coordinación y respuesta, que facilite la coordinación entre los distintos cuerpos policiales, estaremos acercándonos indefectiblemente a un Estado fallido.
No habrá inversión, ni turismo médico, ni nómadas digitales, ni yates de lujo en las marinas. Quizás, inversiones fílmicas con más de lo mismo, sangre y fuego. Es hora de actuar sin dilaciones, presidente. El país lo necesita, usted es el responsable.
El autor es exministro de Seguridad.