El rápido y desordenado crecimiento de las ciudades durante el siglo XX, generó la impermeabilización de los suelos y un cambio en la naturaleza y vocación de las tierras. Los suelos que drenaban y absorbían naturalmente el agua de lluvia, hoy son urbanizaciones, techos, calles, en fin, suelo urbano impermeable.
Los sistemas pluviales de las ciudades construidas hace 50, 100 y más años, así como el cauce de los ríos y cursos de agua, no tienen capacidad hidráulica (capacidad de conducir un caudal determinado) para soportar el volumen de agua durante las lluvias; en algunos casos basta con una simple llovizna para saturar los sistemas, sin considerar la basura, sedimentos, etc. que limitan aun más la capacidad de conducir agua. De ahí que los sistemas y ríos colapsan, y el agua busca salida (por donde sea), y a su paso deja desolación y destrucción.
En nuestro caso, los efectos son evidentes en la región que ha sufrido el mayor crecimiento urbano, como es el caso de Heredia y sus cantones periféricos (Barva, San Joaquín, Santo Domingo, Aurora, Belén, etc.), donde los antiguos cafetales y fincas de uso agropecuario dieron su paso a la mancha urbana.
Los efectos no son exclusivos a esos cantones, también sucede en otras regiones y pueblos. Si consideramos que cada día aumenta el área impermeable y el volumen de lluvia por el cambio climático, con nuestras políticas urbanas, practicas constructivas y normativa, el panorama se torna gris.
En países europeos, en menor grado en Singapur, Australia, Canadá y E.U.A, se utilizan sistemas y conceptos para el manejo, almacenamiento y reutilización del agua de lluvia. Uno de ellos es que la cubierta verde o ajardinada, según Le Corbusier, se restituye en la cubierta (techo) de las edificaciones, la superficie verde eliminada a nivel del suelo para su construcción.
Se parte del hecho de que la vegetación y capa drenante en la cubierta, absorben naturalmente el agua mientras llueve, que es cuando los sistemas pluviales están llenos, de manera que el agua puede salir lentamente después del evento, o ser almacenada y utilizada en otros usos, como llenar los tanques de los sanitarios, lavado industrial, reservas para incendios, riego, etc.
Cubiertas verdes. Desde hace más de 20 años, en Sttutgart (Alemania) se implementó el concepto de cubiertas verdes en la normativa urbana, normativa que ha sido copiada en otras ciudades y regiones a lo largo del orbe.
La otra ventaja de las cubiertas verdes es precisamente que disminuyen la radiación solar y la emisión calórica de las cubiertas convencionales.
Existen también otros sistemas para disminuir el efecto de las lluvias, como la cubierta aljibe, que consiste en espejos de agua o pequeñas piscinas en la cubierta de los edificios para almacenar el agua de lluvia; y las lagunas o tanques de almacenamiento de agua de lluvia, que retienen el agua de lluvia que se tributa durante los eventos, y lentamente se dispone a las ríos o sistemas pluviales al bajar el caudal o se almacena.
Este sistema ha sido implementado en Costa Rica en algunos desarrollos: Mall Paseo de las Flores, Coyol Free Zone & Bussiness Park, estadio Morera Soto, etc; también algunos proyectos utilizan cubiertas verdes y aljibes, o almacenan y reutilizan el agua de lluvia.
En general, el manejo medioambiental responsable del agua llovida, involucra que cada predio administre y disponga dentro de su mismo área el agua de lluvia que tributa; que las políticas urbanas tiendan a limitar y restringir el crecimiento urbano, la desaparición del suelo forestal, agropecuario, y la impermeabilización de los suelos; y que se incentive y se premie la reutilización y almacenamiento del agua llovida.
Hoy el agua nos cae del cielo, nos inunda y destruye, pero nadie tiene la certeza de la próxima lluvia, periodo de sequía, Apocalipsis..., desde hace años se habla de las futuras guerras del agua ¿si hoy tenemos el don del agua, no tendrá sentido que empecemos a almacenar y cuidar el tesoro que el cielo hoy nos da...?