La independencia energética de Costa Rica es factible, pero tiene un costo
Nos urge levantar la bandera de nuestra independencia energética, a sabiendas de que contamos con los recursos eólicos y solares para lograrlo
Escuchar
PorRicardo Trujillo Molina
No podemos ser simples espectadores ante un mundo en guerra comercial y energética. La imposición de aranceles a nuestras exportaciones es el primer golpe a la economía nacional y no tenemos otra alternativa que tomar las medidas inmediatas y necesarias para evitar sufrir a corto plazo una escalada hacia una guerra energética. Ya Europa es víctima de esa guerra con combustibles y los países asiáticos se acercan a Rusia para evitar ser desabastecidos del estratégico suministro de gas natural y petróleo en el futuro.
Nuestra economía está esclavizada al petróleo desde hace más de un siglo, y a pesar de los intentos por descarbonizarla y de firmar acuerdos como el de París, que nadie cumple, tal dependencia sigue en aumento.
Hace una semana, Recope publicó las cifras de importación de los derivados del petróleo para el año 2024, las cuales alcanzaron un récord con respecto a toda la década anterior. Esto, producto del incremento de la flota vehicular y de las importaciones de búnker para el ICE.
¿Cómo podemos prepararnos para evitar más impactos negativos en nuestra vida diaria y en nuestra economía? Lo único que considero factible por el momento es levantar la bandera de nuestra independencia energética, a sabiendas de que contamos con los recursos eólicos y solares para lograrlo. Eso ya no está en discusión y hay múltiples estudios técnicos que así lo confirman. La explotación del viento mar adentro de Bahía Salinas y toda la irradiación solar que recibe Nicoya, son las fuentes de energía que podríamos aprovechar para el resto del siglo.
¿Y por qué no aprovechamos al máximo nuestros recursos energéticos? Por la sencilla razón de que todavía vivimos bajo un modelo energético del siglo pasado, de carácter monopolista y totalmente anacrónico ante los avances tecnológicos actuales.
Las onerosas y punitivas tarifas vigentes para la generación eléctrica distribuida, supuestamente reguladas imparcialmente por la Aresep para beneficio del país, que fueron aprobadas al parecer bajo presión de las empresas distribuidoras eléctricas, son la mejor prueba de ello. Son tarifas que no benefician en absoluto a los abonados, ni a los miles de microinversionistas en el sector energético, ni a las empresas distribuidoras.
La generación eléctrica en horas del mediodía, a cargo del ICE, es la del más alto costo marginal y reducir su consumo por medio de generación solar distribuida es una prioridad nacional, algo que no parecen comprender el ICE ni la Aresep.
Los conocedores del mercado energético solar sabemos perfectamente que la transición de la flota vehicular de gasolina a energía eléctrica es realizable en cuestión de 30 años, pero solamente si se abre el mercado monopólico existente, para que sean los mismos ciudadanos en un modelo competitivo y democrático de generación distribuida, los que aporten las millonarias inversiones que serán requeridas.
A cuánto ascenderán las inversiones para alcanzar nuestra independencia energética es tema para una futura publicación, pero espero que primero sean los expertos del ICE quienes nos lo expliquen con detalle y con base en la información que ya poseen. Su silencio al respecto solo demostrará la inopia de la que creemos que hoy padecen y de su interés por mantener los privilegios de un monopolio.
En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.