
La inversión extranjera directa (IED) es un flujo financiero estratégico, una herramienta que impulsa la diversificación productiva, la generación de empleo de calidad y los encadenamientos, entre otros múltiples factores positivos que permean a la economía nacional. Lograr mantener una propuesta país competitiva es la clave para seguir multiplicando estos beneficios.
Los datos más recientes del Banco Central de Costa Rica, que muestran una disminución 7% de los flujos de IED al país, han generado inquietud en ciertos foros. ¿Estamos ante una crisis de la IED? ¿Perdimos competitividad país?
Para poder analizar el comportamiento adecuadamente, es clave conocer cómo está conformada la IED: capital nuevo (recursos frescos que ingresan al país), reinversión de utilidades (empresas ya instaladas que expanden operaciones) y deuda (préstamos o cuentas entre compañías).
Dado que el tercer componente es una variable sujeta estrictamente a decisiones corporativas y no a la competitividad del país, resulta más útil concentrar el análisis en el comportamiento únicamente del capital nuevo y las reinversiones, los flujos que realmente permanecen en Costa Rica y que muestran un crecimiento de 5%.
De igual forma, el componente de reinversiones presenta un crecimiento del 14%, alcanzando una cifra histórica de $2.322 millones, que nos permite concluir que las empresas multinacionales que ya operan en nuestro país siguen considerando a Costa Rica terreno fértil para crecer.
Resulta importante destacar que, desde hace una década, son las reinversiones que han sido el principal motor de crecimiento de la IED total en Costa Rica, pues el monto de capital nuevo se ha mantenido estancado en los últimos 10 años, a excepción del 2024 que se logró superar el techo de los $1.000 millones anuales.
De ahí la importancia de evitar conclusiones apresuradas y análisis aislados que ignoran la volatilidad inherente de la IED y una coyuntura internacional de tensiones geopolíticas, disputas comerciales y decisiones empresariales que se ven pausadas por un contexto mundial desafiante. Tal situación no es nueva; ya Costa Rica la ha enfrentado en periodos anteriores, en los cuales se registraron contracciones en los flujos de IED mucho más agresivos: 2016 (-16%), 2018 (-62%) y 2020 (-25%).
Por supuesto que esto no quiere decir que el país no tenga tareas pendientes; al contrario, Costa Rica necesita reforzar su competitividad para continuar siendo un destino atractivo y estratégico para la inversión.
El desafío indiscutible está en transformar en tendencia la excepción del 2024, cuando se superó el “techo” en capital nuevo, al mismo tiempo que aumentaron las reinversiones, alcanzando una cifra histórica de más de $5.000 millones en los flujos de IED.
Para lograrlo, se requiere de reformas profundas que impacten positivamente el clima de negocios, reduzcan los costos de producción e incrementen la seguridad jurídica. Medidas como acelerar las inversiones en infraestructura portuaria, vial y conectividad; la implementación de esquemas laborales flexibles que permitan una mejor operación en sectores estratégicos; la facilitación de la operación de las empresas a través de una ventanilla única para la inversión y la competitividad a través de instituciones ágiles; así como continuar invirtiendo en el talento humano profesional y técnico, son medidas impostergables.
El desempeño de la IED no puede reducirse únicamente a un porcentaje o a los resultados de un semestre. Su comportamiento obedece a su naturaleza volátil, a tendencias de largo plazo y a factores estructurales.
El reto para Costa Rica es comprender su comportamiento y trabajar decididamente para mitigar el impacto a la coyuntura internacional y fortalecer la propuesta de valor país. Las cifras alcanzadas en el 2024 no deben quedar como una excepción, sino convertirse en el inicio de una nueva ola de inversión fresca y reinversiones que generen más empleos de calidad, mayor transferencia de conocimiento y crecimiento para el país.
La atracción de IED es un desafío permanente, pero también una oportunidad para consolidar el desarrollo que Costa Rica necesita.
Laura López Salazar es economista y gerenta general de Procomer.